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Ni perdón, ni olvido: Guadalupe Céspedes, sobreviviente de Tlatelolco
Fotos: Vanguardia/Nadia Betancourt
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El maestro jubilado José Guadalupe Céspedes Casas, organizó en la Plaza Principal de Monclova una jornada conmemorativa por los 50 años de la matanza para exigir justicia por los hechos trágicos
Monclova, Coahuila.- Uno de los sobrevivientes de Tlatelolco, el maestro jubilado José Guadalupe Céspedes Casas, organizó en la Plaza Principal una jornada conmemorativa por los 50 años de la matanza para exigir justicia por los hechos trágicos que se registraron el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas.
“Un mitin comenzó después de las seis de la tarde y yo estaba a un lado del iglesia cuando vi luces de bengala, segundos después inició la balacera y quise correr pero me sentí tullido, esperaba un disparo. Luego reaccioné, corrí, me bajé de la plaza y me protegí. Lo primero que vi fue una muchacha muerta como de unos 20 años”, relató.
Guadalupe Céspedes tenía 26 años y era maestro rural en una escuela del Valle de Toluca. Participó en casi todos los movimientos de protesta y el 2 de octubre fue testigo de la matanza de los estudiantes.
“En un momento los soldados se distrajeron y cesaron el fuego, aprovechamos yo y unas cien personas más para salir y romper el cerco. Después me escondí en el edificio Tlaxcala, casi en la azotea y ya no salí hasta las 11 de la noche”.
Afirmó que los estudiantes no estaban armados, los que sí traían armas eran los integrantes del Batallón Olimpia, un grupo paramilitar creado por el gobierno de México con el fin de vigilar, espiar, perseguir, hacer acciones de sabotaje e infiltrarse en el Movimiento del 68.
“Ellos llevaban un guante blanco para distinguirse, y creemos que los del Batallón Olimpia fueron los que dispararon primero para que el ejército justificara abrir fuego contra los estudiantes”, comentó.
En ese entonces el gobierno de Díaz Ordaz reconoció la muerte de 40 personas, pero Guadalupe Céspedes está seguro que hubo más de 300, lo que representa un hecho histórico lamentable para el país.
Los registros son imprecisos porque las autoridades amenazaron a las familias para que no difundieran el número real de heridos y personas fallecidas, además en los hospitales impidieron que ingresara la prensa.
“Con ese movimiento estudiantil se desenmascaró un régimen autoritario y significó un parteaguas porque la sociedad mexicana fue tomando conciencia de la clase de gobierno que imperaba en México, un gobierno totalmente corrupto”, expuso.
Lo que los estudiantes querían era la libertad de los presos políticos, la derogación del artículo 145 del Código Penal sobre la disolución social, la destitución de los jefes policiacos Luis Cueto y Raúl Mendiolea, indemnización a las víctimas de los actos represivos, desaparición del cuerpo de granaderos y deslinde de responsabilidades de los funcionarios involucrados en actos represivos.
"El gobierno decía que este movimiento era inspirado por la ex Unión Soviética, que obedecía a consignas extranjeras, pero sólo lo decía para justificar la represión".
Por ello, el maestro Céspedes realizó un evento en la Plaza Principal de Monclova para contar su historia y rendir homenaje a aquella juventud sana y heroica que logró cuestionar a un régimen que negaba las garantías ciudadanas, que tenía una máscara de democracia pero era todo lo contrario.
“Queremos hacer memoria histórica de los hechos y demandar que no haya más impunidad porque todavía debe de haber responsables que son funcionarios y exfuncionarios. México ha sido el país de la impunidad, de la barbarie por los hechos de Aguas Blancas, Ayotzinapa, Tlatlaya y Tlatelolco, cuya responsabilidad recae en funcionarios de gobierno y siguen impunes esas masacres”, declaró.
El obispo Raúl Vera también acudió a la marcha de este 2 de octubre. Foto: Tomada de Twitter