Banxico: ¿villano por diseño?

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Banxico: ¿villano por diseño?

Es muy probable que el Banco de México sea una de las organizaciones con el mejor talento académico en el país e incluso del mundo. Si usted busca los perfiles del organigrama del Banco, se dará cuenta que hay profesionistas, generalmente economistas, con educación en las mejores universidades de México y del mundo. En su gran mayoría graduados del ITAM que han estudiado posgrados en Stanford, Yale, NYU, LSE, York, entre otras. Estos funcionarios de primer, segundo y tercer nivel en el banco central están fácilmente entre el uno por ciento de la población con mayor educación académica del mundo. Su capacidad, inteligencia y dedicación no están a juicio. A través de los últimos 30 años, el perfil de estos funcionarios en el banco central ha sido muy similar.

El banco central ha sido también semillero de funcionarios públicos y hasta presidentes. Funcionarios dedicados, capaces, muy técnicos y con un buen manejo de lo que una política económica ortodoxa (la comúnmente aceptada en las principales universidades y escuelas del pensamiento económico) debe ser. El perfil de Banxico ha evolucionado gradualmente hacia mayor autonomía y goza de buena reputación. Sin embargo, todo indica que el mandato que el banco central tiene lo ha convertido en uno de los principales villanos y obstáculos para que la economía crezca. Su misión: “El Banco de México tiene el objetivo prioritario de preservar el valor de la moneda nacional a lo largo del tiempo y, de esta forma, contribuir a mejorar el bienestar económico de los mexicanos”.

Es decir, a Banxico no le interesa, al menos en su misión y visión, si la economía crece o no. Si la inflación está bajo control, ellos habrán hecho su labor, aunque en el largo plazo eso signifique que el bienestar económico de los mexicanos se ve afectado. Así, por cerca de 30 años, la autoridad monetaria del país, con el talento, maestrías y doctorados que han pasado por ahí, nos ha dejado una muy bienvenida estabilidad de precios que ha tenido como externalidad (o pilón) un freno casi criminal a la economía. A través de tasas de interés de corto plazo, el Banxico modula la entrada y salida de capitales que a su vez determinan el valor del peso (la moneda nacional mencionada en la misión) y la habilidad que tenemos los mexicanos de “subsidiar” la inflación con importaciones baratas. Las tasas no se usan, como en otros países, para modular la oferta y la demanda y la vitalidad de la economía real. Eso no le incumbe al Banxico como tampoco le incumbe si existen monopolios o bienes y servicios públicos que aumentan sus precios  por encima del objetivo de inflación. Taponeando la economía y de rebote limitando el alza de los salarios reales, se han perdido tres décadas en las que la economía pudo haber despegado.

Empecé a entender de economía en los 90, cuando se decía que si a Estados Unidos le daba una gripe a México le daba neumonía. Cuando Estados Unidos crecía poco o nada, esa era la excusa para las recesiones de México. Sin embargo, ahora vemos que Estados Unidos crece arriba del 4 por ciento y nosotros seguimos atorados en 2 por ciento y fracción. Da la impresión de que tenemos una buena receta de pastel; estamos siguiendo todos los pasos de la caja, tenemos los ingredientes y los cocineros, pero el pastel nomás no se infla. México no es un libro ni un laboratorio. La receta debe ajustarse. Sólo si México crece a tasas del 5 a 6 por ciento los siguientes 30 años, será capaz de eliminar los 50 millones de pobres que hay hoy en día. La misión de Banxico debe cambiar e incluir el crecimiento económico.

@josedenigris

josedenigris@yahoo.com