Noche de temazcal

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Noche de temazcal

Ilustración: Vanguardia/Alejandro Medina

La primera vez que vi un temazcal fue en el municipio de Cuernavaca, Morelos, a donde llega una gran afluencia de turistas que buscan la medicina alternativa o terapias para la relajación en estos tiempos en los que el estrés en las personas citadinas es creciente.

Mucho tiempo después gracias al apoyo técnico de arquitectos italianos se montó un temazcal en Bustamante, Nuevo León, con la supervisión de Lorena Garza experta en estos temas quien eligió el sitio para su construcción e indicó que sería un temazcal lunar con una profundidad de un metro por debajo de la superficie del suelo, una altura de 1.80 metros en su parte central y un “ombligo” al centro para depositar a las “abuelas”.

Se le da el nombre de “abuelas” a las piedras volcánicas que se calientan con fuego para luego llevarlas al pequeño pozo u “ombligo” que esta al centro del temazcal, estas piedras se rocían con agua para despedir el vapor que hace sudar a los que viven la experiencia de estar adentro de la bóveda de adobes. Sobre ellas se ponen hojas aromáticas de ruda, eucalipto y albahaca.

Pero esto no es un vapor ordinario, es un lugar que rememora los sitios sagrados del mundo prehispánico en los que se reunían los hombres antes de ir a la guerra, pues allí se les preparaba espiritualmente. Además, dentro de los temazcales muchas mujeres hacían los trabajos de parto para recibir a sus hijos.

Hay temazcales en México que tienen objetivos cosméticos, pero no es el caso del de Bustamante, al que se le bautizó con el nombre de Luz.

Hace unos días se invitó a un grupo de personas a la “noche de temazcal” con el propósito de obtener fondos para la banda de música infantil-juvenil “Juventino Rosas”. Primeramente se presentó el grupo Tonatiuh saludando a los cuatro rumbos cardinales y ejecutando sus danzas prehispánicas utilizando un caracol marino como instrumento de aliento, conocido como tecocoli, y las percusiones de un huéhuetl.

Luego un grupo de 10 niños y adolescentes ejecutaron piezas cortas de música bajo la dirección del joven profesor Óscar Iván González Favela, compositor y músico. De allí se procedió al inicio de la ceremonia de temazcal y una a una entraron las personas participantes al temazcal.

La fuerza del calor de las “abuelas” causó un efecto inmediato sobre hombres y mujeres que fueron compartiendo reflexiones de sus vidas guiados por Nora de la Cruz, chamán que puso en tiempo y espacio a los presentes cuidando su estado de salud mientras desde el exterior seguían llevando más piedras calientes, en un proceso que duró un poco más de una hora, al final salieron los participantes para ser rociados con agua de la acequia.

Fue una experiencia especial la que allí se vivió. La gente agradeció la oportunidad de haber participado, y para los organizadores fue muy importante la actividad porque además de apoyar el tema cultural, representa un nuevo atractivo turístico para los visitantes.

El proceso implica una logística de tiempos y movimientos precisos que deben seguirse. Espero se multipliquen los temazcales en el pueblo. Son de gran beneficio para los usuarios y mucho más económica su práctica que el costo de ansiolíticos.