Elecciones y racismo
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Elecciones y racismo
Es realmente iluminador saber que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) cuenta con la cátedra Red Integra, en la que las instancias participantes tienen el propósito de actuar contra el racismo y la xenofobia. Esta plataforma está en constante movimiento, pues proporciona información educativa al respecto de dos prácticas humanas de lo más reprochables.
En el Museo de los Yaquis en Cócorit, pueblo sonorense, nos reunimos el 31 de mayo un grupo de interesados en estos temas. En lo personal me importan los derechos humanos de los indígenas porque siguen siendo muy maltratados. Es inconcebible que los pueblos originaros sean víctimas del racismo. Los mexicanos somos una sociedad racista y hay que reconocernos como tal para cambiar el paradigma.
En México no estamos tan alejados de prácticas como la del apartheid de Sudáfrica, o de las políticas sectarias de Donald Trump, solamente que tiene otros nombres la segregación.
Hace ya más de 40, años en las discos mexicanas de moda se reservaban el derecho de admisión y sólo entraban para bailar aquellas personas que se veían “bien”, descartaban a jóvenes muy morenos o de aspecto indígena. En la actualidad sigue ocurriendo lo mismo: el aspecto cuenta como pase automático en muchas actividades. Lo que está detrás del racismo es la existencia de jerarquías distintas por las que unos valen más que otros y eso no es justo, ni sustentable.
Nada más incorrecto que caracterizar a los grupos humanos por su aspecto físico, asociando atributos como el color de la piel, los ojos y el cabello con características morales o intelectuales para sostener frases inútiles como: “tiene cara de gente decente” o “se ve que viene de buenas familias”.
Contrario a lo anterior, el aspecto físico de los indígenas los marca con estereotipos de personas alcohólicas y flojas.
Estas preconcepciones absurdas generan exclusión social y discriminación, lo que realmente significa la eliminación de otros. Un ejemplo que sigue lacerando a la humanidad es el genocidio nazi.
El racismo científico surge como doctrina de pensamiento a finales del siglo 18 y se fundamenta en la asociación de la inteligencia de las personas con su apariencia física.
En nuestra historia aparece el racismo en la época de la Colonia, lo que podemos observar en óleos del siglo 16 que representan las distintas castas que eran producto del mestizaje. Si hubo guerra de castas es porque se partió de la idea de la desigualdad racial. La sociedad novohispana era profundamente racista, algo que pervive hasta la fecha.
Desde entonces “para mejorar la raza”, el propósito de los mexicanos es el blanqueamiento de la piel. Al hacer referencia de un hombre o una mujer de piel morena se dice: el morenito o la morenita que, a pesar de eso, es guapo o es bonita.
Los mexicanos somos mestizos provenientes en general de la sangre indígena y la sangre española, pero debemos puntualizar que la presencia de afrodescendientes en el país es muy amplia.
Nuestras raíces hablan de una multiculturalidad que deberíamos internalizar porque es algo que nos da sentido de identidad y pertenencia. ¿Cuál es el discurso nacional al respecto? Que todos somos iguales, aunque sólo en el papel… Hoy salgamos a emitir nuestro voto que espero sea para personas que se comprometan a luchar contra el racismo. ¡Elijamos bien!