La sencillez extraordinaria de la vida

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La sencillez extraordinaria de la vida

Mi Compa y yo nos sentamos a platicar.

– ¿Cómo le va compa? – Le pregunté a mi amigo que ya tiene sus años encima. Y, aunque ya está jubilado, hace chambas por su cuenta.

– Bien, me respondió. Aunque ayer me sentía aplanado. Me sentía que se me habían ido los años sin darme cuenta, en medio de una vida muy ordinaria. Pero hoy me siento diferente.

– Y ¿ese cambio…? – Le respondí.

– Es que en estos días le van a dar un reconocimiento a mi hija, y me puse a recorrer su camino.

“Mi esposa y yo –empezó a contarme– la concebimos con un gran amor y el día que nació yo brincaba de alegría ante ese milagro que es vivir. Su madre la amamantó con sumo cuidado y ternura, y la estimuló todos los días para que creciera y se desarrollara. Le procuramos después una educación personalizada y todo tipo de clases: natación, karate, piano, catecismo, tenis. Lo que más nos importó siempre fue su educación y desarrollo, todo lo demás fue secundario.

Vivimos dos años en USA. Ella y su hermana continuaron allá su educación. Aprendieron otra lengua y otra cultura. Su camino continuaba con retos y novedades. Continuó caminando después en México. Asimiló la educación que recibía y absorbió los valores de su familia y de su comunidad.

Al terminar la Prepa vino el primer gran cambio de ruta: aprender a valerse por sí misma en el extranjero. Después vino el segundo que marcó su vida profundamente: se fue a vivir como misionera entre los campesinos de la sierra de Durango. Ahí conoció la pobreza, la ignorancia y la fraternidad humana.

Regresó a la universidad para conocer y ayudar al ser humano. Ya no fue un ser pasivo sino un activo participante de la suerte de los demás. Al mismo tiempo que estudiaba participaba en obtener cobijas y alimentos para los indígenas, en proyectos de concientización de la pobreza, en manifestaciones silenciosas de protesta por la injusticia. Finalmente consolidó su vocación por la educación como el mejor camino para aliviar la pobreza, y se fue a estudiar a USA políticas educativas.

Regresó, concibió y ejecutó un proyecto de “Educación en Ciudadanía” para enseñar a los escolares a participar y resolver sus problemas comunitarios. Este proyecto, con la colaboración de su esposo, se convirtió en programa institucional. Ha sido implementado por el ITESM y por la Secretaría de Educación Pública de Nuevo León, y han atendido a más de 10 mil estudiantes de secundarias públicas. Hoy es una estrategia de varios estados y empresas para promover la educación participativa.

Me siento muy contento, compa –terminó mi amigo su narración–.No solo por lo que ha hecho mi hija, sino por haber sido un compañero de una esposa educadora y un simple padre que siguió con cuidado sus caminos y sus ideales”.

Terminó la plática y nos quedamos masticando en silencio la sencillez extraordinaria de la vida.