Pensar el Holocausto
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Pensar el Holocausto
Es difícil hablar de algo como el Holocausto (del griego: todo quemado), en referencia a los hornos en que se incineraba judíos. Las fuertes discusiones que tuvieron lugar en Francia porque unos “historiadores” negaron el hecho provocaron reacciones en varios países, como Argentina y Rumanía. Irán o sus ayatolas aseguraron también que eso nunca sucedió y que era propaganda israelita para promover la lástima. El gran historiador Pierre Vidal Naquet escribió “Los asesinos de la memoria” con una dedicatoria a sus padres que murieron quemados en campos de concentración nazis, libro en que demuestra con datos alemanes la existencia de los campos de concentración. Por su parte, el filósofo Vladimir Jankelevitch propuso el lema: “ni perdón ni olvido” y escribió dos poderosos volúmenes contra los alemanes porque apoyaron las masacres o al menos fingieron ignorancia y guardaron silencio. Demostró que la población sabía de la existencia de los campos. Campesinos que sembraban remolacha recibían huesos y cuerpos molidos de judíos como el mejor fertilizante para sus campos.
El tema me vino a la mente por los sucesos de este Viernes Santo en que los palestinos intentaron aprovechar los días santos, en que se recuerda la muerte y resurrección de Cristo, para también conmemorar sus propias desgracias. Israel ha ido quitándoles terreno año con año contra todas las condenas de la Organización de las Naciones Unidas, que los reconoce como dueños de tierras hoy invadidas por los israelitas. Los despojados luchan por lo que les pertenece cuando menos hace dos milenios. Benjamín Netanyahu ha desatado a sus perros de presa. El viernes mataron un centenar de jovencitos palestinos, en buena parte adolescentes, e hirieron a dos mil otros, incluyendo mujeres y ancianos. Los soldados tiraban a matar, no a alejar las manifestaciones. Israel ha dado demasiadas muestras de impiedad contra aquellos a los que privaron de sus tierras por decisión internacional.
En un artículo pasado conté que, viendo las noticias en televisión, apareció en el programa de Adela Micha una anciana judía. Se conmemoraban, creo recordar, 60 años del cierre del campo de concentración de Auschwitz. Esa mujer había ingresado al campo en brazos de su madre. Los nazis ponían un número tatuado a cada judío en el brazo. Dijo que era tan flaquita y pequeña que el número no cabía y le pusieron la marca en su pancita. Y diciendo esto se levantó el suéter y enseñó sin rubor su panza con el número en azul ya muy deformado. Se cubrió y dijo que ahora (en ese momento) el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, era Hitler, por la manera en que trataba a los palestinos. En ese instante desapareció la señora de la pantalla y surgieron anuncios comerciales. Después de unos minutos volvió la Micha sin explicar nada. Una judía, Adela Micha, privaba del derecho a opinar a una judía que había sobrevivido el Holocausto (nada menos).
Holocausto es un concepto que ha tomado su propio lugar en la historia del Mundo. Conocemos otros que también suscitan pensamientos de condena: genocidio es una de esas palabras que no dejan de interpelarnos. En mi último libro, que se presentó hace 15 días utilicé el concepto etnocidio, que es el que se acomoda a los sucesos que tuvieron lugar en el Noreste de la Nueva España donde se aniquiló a no menos de un millón de indígenas. Parecerá exagerado el dato, pero dos obispos denunciaron esos hechos, uno en 1529 hablaba de 15 mil indios de nuestra actual región llevados como esclavos a las Antillas, Honduras y Venezuela; en 1548, otro obispo daba al rey de España la cifra de 100 mil indios secuestrados. Para 1564, esclavistas portugueses y judíos llegaban hasta la Laguna de Mayrán (800 kilómetros de la costa en la que los embarcaban). En 1564 todavía no existían poblaciones hispanas en la región. Las masacres seguirían practicándose hasta el exterminio indígena, con el último indio en 1886.
Holocausto judío, etnocidio indígena… y un Viernes Santo en que Israel vuelve a asesinar sin necesidad a jóvenes. Retomo a Jankelevitch: ni perdón ni olvido. Aún hay judíos que creen que Israel está copiándole a Hitler sus prácticas. Hay una secta judía ortodoxa que en plena Jerusalén manifiesta en la calle que reconoce la propiedad palestina de la tierra y asegura que podrían convivir en ella ambos pueblos.