¿Por qué el PRI no podría replicar lo hecho en Coahuila y Edomex para las presidenciales?
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¿Por qué el PRI no podría replicar lo hecho en Coahuila y Edomex para las presidenciales?
Que el PRI figure en tercer lugar de la contienda presidencial deja las puertas abiertas para un encontronazo final entre Andrés Manuel López Obrador (Morena) y Ricardo Anaya (PAN), ante un escenario electoral que, pese a sus similitudes con 2006, sería inédito para una elección presidencial en México; el escenario adverso para el tricolor, como pudo tenerse en Coahuila y Estado de México el año pasado, sería más difícil de remontar, según expertos y las encuestas actuales.
De acuerdo con un estudio del ecuatoriano Ronald Antón, consultor asociado de CPI Latinoamérica, la pérdida de fuerza territorial del PRI a nivel nacional y la crisis de popularidad del presidente mexicano serán factores determinantes en la próxima elección, que se definirá entre López Obrador (Morena-PES-PT) y Anaya (PAN-PRD-MC).
"Desde la llegada del PRI a la presidencia en 2012, el partido ha sufrido una debacle constante. En el 2012 controlaban 21 gubernaturas pero desde entonces, ya con Enrique Peña Nieto como presidente, el PRI ha perdido un total de 24.9 millones de electores y gobierna solamente en 14 estados (15 si sumamos Chiapas gobernada por su aliado el PVEM): Campeche, Coahuila, Colima, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Estado de México, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas", señala el estudio titulado Crónica de una alternancia anunciada.
"De un listado nominal total de 87 millones 759 mil 616 de electores, el PRI estaría gobernando directamente sobre el 43% de la lista nominal. Si a este dato le sumamos Chiapas, actualmente gobernada por el Partido Verde, hoy socio del PRI en la contienda presidencial, la suma se elevaría al 47% del total de electores. En 2012, la elección en la que recuperó la presidencia, el PRI gobernaba la más del 51% del total de la lista nominal", añade el texto.
Un escenario que parece coincidir con las más recientes encuestas a las nueve gubernaturas que se disputarán en 2018, en las cuales el PRI no figura como favorito en ninguna de ellas.
De acuerdo con otros consultores y estrategas de campaña consultados por el HuffPost, quienes hablaron off the record con este medio debido a que actualmente participan como consultores dentro de la contienda presidencial, en América Latina no existen casos documentados donde un partido gobernante se mantenga en el poder con niveles de aprobación por debajo del 30%.
Una situación que permitiría entender cómo es que el PRI logró retener Estado de México y Coahuila en las elecciones de 2017, entidades donde los datos indicaban que el tricolor seguía teniendo niveles de aceptación por encima de dicho umbral. Una situación que no ocurre a nivel nacional, donde la desaprobación del gobierno federal ha alcanzado niveles históricos.
Un contexto similar al planteado por el análisis de Antón
"Además de la pérdida de poder territorial, otro factor a tener en cuenta para entender su baja probabilidad de ganar las elecciones presidenciales, son los índices de aprobación. Como veremos en la tabla, de todas las elecciones que se han sucedido desde que Enrique Peña Nieto es presidente, en todos los estados donde los gobernadores del PRI tenían una valoración ciudadana por debajo del 50%, los electores cambiaron el partido que gobernaba en su Estado", señala el documento.
"Actualmente la valoración del presidente Enrique Peña Nieto está en +/- 26 puntos, esto supone la aprobación más baja de todos los presidentes en la historia de México, desde que se dan estas mediciones. El fuerte rechazo con el que cuenta tanto el partido como la figura del presidente dificulta la revalidación del mandato del PRI", añade el estudio.
Una situación que abriría la puerta a la coalición Por México al Frente, conformada por PAN-PRD-MC, que empieza a posicionarse ya como el segundo lugar de la contienda y el principal rival de Morena, según Antón.
"Por México al Frente está gobernando sobre el 48.6% del total de la lista nominal. En la actualidad, los partidos que conforman esta coalición gobiernan en 16 estados –contando a la Ciudad de México-, por encima de los 15 que gobiernan PRI (14) y PVEM (1). El PAN es el partido que gobierna más estados de Por México al Frente, un total de 12 estados", añade el análisis.
"Con todo ello se observa una campaña con dos fuerzas con posibilidades reales de victoria: López Obrador o Ricardo Anaya, ambos representando el cambio que pide la sociedad frente a un PRI que se encuentra con el presidente peor evaluado de la historia de México, con un partido que trae los máximos negativos, con seria desventaja territorial, con una constante pérdida de intención de votos en todas sus campañas presidenciales y con un candidato que no termina de gustar a los electores", añade el consultor.
Un escenario que empiezan ya a delinear las más recientes encuestas de preferencia electoral, donde los negativos del PRI transferidos a la campaña de José Antonio Meade parecieran orientar la batalla entre Morena y PAN.
Pero aunque el escenario actual pinta muy favorable para López Obrador, la historia de 2006 advierte que todavía falta mucha historia para definir a un ganador en 2018.
Y esto, debido a que para febrero de 2006, las encuestas arrojaban una clara ventaja de diez puntos porcentuales a favor de López Obrador, por encima del panista Felipe Calderón.
Los paralelismos y diferencias respecto a 2006
Aunque la tendencia en las encuestas marca un escenario similar al que se vivió en 2006, con un López Obrador de puntero con una holgada ventaja sobre el PAN y con el PRI en tercer lugar, el hecho de que en 2018 el partido en el gobierno pueda quedar relegado al tercer lugar desde temprano puede ser un factor determinante para definir el resultado de la elección.
De acuerdo con una encuesta de Covarrubias y Asociados publicada en febrero de 2005, el entonces candidato presidencial del PRD, López Obrador, tenía una ventaja de 10 puntos por encima de su más cercano perseguidor, Calderón por el PAN y en tercer lugar Roberto Madrazo del PRI.
Algo similar a lo que reportaba Consulta Mitofsky, donde López Obrador seguía manteniendo una ventaja holgada sobre sus rivales.
Un escenario muy similar al que se registra en febrero de 2018, donde López Obrador lleva una ventaja cercana a los diez puntos por encima de Ricardo Anaya y José Antonio Meade, según las más recientes encuestas de preferencia electoral.
Sin embargo, el hecho de que López Obrador en esta ocasión no se enfrente al partido en el gobierno, como ocurrió en 2006, plantea ya un escenario diferente.
"Muchos aseguran que en algún momento de la campaña, cuando se haya definido el segundo lugar entre el PRI y el Frente, el PAN y el PRI (el PRIAN) terminarán pactando para enfrentar juntos a López Obrador.
Y eso es a partir del interés común que tienen en frenar a quien presenta un modelo económico distinto al actual (esencialmente el anterior a 1982). Podría ocurrir, desde luego. Tanto en 2006, como en 2012, se dio ese acuerdo entre las cúpulas de ambos partidos, que ayudó a ganar tanto a Felipe Calderón como a Enrique Peña Nieto. Pero en esta elección hay una variable distinta: una guerra abierta entre el PRI y el PAN que podría obstaculizar dicho acuerdo de último minuto", señala el analista José Antonio Crespo.
El académico advierte el enfrentamiento entre PRI y PAN a partir de la elección de Coahuila, el nombramiento de Raúl Cervantes como fiscal general y el caso Chihuahua como las más evidentes muestras de encono y animadversión entre la cúpula panista controlada por Ricardo Anaya y el PRI, controlado por el presidente Enrique Peña Nieto.
Aunque Crespo omite el desencuentro entre Peña y Anaya en el Estado de México, donde en una reunión privada, el entonces dirigente del PAN había pactado los términos en que se habría de dar la contienda electoral mexiquense, acuerdo que, según algunas versiones aparecidas en la prensa, habría sido traicionado por Anaya desatando el enojo de Peña.
"Anaya incumplió ese acuerdo, y si bien no hubo la alianza con el PRD, atendiendo ese acuerdo no escrito, comenzó a atacar al gobierno, al PRI, a Peña Nieto mismo y al candidato Alfredo del Mazo, lo que desató la furia de Los Pinos. La reacción fue inmediata: El Universal publicó una investigación de la PGR en contra de la familia de (Josefina) Vázquez Mota por lavado de dinero. Aunque fue exonerada después, el aviso tuvo acuse de recibo. Anaya elevó más el costo, frenando la agenda legislativa a cambio de la anulación de la elección para la gubernatura en Coahuila. Quiso volver a negociar con Peña Nieto, e insistentemente pidió una cita con él, que nunca se le dio. Anaya sintió el frío", escribió el periodista Raymundo Riva Palacio.
Un escenario de encono entre PRI y PAN que incluso abre la posibilidad de que el tricolor pueda decantarse por López Obrador como sucesor de Peña Nieto en un momento dado, sobre todo, tomando en cuenta las señales de amnistía que ha mandado el tabasqueño, quien incluso aceptó la posibilidad de "fumar la pipa de la paz" con el actual presidente.