Casa Purcell inaugura exposiciones por partida doble

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Casa Purcell inaugura exposiciones por partida doble

Foto: Héctor García
En ‘Guardaluces’ y ‘Escorzos, etología de lo humano’, dos artistas de generaciones diferentes presentan su manera de hacer arte


Las primeras exposiciones del año del Centro Cultural Casa Purcell “Guardaluces” de Rosalía Cárdenas y “Escorzos, etología de lo humano” de Alejandra Ruiz reúnen en un mismo espacio dos diferentes aproximaciones al arte, una más académica y otra más contemporánea, y durante un mes presentarán el contraste entre la práctica emergente y la experiencia de décadas.

A pesar de tratarse de dos propuestas distintas y sin relación alguna entre ellas al momento de su producción, estas muestras, inauguradas el pasado jueves 15 de febrero, al encontrarse a tan sólo unos pasos de distancia en las salas de la primera planta del centro cultural, ofrecen al público un diálogo difícil de pasar por alto.

La atmósfera del desierto

En primera instancia se encuentra la obra de Rosalía Cárdenas, quien con 28 grabados al aguatinta y aguafuerte de la serie “Guardaluces” recrea los paisajes y, principalmente, las atmósferas de la geografía de su natal Músquiz.

Aunque el estilo de la artista se inclina hacia una práctica académica más tradicional, eso no le impide que en las impresiones presentes en las salas de Casa Purcell ella haya jugado con diversos formatos, tamaños, tintas y trazos para transmitir al papel algodón las imágenes desérticas.

Este juego, la experimentación con los elementos para la creación de las piezas, provee de cualidades únicas a cada una de ellas. Destacan ante la mirada del espectador, gracias a estas estrategias, aquellas obras donde las placas han sido impresas de manera superpuesta, creando rompecabezas que no tienen miedo en romper con la simetría de la composición sin que esta pierda el equilibro y resaltando zonas específicas del paisaje.

Foto: Héctor García

 

También se puede observar el manejo de los ácidos sobre la placa que imprimen en el soporte las atmósferas que la artista persigue en su obra y, por supuesto, la variedad del trazo con la que reproduce la vegetación.

El animal que 
llevamos dentro

Por su parte, la joven artista Alejandra Contreras Ruiz con “Escorzos, etología de lo humano” presenta un discurso basado en la pregunta ¿qué fue del instinto animal en el ser humano? a través de una serie compuesta por dibujos, fotografías y una pieza de arte multimedia.

Recientemente egresada del Centro de Estudios Superiores de Monterrey (CEDIM) de la licenciatura en Arte Digital, comentó que lleva desde antes de terminar su carrera desarrollando esta idea.

“Esta idea partió de una especie de crisis existencial. Me preguntaba ¿y porqué voy a empezar a trabajar? Y bueno, si no trabajas, no comes. Entonces voy a trabajar para comer, para tener un techo, una casa, que tenga un baño, con cocina, son lugares que cumplen mis necesidades fisiológicas”, explicó para Vanguardia.

“Yo me pregunté entonces ¿en qué momento estas necesidades naturales que los animales también las tienen tuvimos que civilizarlas? ¿en qué momento dejamos de hacer del baño en la tierra y empezamos a crear una tecnología que nos permitiera hacerlo de una manera específica?”, ejemplificó.

Foto: Héctor García


Así, con esta premisa como línea conductora de toda su serie, creó obras en las que el ser humano regresa a estas prácticas más “salvajes”, afines a los modos de vivir de los animales en la naturaleza, pero las presenta sin dejar de lado el hecho de que nuestra tecnología ha creado un cisma con la naturaleza.

Por ejemplo, en una de las fotografías podemos ver a una mujer desnuda sentada que bien podría decirse que está “haciendo sus necesidades en la naturaleza”, al estar sentada sobre una taza de baño en medio de la maleza.
Y mientras que las fotografías presentan sus contenidos sin recurrir a metáforas visuales complejas, los dibujos, en cambio, sí lo hacen. Las figuras formadas por líneas firmes evocan elementos de la ciencias naturales, son acompañadas en algunos casos por formas humanas —partes de su anatomía— en composiciones donde lo natural y lo humano vuelven a estar en contacto.

Como artista emergente, Alejandra asegura que continuará explorando las posibilidades de sus medios predilectos, colocando como base siempre un discurso, una idea, que guíe toda la producción.
 

Producción. Las propuestas, aunque diferentes una de otra, ofrecen al público un diálogo difícil de pasar por alto. Foto: Héctor García