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Todo queda en el sol
Considere el caso de los coches eléctricos, de los que China promete ser el mayor consumidor del mundo en los próximos años, y Alemania, su mayor exportador.
También en Occidente, cada vez más gente se rasca los bolsillos para adquirir un coche eléctrico o híbrido (eléctrico y gasolina).
La firma Tesla, fundada por el entusiasta magnate sudafricano Elon Musk para diseñar coches eléctricos más eficaces, ya cotiza en Bolsa más que General Motors, pese a que sus ventas son todavía muy inferiores a las del gigante americano.
Eso quiere decir que los grandes inversores están apostando fuerte por el coche eléctrico. Pero de nuevo, y aunque es cierto que los coches eléctricos mejorarán mucho la calidad del aire, su beneficio para el clima global dependerá de la fuente de energía primaria que alimente los enchufes donde se recarguen las baterías de esos automóviles.
Si la electricidad que llega a esos enchufes proviene de quemar carbón u otro combustible fósil, como suele ser el caso, solo estaremos exportando las emisiones contaminantes de un lugar a otro.
Cambio de actitud
Todo esto no hace más que enfatizar la importancia de la ciencia y la innovación tecnológica para resolver el problema mediante el uso masivo de la energía solar o de la energía nuclear.
Si creemos de verdad que el cambio climático es un problema no solo importante, sino también urgente, habrá que reflexionar seriamente, ahora mismo, sobre si nos interesa o no la energía nuclear. Porque esa energía no emite gases de invernadero. Un buen dilema para los ambientalistas.
No obstante, hay otro tipo de energía nuclear que resultaría ideal si los científicos logran domesticarla. Es la energía de fusión, donde dos átomos de hidrógeno (los más pequeños de la tabla periódica y los más abundantes) se reúnen para formar uno de helio (el segundo más pequeño).
El proyecto europeo ITER está muy avanzado en sus investigaciones sobre esta fuente energética que, ni emite CO2 ni genera residuos radiactivos de larga duración (es el proceso que hace brillar al sol).
O sea que nuestro futuro energético tiene solo dos salidas: o aprovechar la luz del sol, o crear pequeños soles (centrales de fusión nuclear) para calentar y activar este humilde planeta.
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