'No tenemos con qué quitarnos el frío'
A unos metros de la Sierra de Zapalinamé de Saltillo, habita Ana Luisa, en una casa hecha de madera, cartón y lámina, donde da lo mismo estar afuera que adentro... el frío se siente igual
Yo nomás le pido a Dios que no nos abandone, que no nos deje, porque el frío que se ha venido ha estado muy feo, clama Ana Luisa. Fotos: Vanguardia/Mayra Franco
Las nevadas han hecho de las suyas en la casa de Ana Luisa y le han acalambrado los huesos estos últimos días.
“Yo nomás le pido a Dios que no nos abandone, que no nos deje, porque el frío que se ha venido ha estado muy feo es de ese que a uno le duele levantarse de la cama”, dice la mujer apenas cubierta con lo necesario.
Marginación. En la Morelos Quinto Sector habitan más de 50 familias, todas en las mismas condiciones de desamparo; en ese lugar las casas son de madera y cartón.
Ana Luisa vive con su esposo en una vivienda improvisada que tiene por techo un par de láminas y paredes de madera forrada con lonas de vinil. Cada que hace frío se cubre con unas cuatro o cinco cobijas que le han dado en las juntas vecinales de la colonia Morelos Quinto Sector, donde vive.
“Nada más estamos mi esposo y yo, mis hijos cada quien tiene su casa, por eso aquí nomás nos pegamos uno al otro cuando hace frío, como el del fin de semana”, explica.
Clamor. Ana Luisa pide que le regalen hule para tapar los hoyitos por donde se cuela el aire a la casa.
Ella se dedica al cuidado de su casa, su esposo sale cada que hay chambitas de plomero, electricista, mecánico o albañil.
Porque la vida, asegura, le ha dado tanto que ha aprendido a hacer muchos oficios.
“Ahorita no ha salido nada, pero hay ratos en los que hay mucho trabajo y llega con dinerito. No le voy a echar mentiras, cobijas sí nos han dado, pero necesitamos más hule para proteger los hoyitos que nos quedan entre las paredes porque por ahí se cuela el aire y en la noche no podemos dormir”, cuenta.
Calor. Para quitarse el frío los habitantes encienden fogatas.
Para calentarse prenden en la puerta de la casa un anafre, que apagan antes de dormir. Tiene ese cuidado de dejarlo bien apagado porque teme no despertar.
“Dígales a las autoridades que nos manden más hule, más láminas pal techo. Cobijas sí tenemos pero de todas maneras cuando llueve se nos mete el agua y nos queda todo mojado varios días”, agrega la mujer.
En esa misma colonia vive José Ortiz, un obrero al que también se le mojó su casa de madera. Él, junto a su esposa, asume el riesgo de hacer una fogata en una tapadera de aluminio que le sirve de soporte para mitigar las dos nevadas que han azotado a Saltillo la última semana.
“Sí nos arriesgamos, pero qué le hacemos si adentro está bien frío. No crea que dormimos a un lado de la lumbre que prendemos, no, pero como quiera sí nos calienta un poco un rato”, asegura.
Dentro de su casa únicamente tienen una pequeña parrilla donde cocinan huevito, una pequeña mesa y a un lado está una cama destendida con cobijas que les dan los partidos en este tiempo.
Para bañarse calientan el agua en un anafre afuera de la casa, a jicarazos se quitan lo ahumado de la fogata.
“El problema no es tanto el frío, sino que a veces no tenemos con qué quitárnoslo”, finaliza.