Detrás de cada bolo de Colectivo Uno, una sonrisa con Down

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Detrás de cada bolo de Colectivo Uno, una sonrisa con Down

Felicidad. Además de tener un trabajo, los chicos conviven y disfrutan como en familia. Fotos: Vanguardia/ Héctor García
Jóvenes con este padecimiento trabajan elaborando bolsitas de dulces y pulseras, con ello han logrado su independencia económica

Un grupo de 24 jóvenes con síndrome de Down ha encontrado en el empaquetado de bolos y de pulseras, una nueva fuente de empoderamiento que eleva su autoestima e independencia económica. 
Ellos conforman el colectivo Uno Más, el cual nació en abril de este año de la mano de Salvador Felipe Dávila de León, director académico de la Universidad La Salle y de la maestra del mismo plantel, Patricia Talamás.

Este colectivo de jóvenes mayores de 16 años fue nombrado así en alusión a la presencia de una copia extra del cromosoma 21, aunque los fundadores de esta iniciativa aseguran que pueden participar jóvenes con otro tipo de discapacidad, no necesariamente Down. 

“El grupo surgió de una necesidad que vemos sobre este tipo de jóvenes, son muchachos que llegan a determinada edad y no encajan en una escuela, y si lo hacen, las actividades que desempeñan no son las adecuada para hacerlos independientes. A raíz de ello, se platicó con algunas madres de familia y algunos profesores, y coincidimos en que tendríamos que hacer algo por esos jóvenes, refiere Dávila de León. 

Uno de los objetivos que plantea este proyecto es disminuir la angustia de los padres de familia que tienen alguno de sus hijos con síndrome de Down sobre ¿qué pasará cuando ellos no estén?

El director académico de la Universidad Lasallista, quien también es padre de Alondra —una jovencita con este mismo padecimiento—, explica que tras analizar el proyecto previamente se enfocaron en realizar un diagnóstico en las habilidades de cada “niño” y capacitarlo en las tareas para lograr una independencia. 

“Esa independencia va en el sentido de movilidad y en el de situación económica. Queremos darles un oficio, porque la idea es detectar y potencializar sus habilidades”, señala la maestra Patricia Talamás. 

Inicialmente el proyecto de Uno Más inició con 2 niños; sin embargo, se ha corrido la voz entre los amigos, compañeros y conocidos, que ahora se ha conformado una comunidad de 24 personas que van desde los 16 años hasta los 42.

Los bolos de la felicidad 

Los jóvenes asisten de lunes a sábado a partir de las 09:00 y salen al receso a las 11:00 horas, junto con el resto de los estudiantes lasallistas.

Esta iniciativa ha generado revuelo entre los empresarios, al grado de que algunos han solicitado que para esta temporada decembrinas manden hacer con los jóvenes entre 3 mil y 5 mil bolos en una semana. 

Al principio, la encomienda era de 80 bolos… pero algunos empresarios decidieron apoyar a los jóvenes con este tipo de discapacidad encargándoles más y más pedidos. Al final, cada uno recibe el 10 por ciento de ganancia de cada bolo que empaca y al tratarse de una labor altruista, los capacitadores no cobran nada. 

Y es que estos niños no únicamente organizan los dulces para los bolos, también se encargan de empacar las frituras que venden en una de las cafeterías de la Universidad La Salle, arman pulseras de distintos estilos y colores, que luego venden en eventos, amigos o familiares. Además, recientemente trabajaron con una empresa en la colocación de un empaque en una pieza de metal. 

Aunque han sido diversos grupos empresariales que se han solidarizado con este proyecto, los organizadores pretenden que no únicamente tengan ocupación durante la temporada decembrina, sino que consideren que pueden realizar diversas tareas durante todo el año.

Artesanías. También han aprendido a elaborar pulseras, mismas que ponen a la venta.
¿Qué es Uno Más?Estoy feliz con Salvador, con mis amigos nuevos y quiero conocer más. Me gusta pintar los ojitos míos y me gusta pintar los demás…”.
Vero.

El talento tiene cromosoma 21 

Vero es una de las jóvenes que trabaja empacando bolos y frituras en la Universidad La Salle. Bajita, de piel blanca y cabello negro. Tiene 20 años y disfruta correr, bailar danza folklórica y tango.

Para distinguirla, uno tiene que saber que es sumamente amigable, que la coquetería es parte de su personalidad y tiene una afición a las bolsas y a las carteras.

“Estoy feliz con Salvador, con mis amigos nuevos y quiero conocer más. Me gusta pintar los ojitos míos y me gusta pintar los demás…”, dice sonriente.

Uno de sus compañeros es Luis Fernando, un niño de 16 años que está enamorado de Paulina, su novia. Él, ayer domingo participó en una competencia en Monterrey de taekwondo y a inicios del año viajará a Veracruz a una nueva presentación. 

El talento de este joven de 16 años ha traspasado las fronteras de los cromosomas, pues también competirá en Las Vegas el siguiente año y ya se prepara para los juegos olímpicos de Japón, en 2020.

CONVOCATORIA PARA UNO MÁS 

Patricia Talamás y Salvador Felipe Dávila se han encargado de buscar más y más jóvenes en esta condición para crear una comunidad más grande, por ello buscan ampliar el margen de convocatoria y que los niños que asistan no únicamente tengan down, sino capacidades distintas. 

“Tenemos a Manuelita, una chica que trae andador, y está estudiando la preparatoria abierta y no le dan trabajo en ninguna parte… pero tenemos las puertas abiertas para que los niños aprendan las opciones que tenemos para enseñarles”, dice la maestra Patricia. 

La satisfacción de una sonrisa

La mayor satisfacción de los fundadores de este proyecto es saber que están apoyando no únicamente a los padres de familia, sino a los jóvenes a que se empoderen y no dependen por completo de sus familiares. 

“Es un trabajo hermoso porque ves como florecen. Es muy bonito porque ellos se sienten útiles y porque están aprendiendo un oficio, el autoestima se les va para arriba”, refiere Patricia Talamás. 

Es un colectivo que busca elevar el autoestima de jóvenes con síndrome de Down.

Nació en abril de este año a iniciativa de Salvador Felipe de León, así como de la maestra Patricia Talamás, ambos de la Universidad La Salle.

El colectivo, asimismo, da independencia (movilidad y económica) a chicos con este padecimiento, ya que logran valerse por sí mismos.

Al inicio sólo contaba con 2 niños; ahora hay 23 personas de los 16 a los 42 años.

Se encargan de elaborar bolos; hay empresarios que apoyan la encomienda y llegan a encargar entre 3 mil y 5 mil bolsitas de dulces.

Asimismo, empacan las frituras que se ofertan en la cafetería de la Universidad La Salle.

También arman pulseras para su venta.

Los interesados en sumarse a este proyecto pueden comunicarse al 4-38-77-00 extensión 128 con la maestra Patricia Talamás.