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Arranca el último año de Peña Nieto con la sucesión en marcha
Falta un año para que termine la Presidencia de Enrique Peña Nieto y ya está la sucesión en marcha. Los aspirantes se acomodan la ropa y el Gobierno y sus críticos hacen balances.
Este 1 de diciembre empiezan los 12 meses finales de Peña Nieto, que asumió en 2012. En ese tiempo hizo reformas ambiciosas y puso tras las rejas al poderoso narcotraficante Joaquín "El Chapo" Guzmán, pero crecieron la violencia y el enojo por la corrupción e impunidad.
De acuerdo con la encuesta más reciente de Consulta Mitofsky, el nivel de aprobación a Peña Nieto está en un 26 por ciento, con una tendencia ascendente desde el pozo del 17 por ciento de febrero.
"Hemos abierto a la competencia sectores que anteriormente estaban cerrados", dijo Peña Nieto hace unas semanas al destacar algunos de los logros de su Gobierno. "Con el impulso de los sectores productivos hemos alcanzado cifras históricas en la creación de empleos”.
Los críticos hacen otros recuentos: "Este año terminará como el más violento de la historia reciente de nuestro país", señaló el director general del Observatorio Nacional Ciudadano, Francisco Rivas. "De continuar así el escenario para el 2018, la coyuntura será mucho más complicada que la de 2012".
Cuando la página del calendario pase a diciembre, la segunda mayor economía de América Latina -donde no hay reelección presidencial- se adentrará en el proceso para elegir en julio al sucesor de Peña Nieto, que asumirá por seis años cinco meses después: el 1 de diciembre de 2018.
Mientras en Estados Unidos el presidente Donald Trump, con un discurso proteccionista y antimigratorio, endureció la postura hacia México, del otro lado de la frontera un nacionalista de izquierda encabeza las encuestas: Andrés Manuel López Obrador, de 64 años.
El ex alcalde de Ciudad de México, segundo en las dos pasadas elecciones, lleva más de una década recorriendo el país con la promesa de gobernar con "autoridad moral" y austeridad para acabar con la "mafia en el poder" en la que agrupa a todos los demás.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI, centro), que dominó la política mexicana en el siglo XX y estuvo 12 años fuera del poder hasta el triunfo de Peña Nieto en 2012, lanzó la semana pasada su convocatoria para elegir candidato el 18 de febrero.
Los aspirantes deberán registrarse el 3 de diciembre, pero el hombre fuerte del PRI será, según todos los indicios, un externo: José Antonio Meade, que ocupó tres ministerios distintos en el actual Gobierno y dos en el anterior, con el conservador Felipe Calderón.
Meade, de 48 años, ex ministro de Energía, Relaciones Exteriores, Desarrollo Social y Hacienda (dos veces), se acaba de postular para ser el candidato del PRI con la decisiva bendición de Peña Nieto.
Sería la primera vez que el partido oficialista, con casi nueve décadas de historia, apuesta por un externo para la Presidencia. Es un signo de los tiempos: el PRI y el Gobierno de Peña Nieto tienen mala imagen y Meade llega con halo de independiente.
Falta saber a quién postulará un frente conformado por el ex partido gobernante Acción Nacional (PAN, conservador) y dos partidos de izquierda moderada, si es que se concreta su proyecto de coalición.
Por primera vez podrán competir también candidatos independientes. Algunos de los aspirantes son el gobernador del rico estado de Nuevo León, Jaime Rodríguez, y Margarita Zavala, esposa de Calderón.
Después de cinco años, para el presidente el balance es agridulce. Su Gobierno empezó con fuerza con reformas al sector energético, educativo y de telecomunicaciones, entre otros, que desafiaron a monopolios, sindicatos y poderes fácticos. La economía tuvo un modesto crecimiento, pero se mantuvo estable.
A partir de 2014 Peña Nieto empezó a tener problemas: 43 estudiantes desaparecidos, acusaciones de conflicto de intereses por la "Casa Blanca" -una mansión comprada por su esposa a un contratista del Estado-, corrupción de gobernadores priistas, Trump, violencia récord.
Aun así, todo puede pasar en las elecciones. En México no hay segunda vuelta y se gana aunque sea con un porcentaje mínimo. En 2006 López Obrador perdió por un margen agónico. Pese a su liderazgo en las encuestas y la baja popularidad de Peña Nieto es muy pronto para pronosticar un desenlace.