El mito de la ‘inminente’ nulidad

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El mito de la ‘inminente’ nulidad

La Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la federación puso anoche punto final a la discusión postelectoral de Coahuila al confirmar, por unanimidad de votos y sin debate, la sentencia del Tribunal Electoral de Coahuila y con ello la validez de los comicios de los cuales el IEC declaró ganador a Miguel Ángel Riquelme Solís.

A lo largo de más de cinco horas de discusión, los siete integrantes de la Sala desmenuzaron los elementos de los distintos juicios enderezados en contra de diferentes decisiones adoptadas por el Instituto Nacional Electoral y, uno a uno, se fueron diluyendo los elementos de la única razón por la cual pudo anularse ayer la elección de Coahuila: el presunto rebase del tope de gastos de campaña.

El corolario de la discusión judicial no podría ser más paradójico para quienes alimentaron, larga e irresponsablemente, la fantasía de la “inminente” anulación de la elección a partir del presunto rebase: las resoluciones votadas ayer dejaron los gastos de campaña de Miguel Riquelme por debajo del tope legal y los de Guillermo Anaya por encima de éste.

Al final, no solamente no se anuló la elección. Además de ello se actualizó el peor resultado posible para quienes empujaron en el INE la adopción de criterios incapaces de pasar el análisis jurídico: sólo Guillermo Anaya y su partido serán sancionados por gastar más de lo permitido.

El último proyecto de sentencia sometido a consideración de los integrantes de la Sala fue el relativo a la denominada –por sus autores– “impugnación más documentada de la historia”. En línea con lo ocurrido previamente con otros recursos, al exponerse el proyecto de sentencia se escucharon en forma recurrente frases como “no se acreditaron los hechos”, “los señalamientos son vagos y genéricos” o “no se aportaron pruebas”.

Así, los 14 agravios y las “más de 200 pruebas” –ampliamente publicitados pero nunca exhibidas con claridad– fueron desestimados uno a uno con señalamientos puntuales relativos a la frivolidad, ausencia de rigor y vacuidad de lo expuesto.

Con ello quedó en evidencia, no solamente la falsedad de la afirmación respecto de la “histórica” integración documental del recurso: ni fue la impugnación más documentada y además puede considerársele una de las peor argumentadas.

Personalmente he insistido largamente, en este espacio de VANGUARDIA, en mis colaboraciones radiofónicas y en mis publicaciones en redes sociales, en la inconveniencia de haber atestiguado –o participado en– este proceso, generándose convicciones a partir de la “propaganda” con la cual se acompañó la batalla judicial concluida ayer. A la luz de las sentencias emitidas, aquí algunas de las claves del fracaso del “frente digno”:

1. Confundieron cantidad con calidad y, a partir de esta idea, sólo se ocuparon de “sumar hojas” a su escrito de impugnación, aún cuando éstas sólo estuvieran llenas de tablas y datos absolutamente inútiles para probar nada.
2. Seguramente sorprendidos por la respuesta ciudadana a la manifestación convocada el 6 de junio –dos días después de las elecciones– creyeron posible crear –y mantener– un clima de crispación social a cuyo impulso las autoridades se vieran obligadas a ceder y anular la elección.

3. Emprendieron una campaña propagandística basada en la deshonestidad intelectual y ello, aunque no lo reconozcan –o lo minimicen– fue diluyendo el apoyo ciudadano hacia su causa. Y aquí es necesario hablar del apoyo “real”, del tangible, es decir, del mostrado el 6 de junio.

4. Volcaron todas sus energías a “convencer” al público de la existencia de un sólo destino posible para su empresa: la nulidad de la elección. Por ende, nunca se prepararon para el escenario contrario, el cual siempre fue una posibilidad cuya existencia prefirieron negar. Nunca entendieron algo elemental en este proceso: no se trataba de “convencer” a la gente, sino de unirla en torno a un propósito común de largo aliento.

5. Pero tampoco se prepararon para ganar la impugnación, pues jamás plantearon la ruta para designar al gobernador sustituto, ni para establecer las reglas para la celebración de nuevas elecciones. Se creyeron su propio mito según el cual, bastaba lograr la nulidad para ganar el poder.

6. Se quedaron permanentemente en la coyuntura y nunca le explicaron a los ciudadanos cómo avanzarían juntos más allá de la resolución judicial. La fragilidad del frente integrado por Anaya, Guerrero, Guadiana, Pérez y Salinas es evidente al grado de insultarse públicamente en una reciente entrevista con Ciro Gómez Leyva a la cual acudieron juntos.

7. Le copiaron a López Obrador el discurso de 2006, pero no la estrategia. Por ello nunca lograron concitar a su alrededor la solidaridad ciudadana. Muchos de quienes les han acompañado, en realidad no lo hacen por estar de acuerdo con ellos, sino por estar en contra del PRI.

Como epílogo de la historia sólo queda una pregunta por responder: ¿se someterá Guillermo Anaya y compañía al fallo judicial o mandará “al diablo” a las instituciones?

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx