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¿Cómo criar un hijo que respete a las mujeres?
El movimiento #metoo está haciendo temblar. Y así debe ser.
Durante muchos años fui madre sólo de hijas, de modo que siempre había visto el tema de la agresión sexual, el acoso y la violación desde la perspectiva de protegerlas. ¿Qué necesitaban saber para estar a salvo? ¿Cómo puedo mostrarles su valor pese a lo que digan de ellas los hombres? ¿Qué debo enseñar a estas niñitas bellas, inocentes y perfectas que no merecen que les pase nunca nada malo?
Les enseñé de pequeñas a protegerse de los extraños y a medida que crecieron, tuvimos muchas charlas referidas a la manera de hacerse cargo de sus cuerpos. Y cuando llegue el momento adecuado, hablaremos de la violación en citas y de decir “no” y de que el valor personal es algo que viene de su interior, no de cómo las tratan otros.
Pero ver todos los #metoos que aparecieron en mi bandeja de entrada de los medios sociales la semana pasada en tanto las mujeres usan el hashtag para compartir si han sido víctimas de acoso o agresión sexual me llevó a pensar que eso no basta. Si hay algo que dice la cantidad de publicaciones, es que enseñar a nuestras hijas a evitar ser blancos no alcanza.
También tiene que ver con los varones. Lo que debe cambiar es la cultura.
Ahora bien, sé que también hay mujeres agresoras y víctimas masculinas, pero la mayoría de los incidentes se refieren a varón contra mujer. Y si bien me he centrado en lo femenino durante 10 años, ahora tengo un hijo varón. Un bello, perfecto e inocente muchachito que nunca podría hacer nada malo.
Pero, ¿y si pudiera? ¿Y si lastimara a alguien? ¿Y si hiciera sentir inferior a una chica? ¿Y si le gustara cómo lo hace sentir?
Por eso, mientras leo los #metoos de algunas de mis familiares y amigas más cercanas, siento la solidaridad de la femineidad, pero más que eso, siento la responsabilidad de la maternidad. Miro a mi hijo y trato de pensar qué necesita saber para convertirse en un ser humano que no sume otro #metoo al mundo.
Mi lista no es en absoluto completa, pero hasta ahora apunté lo siguiente:
1. Los varones pueden controlarse. Todos hemos oído la terrible frase: los varones son así. Implícita en estas palabras está la idea de que los hombres no se pueden controlar. Son salvajes, revoltosos, impulsivos y calentones. No vale la pena tratar de cambiarlos ¿no? De ninguna manera. Los varones pueden controlarse tanto como las chicas. No disculparé su comportamiento y me niego a tener para mi hijo un criterio más bajo en razón de su género.
2. El consentimiento siempre importa. No imponemos el afecto físico en casa. No obligo a mis hijas o a mi hijo a abrazar y besar a familiares, entre ellos o incluso a mí. Ellos deciden cuándo y con quién se sienten cómodos manifestando estos tipos de expresiones físicas de amor. La mayoría de esos momentos son totalmente inocentes, pero quiero que mi hijo sepa que el consentimiento es importante aun en las interacciones más mínimas.
3. Los hombres de verdad intervienen. Muchas de las historias que escuché en la última semana tienen una cosa en común: había otros hombres presentes durante el incidente, pero no hicieron nada. Miraron para otro lado o, peor aún, participaron de “la diversión” porque quedaba bien hacerlo. Quiero que mi hijo sienta la responsabilidad de intervenir cuando varones y chicas no puedan hacerlo solos.
4. Es responsable. Y punto. Es dueño de sus acciones y decisiones y nunca excusaré un mal comportamiento simplemente porque es mi hijo. En nuestra casa, no permitimos usar palabras como “Me hizo enojar” o “Me llevó a hacerlo”. Cuando nuestros hijos tratan de salirse con la suya razonando de esa forma, los frenamos y los obligamos a concentrarse en el hecho de que cada uno elige y lo que elegimos nos convierte en lo que somos. Nadie puede obligarlos a hacer algo a otro por la razón que fuere. Espero que mi hijo crezca asumiendo una responsabilidad total por sus decisiones. Ha recibido el don de la voluntad, lo que significa que no hay excusa para violar la de otro. Bueno, salvo si ella está usando una falda corta y tiene una reputación porque entonces –ah, no, esperen, no hay excusa.
Por sobre todo, quiero que mi hijo sepa cómo es un verdadero hombre. Quiero que sepa que el acoso, la coerción o la degradación de las mujeres no forma parte de la definición de masculino. Quiero que sea de esos hombres suficientemente confiados como para no necesitar que alguien se sienta pequeño para sentirse más grandes. Quiero que vea a las mujeres como iguales, no como objetos.
Quiero que se estremezca como yo cada vez que una amiga o una integrante de la familia o una mujer al azar publica #metoo. Quiero que las vea y no ponga los ojos en blanco como si fuera una “hipersensibilidad”, sino que se pregunte cómo puede ayudar. Cómo puede cambiar. Cómo también él puede defender a todas esas mujeres que por fin, afortunadamente, están encontrando una voz.