Rayados es más equipo
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Rayados es más equipo
La cosecha de Rayados supone ser muy buena como para no darle crédito a su ambición de llegar coronado a destino. Por ahora, su principal virtud reposa en sus goles y en su convencimiento.
Sin embargo, el detalle es que todavía falta demasiado camino y su propio juego le exige cada vez más pruebas de estabilidad.
Por lo pronto y a su modo, el equipo da señales de refugiarse en garantías creíbles. Ya no es sólo una expresión goleadora sin fondo. Rayados ha crecido y se mueve con base a propósitos funcionales preestablecidos.
A Pachuca le ganó por una cuota de efectividad, pero también por un alto grado de compromiso colectivo. El desgaste fue mayor para mantener a flote la cabeza.
Defensa en orden, el mediocampo combativo y una ofensiva dispuesta a resolver todo lo que le llegara con intervenciones decisivas frente a cualquier escenario. Y lo hizo con altura, pese a todas las dificultades.
Porque el sacrificio también cuenta y mucho. No siempre se pueden controlar los partidos desde un dominio posicional. Se vale hacerlo también desde la protección táctica, evitando que el adversario evolucione y Rayados supo por dónde encasillar el partido.
Se encontró con un rival que buscó bloquearle los pelotazos en aras de disipar el primer recurso que tiene Monterrey para posicionarse frente al gol sin tener que masticar tanto las jugadas.
Pachuca también trató de reducirle los ángulos de tiro. Quizás el equipo de Mohamed tuvo muchas aproximaciones, pero menos ataque que en otros juegos.
Sin embargo, si algo les genera preocupación a sus adversarios es la capacidad que tiene Rayados para ubicar una situación a modo y transformarla en premio.
Lo ejemplificó con el gol de Funes Mori. En la construcción de la jugada que necesitó apenas dos toques y un pase a la red.
Y otra cualidad de este equipo que provoca estrés en sus rivales es disponer de campo abierto. Con espacios, Rayados descarga el veneno letal.
El 2-0 de Hurtado fue una lección de precisión y combinación en velocidad. Aceleración y profundidad. Técnica y definición. Virtudes inoxidables que revalorizan a este equipo en cada partido.
Rayados ya no sólo es gol. Ahora los sostiene. Ha aprendido a leer por dónde va el juego. Sabe que si los centrales y los laterales están en la misma órbita liberan a los volantes de cargas laborales extras.
Por eso lució Jonathan González, porque se dedicó a proteger su zona sin distracciones adicionales. Por eso Medina -proyectándose- y Vangioni -marcando- fueron eslabones preponderantes.
Por eso Pabón y Hurtado fueron más desequilibrantes. Porque hoy en Rayados, cada quien hace lo suyo con más naturalidad gracias al respaldo de los demás. Sin egos, hay más equipo.