Caty, la mujer que luego de 29 años de abusos dijo 'no', y ahora lucha por sus hijos

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Caty, la mujer que luego de 29 años de abusos dijo 'no', y ahora lucha por sus hijos

Optimista. Aunque hay días en los que no tiene dinero para comer, siempre sonríe. Fotos: Vanguardia/MARCO MEDINA
Esta esforzada mujer —para vivir— se dedica a desbrozar terrenos, a quitarles la mala hierba para embellecerlos; algo así hace con su vida
Esa vez no me pegó, me habló con palabras altisonantes y me empezó a tirar la ropa”
Caty

Caty quita la hierba crecida de la primaria del Ejido Jagüey de Ferniza. Esta mañana debe buscar dinero para darle de comer a sus hijos. Por el trabajo, que le lleva tres o cuatro horas, le pagarán unos 50 o 60 pesos. 

Desde hace seis meses busca la manera de obtener dinero para mantener a sus dos hijos de 10 y 5 años, después de huir de la violencia de la que era víctima por parte de su expareja. 

Para llegar a Jagüey de Ferniza desde Saltillo, se debe tomar la carretera a Zacatecas. Después de recorrer unos 30 kilómetros, pueden verse desde la carretera las casas de las alrededor de 120 personas que habitan allí. 

Apoyo. Una de las tías de su esposo la apoyó para construir un cuarto de block, que todavía está en construcción.

Casi todos los habitantes del rancho conocen a Caty y su historia. Caty es una mujer de piel morena y de estatura baja. Aunque hay días en los que no tiene dinero para comer, siempre sonríe. Esta mañana deja unos minutos su trabajo provisional de deshierbar el patio de la escuela para platicar su historia, pedir apoyo de la ciudadanía y poder darles un mejor futuro a sus hijos. 

El cuarto donde ahora vive con sus dos hijos está construido de lámina y madera. Después de disculparse por la ropa que está desordenada en la cama y la mesa (por la falta de un guardarropa), me pide que pase y me siente.
No hay espacio, apenas caben dos sillas, pero ella prefiere sentarse en el hueco que queda en su cama. Allí duermen ella y sus dos hijos.

Recuerda muy bien la última vez que vio a su expareja. Fue en enero de este año, cuando ella viajó a Saltillo para comprar algo de comida que le hacía falta. Cuando llegó, su esposo comenzó a gritarle en el primer cuarto de la casa de dos pisos en la que antes vivían. Los celos tenían a Gustavo enfurecido y empezó a tirar a la basura y a un terreno baldío la ropa que Caty tenía en el suelo. 

Abarrotado. En el pequeño espacio en el que vive, Caty hace milagros para acomodarse.
Siempre que iba a algún lugar iba por mí, hasta de la iglesia iba y me sacaba.”
Caty

“Esa vez no me pegó, me habló con palabras altisonantes y me empezó a tirar la ropa. Me dijo que si no la recogía, mejor la iba a tirar. Yo acababa de llegar de Saltillo porque fui a comprar unas cosas, por eso se enojó. Siempre que iba a algún lugar iba por mí, hasta de la iglesia iba y me sacaba”, cuenta.

Soportó durante 29 años los celos y la actitud posesiva de Tavo, quien durante ese tiempo la empujaba, le gritaba y, en una ocasión, le dio un puñetazo en la cara sin importarle quién estuviera enfrente. La última vez que la violentó, Santos (5) y Edith (10) vieron todo. Mientras su papá tiraba su ropa e insultaba a gritos a su mamá, ellos lloraban asustados. 

El miedo a que le diera un golpe animó a Caty a salir de la casa, y junto con sus hijos, caminar los 40 minutos que hacía hasta la primaria y contarle al maestro, encargado de darles clases a los estudiantes de primero a sexto, que su esposo estaba muy enojado. 

Laboriosa. La vida no es fácil para nadie, pero a Caty se le ha complicado más; aunque no se rinde.

El profesor le recomendó que llamara a la Policía. Cuando la unidad llegó, determinaron que no podían llevarse a Tavo porque durante la discusión no hubo golpes, y por lo tanto, ninguna falta administrativa. 

“Cuando mi esposo vio la patrulla se asustó mucho, pero ya cuando los policías dijeron que no se lo podían llevar porque no hubo golpes, empezó a burlarse”, rememora. 

Caty decidió sacar la estufa, una mesa y los dos colchones que tiene para irse a vivir durante un mes con su hija mayor. El maestro de la escuela le ofreció un salón que estaba disponible para que se quedara allí con sus dos hijos. 

ASAMBLEA Y ACUERDOS

A principios de mayo, los ejidatarios hicieron una asamblea en la que aprobaron regalarle un espacio de tierra para que construyera un cuarto. Por la falta de recursos y para ahorrar el poco dinero que sacaba, recolectó madera, hule y algunas láminas para construir un tejabán. 

Para Catalina era suficiente tener un lugar donde dormir, aunque fuera en un cuarto hecho de madera, que se goteaba en cada lluvia. Sin embargo, dos meses después, una de las tías de su esposo la apoyó para construir un cuarto de block que todavía está en construcción. 

Ella pensó que viviría durante más tiempo en el tejabán, saca unos 300 pesos a la semana al deshierbar algunos terrenos o en un invernadero y, desde que se separó y solicitó el divorcio, su expareja no la apoya. La construcción de un cuarto con bloc para ella era impensable. 

Alojo. El cuarto donde ahora vive con sus dos hijos está construido de lámina y madera.

LO QUE LE FALTA LA PONE A PENSAR

Caty sigue sentada en la cama de su casa. Dice que por la falta de un refrigerador y de electricidad, lo único que compra son alimentos enlatados, algo de leche y usa a diario lo que puede echarse a perder. Durante las noches, alumbra su cuarto con veladoras. 

Aunque la construcción de su nuevo cuarto está por concluir, Caty todavía no tiene dónde colocar su ropa y la de sus hijos. Todavía hace falta una taza para el baño. Le gustaría tener un refrigerador y una estufa, pero también le faltan los cuatro mil pesos que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) le cobra por hacer un contrato de luz y colocar un nuevo poste cerca de su nueva vivienda. 

EDUCACIÓN DE SUS HIJOS ES SU AFÁN

Sus hijos recién entraron a la escuela. La mayor cursa el cuarto grado en la primaria y Santos está en el jardín de niños del rancho. Catalina no tiene qué preocuparse por comprar uniformes, pues ésos los regala el gobierno. Pero no ha podido comprar tenis y zapatos para sus niños.