Enjuiciar a Norberto Rivera no es venganza, es mínima justicia para las víctimas de pederastas: Athié

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Enjuiciar a Norberto Rivera no es venganza, es mínima justicia para las víctimas de pederastas: Athié

Alberto Athié lleva 20 años en lucha contra el silencio de la Iglesia Católica mexicana ante los crímenes de pederastia clerical

Al ex sacerdote Alberto Athié Gallo le sorprendió que el Cardenal Norberto Rivera Carrera dijera en diciembre pasado, ante los medios de comunicación, conocer de “unos 15 sacerdotes” que han recibido sentencias de la Santa Sede por delitos de pederastia cometidos en México.

“Sentencias que, afortunadamente, no tenemos que dar nosotros; aquí tenemos que hacer la investigación, se manda toda la documentación a la Doctrina de la Fe, a Roma, y el Santo Padre es el que ha tomado las decisiones en esos casos tan dolorosos, porque sí han sucedido aquí en México”, dijo Rivera Carrera entonces.

Reunido con periodistas en un “desayuno navideño”, el comentario fue parte de la respuesta que el Cardenal dio a una pregunta sobre cómo había vivido “los ataques” y señalamientos de que había protegido a sacerdotes presuntamente pederastas, como Nicolás Aguilar Rivera, acusado en Los Ángeles en 2014.

“Afortunadamente, en aquellas cosas de que he sido acusado, por supuesto que el que ha hecho esas denuncias no tiene ninguna prueba”, dijo Rivera. “Yo no he protegido absolutamente a ningún pederasta”, agregó.

Para Alberto Athié, en cambio, la afirmación de Rivera Carrera es una evidencia suficiente como para que la Procuraduría General de la República (PGR) inicie una investigación que determine si encubrió o no a esos 15 sacerdotes cuyos casos, afirma, deberían ser procesados por la justicia civil y no sólo eclesiástica.

“Él dice literalmente que los investigó, que envió los expedientes a Roma, que los encontraron responsables y los sentenciaron. Esos expedientes no deben estar sólo en Roma, o en el Archivo de la Diócesis: esos expedientes, por deber de ciudadano mexicano, tienen que estar en manos de las autoridades competentes, porque los que han quedado en absoluta indefensión, abandono y desprecio son, otra vez, las víctimas. ¿Donde están? ¿Quiénes son? ¿Qué ha pasado con sus procesos de justicia?”, dice Athié en entrevista.
Con las declaraciones de Rivera, contenidas en un video de la casa productora de la Arquidiócesis, Athié y el también ex sacerdote José Barba se presentaron el pasado mes de junio en la PGR para denunciar el probable delito de encubrimiento por parte del Cardenal, que quedó pendiente de investigación en la carpeta FED/SDHPDSC/UNAI-CDMX/0000425/2017.

“Lo que nos interesa es que se haga, de veras, una investigación a fondo de la realidad de estos procesos de encubrimiento y, por tanto, la primacía de la verdad. No nos interesa la venganza ni el desquite, sino la verdad, que de la verdad se llegue a la responsabilidad, y que esa responsabilidad lleve a fincar presuntos delitos y sea consignado para que, en procesos orales, (las víctimas) pudiesen dar la versión de lo que han vivido y de los daños que han sufrido para que el juez determine la responsabilidad del presunto encubrimiento del Cardenal Rivera”, explica.

Foto: Tomada de Internet
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ANTES DE 2010, ‘NO SE TENIA OBLIGACION DE DENUNCIAR’

Consultado sobre la denuncia de Athié ante PGR, el vocero de la Arquidiócesis Primada de México, Hugo Valdemar, envió a este medio un posicionamiento que menciona que la acusación “tiene su origen en un odio personal” y que carece de pruebas.

Sobre los 15 casos de los sacerdotes sentenciados que Rivera mencionó en el desayuno, Valdemar explica que “entre ese grupo de 15 sacerdotes, hay, en efecto, acusados por el delito de pederastia; sin embargo, el Cardenal Norberto Rivera Carrera envió esos casos a Roma, donde se les llevó a cabo un juicio, y el Santo Padre determinó su expulsión. Eso no es encubrimiento; encubrirlos habría sido no tomar ninguna acción contra ellos, cambiarlos de parroquia, ocultar los hechos o darle largas a la familia, pero nada de eso ocurrió. El señor Cardenal actuó de forma debida, según la ley canónica”.
Valdemar agrega que, antes de la reforma de 2010 al Código Penal Federal, no existía la obligación para que quienes conocieran de abusos contra menores presentaran denuncias ante autoridades civiles.

“Ignorando la ley o soslayándola con toda mala intención, afirman que el Cardenal Rivera Carrera debió haber denunciado ante la ley civil a dichos sacerdotes retirados de su ministerio por el Sumo Pontífice. Sin embargo, la mayoría de estos ex ministros cometieron dichos ilícitos antes del 2010, año en que se llevó a cabo la reforma al Código Penal Federal que obliga a personas o instituciones a dar parte a la autoridad en caso de tener conocimiento de un abuso contra un menor; antes de esta reforma, no se tenía esta obligación. Se ha registrado un caso posterior a esta ley, mismo que en su momento fue denunciado ante la autoridad; es decir, que el Cardenal Rivera Carrera ha actuado conforme a las leyes canónicas y civiles”, dice el vocero.

Athié lleva 20 años en lucha contra el silencio de la Iglesia Católica mexicana ante los crímenes de pederastia clerical. En 2003 renunció al sacerdocio por lo que consideró protección del Cardenal Norberto Rivera Carrera y de los diferentes papas hacia el sacerdote mexicano Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo y uno de los casos más conocidos de abuso sexual contra menores.

En 2014, Athié también fue testigo en una corte de Los Ángeles durante el juicio realizado al sacerdote mexicano Alberto Aguilar, quien llegó ahí, de acuerdo con reportes de prensa, cuando en México fue señalado y luego acusado también allá de cometer delitos sexuales contra al menos 26 menores.

“(Rivera) se refirió al caso de Los Ángeles, y que logró, según él y su equipo, ser exonerado; pero sabemos que lo que pasó fue que el juez dijo que no tenía elementos para atraer a su jurisdicción el caso de Rivera, porque las mismas acusaciones de protección al padre Nicolás Aguilar que se ejercieron contra el Cardenal (Roger) Mahony, allá sí encontró el juez elementos no sólo para declarar encubrimiento y daño a muchos niños, sino que además sancionó al obispo Cardenal de Los Ángeles. La Arquidiócesis tuvo que pagar indemnizaciones muy altas y el Arzobispo tuvo que renunciar al cargo por el mismo delitos. Es decir, que si hubiera atraído el caso de Rivera, muy probablemente hubiera quedado implicado como responsable de ese caso”, afirma.

“¿Qué pasa en México? En México nunca se ha tocado, en toda la historia que yo conozca, a un obispo o arzobispo y menos a un Cardenal por acusaciones en su contra por la posible comisión de delitos. Nunca. Llevamos 20 años; no somos improvisados, no estamos viendo de qué manera encontramos la forma de pegarle al Cardenal y ahora que va de salida, no: llevamos 20 años luchando para demostrar, porque hemos demostrado con investigación, estudios, testimonios, que el Cardenal Rivera ha sido un sistemático encubridor de sacerdotes pederastas desde que estaba en Tehuacán, hasta el caso del padre Maciel, que fue el primer caso público en la Ciudad de México”, agrega en entrevista.
–¿Hay información de quiénes serían estos 15 sacerdotes?

–Lo primero que a mí en, lo personal también me sorprendió, es que él haya, además de decir que nunca encubrió a nadie, [asegurado] que siempre salió limpio. Yo sí creo que el logro del Cardenal Rivera, en términos institucionales, es nunca haber sido imputado de ninguna responsabilidad, nunca haber llevado a tribunales a ningún sacerdote, salvo uno, que es el padre Carlos López, que no ha sido sentenciado, y además nunca haber tenido una protesta pública o acusaciones masivas de víctimas, como ha pasado en otros países. Entonces, él es como un modelo de obispo exitoso en materia de impunidad y de protección. Yo sí creo que, en ese sentido, obviamente, esta declaración suya de decir ‘nunca he protegido a nadie, si tuve 15 casos’ que están relacionados no con cualquier tema, como dice el vocero Hugo Valdemar, sino relacionados estrictamente con el tema de la pederastia, porque además de decir ‘tuve 15 casos’, dice ‘los investigué, mandé los expedientes a la Santa Sede, a la Congregación de la Doctrina de la Fe, que es la que se dedica a ese tipo de delitos, y allá fueron sentenciados’. Afortunadamente, dice él, ‘yo no tuve nada que ver en las sentencias’. Entonces, en ese sentido, él se ufana y se siente un obispo limpio en su conciencia porque cumplió con su deber religioso y, bueno, tendrán sus procedimientos adentro y son respetables en la medida que cumplen con las leyes de los países donde están, que ese es el gran problema de la Iglesia Católica no sólo en México, sino en todas partes en el mundo: se han dedicado a manejar internamente los miles casos que tienen de pederastas, que han abusado (…) sin reportarlos a las autoridades y buscando el menor daño posible a la imagen institucional y al prestigio de sus representantes.

–¿Esta sería la primera vez que se inicia un proceso penal contra Rivera?

–Yo sí creo que ha habido varias denuncias; de hecho, incluso, recuerdo una del PRD en contra del Cardenal Rivera cuando se supo todo respecto de Maciel […] encubrimiento de un criminal, tal cual, nunca prosperó. Esto fue cercano a 2010, yo presenté una denuncia contra al Arquidiócesis de San Luis Potosí, nunca han prosperado más allá de la presentación de la denuncia, o se guarda silencio o se desecha, como fue el caso de San Luis.

Esta sí es la primera vez que se presenta una denuncia formal contra el Cardenal Norberto Rivera por presunto delito de encubrimiento de pederastas y, por tanto, es un delito federal, que prospera en términos de que se le abre una carpeta de investigación.
–¿Quiénes considera que son quienes han protegido políticamente a Norberto Rivera? ¿Cuáles son sus vínculos con el poder?

–Va a salir un libro, que vamos a publicar varios y varias, y una parte de mi análisis es precisamente ese: Norberto Ribera viene de la Arquidiócesis de Durango en el tiempo […] en el que el PRI está en una grave crisis interna y necesita un reposicionamiento, y ahí viene la promesa de la reforma, y primero de reconstruir otra vez las relaciones Iglesia-Estado, y por otro lado de darle finalmente un estatus jurídico a la iglesia, pero eso implicaba, por un lado, ser un aliado histórico del PRI, que creo que todavía sigue la mayoría de los obispos.

Por otro lado, está todo el tema de la lucha conjunta a todos los procesos de lo que se llamaba en esa época Iglesias pastores, sacerdotes liberacionistas, de la Teología de la Liberación. Si ustedes recuerdan, el gran problema de Carlos Salinas de Gortari fue la guerra de Chiapas, y el responsable, comandante de esa guerra era don Samuel Ruiz; entonces, acabar con Don Samuel era acabar con ese grupo conflictivo que desestabilizaba al Gobierno, al priismo y al mismo país. Ahí es donde nacen estas alianzas muy fuertes. Pero luego Rivera se va volviendo un obispo clave en este modelo de acabar con el comunismo en México, la Teología de la Liberación y el marxismo que entraba por la puerta de la Iglesia. Es decir, el gran problema para el papa Juan Pablo II era que el comunismo estaba entrando en América Latina a través de la Iglesia, cuando ellos habían luchado por liberar a Polonia y Europa del Este del comunismo. Entonces este grupo, que se llamó el Club de Roma, era clave para consolidar un modelo de iglesia que le diera fortaleza al régimen priísta y, por otro lado, acabara con el enemigo público número uno. Pero, dentro de eso, se necesita una iglesia impoluta, perfecta y, por tanto, no caben los pederastas, no caben los disidentes y no caben los contestatarios. Entonces, Rivera se convirtió precisamente en el jugador de esas tres claves para fortalecer un modelo como el que hoy se está derrumbando en todos lados: una iglesia poderosa, muy fuerte moralmente, en apariencia, porque no tiene problemas internos; una Iglesia que acaba con los disidentes, y en eso la lucha de todos los obispos liberacionistas, y eso muestro en el análisis, cómo fueron pegándole a todos los disidentes del norte y a los liberacionistas en el sur-sureste. Por eso Norberto Rivera fue enviado a Tehuacán y ahí acabó con el Seminario Regional del Sureste, que daba formación a los sacerdotes de la zona sur sureste del país, que es extremadamente pobre, con mayorías indígenas, totalmente al margen del modelo de Tratado de Libre Comercio que pretendía Carlos Salinas.

–¿Obtuvo Norberto Rivera impunidad a cambio de acabar con los sacerdotes liberacionistas?

–Era parte de la alianza que estos modelos económicos lograran consolidarse. Eso lo tenía clarísimo Carlos Salinas de Gortari. Ahora, ¿qué le tocó a él? Por un lado acabar con los obispos, sacerdotes, comunidades de base, que le apostaban a los cambios estructurales, a una democratización que pasara por un modelo social cristiano, o socialista; estaba en debate esa cuestión. A él le tocaba, desde aquí, acabar con eso y su papel más importante fue acabar con los obispos más importantes, sobre todo con don Samuel Ruiz, que es donde narro hasta dónde fueron capaces de llegar con tal de acabar con Don Samuel, cuyo efecto más grave y más dañino fue la masacre de Acteal (en 1997). Norberto jugó estos papeles y, cuando lo hacen Arzobispo de México, ya venía con la experiencia de haber logrado que Nicolás Aguilar se fuera a Estados Unidos y que no pasara nada en Tehuacán, a las víctimas las convenció de que no denunciaran; logró acabar con el Seresure. Entonces, se muestra el perfil de un obispo duro, intransigente que cumple con las consignas que le encomiendan y, bueno, se lo trajeron a la Arquidiócesis de México, donde pensó que podía consolidar el modelo de obispo de esa naturaleza.

– ¿Esperaría que la PGR citara a declarar a Rivera?

Lo tiene que hacer; es un tema que la ley le obliga a hacerlo. Él dice literalmente que los investigó, que envió los expedientes a Roma, que los encontraron responsables y los sentenciaron. Esos expedientes no deben estar sólo en Roma o en el archivo de la Diócesis; esos expedientes, por deber de ciudadano mexicano, tienen que estar en manos de las autoridades competentes, porque los que han quedado en absoluta indefensión, abandono y desprecio son, otra vez, las víctimas. ¿Donde están? ¿Quienes son? ¿Qué ha pasado con sus procesos de justicia?
– ¿No sabemos si estos casos son del padre Maciel?

Esa es una pregunta que tiene que resolver el Arzobispo, cuando dice que atendió 15, ¿quiénes son? Todo debe partir de denuncias. ¿Cuántas víctimas son de cada caso de los 15? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que la mayoría de los pederastas clericales son abusadores sexuales seriales; es decir, la mayoría tienen muchos casos en sus procesos de abuso que han tenido, porque los dejan en los cargos sacerdotales muchos años o los cambian sabiendo que son abusadores, entonces acumulan casos; es decir, es un modelo de abuso gravísimo en el mundo. La cuestión es cómo logran abusar de tantos niños y por tanto tiempo y en tantos lugares distintos si no son protegidos de alguna manera.