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Dar créditos a población marginal genera más pobreza: UNAM
Ciudad de México. El microfinanciamiento, destinado para la población que ha sido marginada de los servicios bancarios, lejos de coadyuvar al combate a la pobreza ha generado sobreendeudamiento entre la gente de menores recursos, principalmente mujeres, advierte un análisis difundido por el Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
En México el sobreendeudamiento en este sector aumentó 248 por ciento entre los años 2000 y 2015, casi 5 veces más que el crecimiento de 53 por ciento registrado en Perú, otro de los países donde el microfinanciamiento se ha desarrollado, advierte la investigación de Roberto Soto Esquivel de la unidad académica de estudios del desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, pero publicada por la UNAM.
El riesgo en la cartera de las microfinanzas, mayor a 30 días, pasó de representar apenas uno por ciento al principio de siglo a casi 5 por ciento en 2015 pero en Perú el aumento fue de 4 a 6 por ciento. Esto, según el investigador, “puede ser una expresión de inicios de crisis financiera”.
México y Perú destacan entre los países de América Latina por la expansión de los microcréditos que han registrado pero la investigación sostiene que los resultados demuestran que la rentabilidad de las microfinancieras y el costo crediticio son altos, incluso por encima de los bancos, pero los beneficios sociales no son claros y, en cambio, provocan problemas de endeudamiento.
“El uso del crédito en México y Perú no están creando las condiciones para poder combatir la pobreza… La industria microfinanciera ha tenido un desenvolvimiento financiero aceptable, sin embargo, los resultados sociales no son los que se esperaban. Se puede afirmar que no existe evidencia que demuestre que las finanzas han permitido salir de la pobreza a sus usuarios pero sí han beneficiado a las instituciones de microfinanzas”, indica el autor.
Una característica del modelo microfinanciero es que se aprovecha la vulnerabilidad de los más desfavorecidos, principalmente mujeres que son utilizadas como “sujetos financieros” para empoderarlas, pero que terminan cargando con deudas porque a menudo los microcréditos que reciben los usan sólo para tener liquidez inmediata que solvente alguna contigencia.
En otros casos, los préstamos otorgados se canalizan al autoempleo y a empresas informales, también a cargo de mujeres en su mayor parte, y se deja de lado a las micro, pequeñas y medianas empresas formales, sean nuevas o ya existentes, para que pueden generar empleos y ser más productivas.
Los microcréditos, sostiene, han ayudado al sector informar y a la expansión de changarros, cuyos trabajadores no tienen seguridad social porque en su mayoría son unidades económicas familiares.
El investigación sentencia que las microfinanzas es un modelo de negocios privado donde la ganancia es el principal objetivo y las mujeres son el cliente más importante, pero no hay evidencias de que la pobreza disminuya y, en cambio, “las microfinancieras obtienen enormes ganancias por el excesivo cobro de intereses”.
También critica que el Estado se aleje de sus funciones primordiales como otorgar condiciones necesarias para que la población más pobre salga del atraso e incluso sostiene que hay “una simulación” en el uso de los microcréditos por parte de los gobiernos locales porque crean programas de créditos para que la población emprenda algún negocio cuando en realidad sólo se tratan de “transferencias monetarias que sólo sirven como uso político de los programas sociales”.