El secreto de Ramos Arizpe

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El secreto de Ramos Arizpe

Las Termas de San Joaquín son posibles por el ingenio, la visión y el impulso económico de un verdadero héroe: el arquitecto Eduardo Barragán

El municipio de Ramos Arizpe pareciera perderse en un área metropolitana creciente. Cientos de industrias aparecen en sus límites con Saltillo y no nos imaginamos que haya mucho más que trasnacionales en su territorio. Alguna vez, por curiosidad, fui a conocer su plaza de armas y edificios representativos, por cierto nada extraordinarios.

Cuando al final de la novela “Las Injusticias de la Guerra”, escrita por mi abuelo coahuilense Apolonio Gómez Cortinas en 1936, aparece La Reata, Ramos Arizpe, como el lugar donde la creó, tuve el deseo de conocer esa estación de trenes que actualmente ostenta el nombre de General Coss y que es cercana a Espinazo, Nuevo León.

En Ramos Arizpe, Coahuila, existe un pueblo emblemático en la Revolución mexicana que fue testigo del enfrentamiento entre cinco mil hombres de la tropa de los federales y un batallón villista. Ese pueblo es San Francisco de Paredón.

Mucho se ha escrito al respecto de la Batalla de Paredón –incluso Vito Alessio Robles como testigo presencial– que culminó el 17 de mayo de 1914. En esta batalla participó también mi abuelo Apolonio, así que cuando comí en la sencilla fonda de doña Juanita Cedillo, en Paredón, en cuyas paredes están colgadas fotografías del Centauro del Norte y luego recorrí las calles del lugar observando su plaza principal con centenarios árboles rompe vientos y su pequeña iglesia católica pintada completamente de azul añil, estaba contemplando el mismo paisaje de casas, cerros y montañas que dio marco a la llegada en tren de los refuerzos para el ejército de Francisco Villa que logró tomar un pueblo-estación, que estaría más olvidado si no fuera por esta circunstancia histórica.

Pero en este rincón norestense en el que hay dentro de un perímetro de 20 kilómetros otras pequeñas comunidades, como La Azufrosa, existe un verdadero tesoro ya no tan secreto, pues lo han disfrutado miles de turistas extranjeros, pero no suficientes mexicanos.

Las Termas de San Joaquín son posibles por el ingenio, la visión y el impulso económico de un verdadero héroe anónimo a quien conozco hace más de 20 años, ya que ambos somos parte del consejo del Museo de Paleontología, Antropología e Historia “Bernabé de las Casas” en Mina, Nuevo León, además de que nos une nuestra admiración por la danza y música flamenca: me refiero al arquitecto Eduardo Barragán.

Conozco a muchas personas adineradas y poderosas dentro y fuera de México, pero pocos como Eduardo Barragán por su altruismo sin necesidad de reconocimiento alguno. Hace muchos años cuando tuvo la idea de construir un espacio para promover teatro familiar, lo acompañé para solicitar los permisos de la autoridad municipal de Monterrey. Ahora el espacio es parte de un complejo de oficinas, salas, lugares para recepciones y una escuela que ha resignificado la colonia en la que se encuentra el conjunto arquitectónico.

El arquitecto Barragán ha incursionado en la agroecología apoyando a campesinos de las áreas rurales del sur de Nuevo León. Pero en la construcción de las instalaciones de las Termas de San Joaquín tiene su mayor legado, porque de manera ordenada e inteligente potenció la riqueza de las aguas azufrosas del lugar, construyendo un lugar único en el que se puede disfrutar de estas aguas con características terapéuticas, que van de los 30 a los 45 grados centígrados y que poseen minerales que las hacen propicias para el relajamiento.

Algo que me pareció muy relevante es que el personal de base que atiende el sitio es del pueblo de Paredón que apenas cuenta con… habitantes, porque en un pueblo en el que existe analfabetismo, capitalizar a su gente para apoyarlos en la construcción de capacidades es algo verdaderamente valioso.

Uno de los atentos empleados de las Termas de San Joaquín me indicó cómo llegar a La Reata, comunidad en la que seguramente trabajó mi abuelo Apolonio mientras dirigía la construcción de algún puente para uso ferroviario. La experiencia vivida me hizo recordar a mi ancestro y me permitió dimensionar más aún la figura gigante de Eduardo Barragán.