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Decadencia Petrolera: El ocaso de Ciudad del Carmen
Texto: El País/
Ilustración: Alejandro Medina
CIUDAD DEL CARMEN.- A sus 30 años, Iván Roldán lleva una década viendo salir y entrar barcos en el muelle principal del puerto de Ciudad del Carmen. La mayoría –por no decir todos– tienen como origen y destino una de las decenas de plataformas que se dibujan en el horizonte marítimo. La actividad, hace no tanto frenética, ha caído en picada: a medida que la sonda petrolera de Campeche declinaba por una mezcla de agotamiento de los recursos y falta de inversión, la actividad se ha esfumado. “Hace dos años salían 20 lanchas al día con personal, alimentos y material. Hoy, son 12 en un día de movimiento”, dice bajo el sol abrasador del mediodía embutido en un inconfundible overol (mono) naranja que le hace sudar a mares. “Esto está muerto”, dice mientras señala a los muelles.
Cerca, a unos dos kilómetros de allí, en el malecón de la ciudad campechana, un grupo de jubilados observa con inquietud media docena de barcos varados en mitad de la bahía. Muchos de ellos pertenecen a Oceanografía, una empresa que la crisis petrolera dejó en suspensión de pagos que ha optado por dejar ancladas sus embarcaciones al albur del salitre: es mucho más barato tenerlos allí que en un amarre. Manuel Pérez y Joaquín Martínez, de 79 y 80 años, son los más habladores de la habitual reunión matutina de mayores. Su diagnóstico es unánime: “El petróleo ha sido la mayor desgracia para esta ciudad; trajo trabajo, sí, pero no para los locales”. El camarón (gama), dicen, sí daba dinero a los carmelitas. “Y estaba mejor distribuido”, añade Martínez mientras mira el horizonte descargando su peso sobre un bastón.
Ciudad del Carmen ha vivido medio siglo bajo la sombra de la maldición de las materias primas –el riesgo de que la abundancia de recursos naturales acabe derivando en una crisis económica por concentrar el grueso de su actividad en un único sector–. Primero fue el camarón: en pocos años, la urbe pasó de ser un pequeño pueblo costero del Golfo de México a convertirse en una de las capitales latinoamericanas de este crustáceo. Las exportaciones se multiplicaron, y la población y el empleo crecieron exponencialmente en una ciudad que no destacaba por su riqueza y que acababa de dejar atrás una crisis económica de envergadura.
Ese capítulo de su historia llegó drásticamente a su fin en 1971. El descubrimiento del enorme yacimiento petrolero de Cantarell –a la postre, gallina de los huevos de oro para la economía mexicana– cambió por completo la fisionomía regional. Los pescadores abandonaron sus barcas inducidos por las autoridades, miles de trabajadores de otros estados mexicanos fueron reclutados para trabajar en la incipiente industria petrolera y muchos locales abrieron pequeños negocios en el sector servicios: desde tabernas en las que los marineros reponían fuerzas cerveza en mano, hasta tiendas de abarrotes o casas de cuartos para rentar a los trabajadores de las plataformas. Los precios se dispararon –“hasta hace bien poco, un restaurante en Carmen no era mucho más barato que uno similar en la Ciudad de México”, recuerda un empresario que pasa la vida a caballo entre ambas urbes y las conexiones aéreas crecieron exponencialmente –también los precios de los boletos: no había ni un asiento libre–. El dinero, en fin, fluía generosamente.
Poseen 5 empresas 83% de la inversión, a dos años del arranque de subastas
El 16 de julio se cumplen dos años del arranque de la primera subasta petrolera en México. Desde entonces se han licitado 69 campos de hidrocarburos de los cuales se adjudicaron 48 y de estos, cinco empresas ‘prendieron’ el sector al ganar 20 áreas o 42 por ciento del total de zonas asignadas por la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH).
Las firmas son la mexicana Sierra Oil & Gas, que se quedó con cinco campos; la italiana ENI que se hizo de cuatro; Renaissance Oil Corp, también con cuatro; la francesa Total con cuatro y Petronas PC Carigali con tres.
Estas compañías y sus socios -con los que ganaron en consorcio- ejercerán una inversión conjunta en producción y exploración para los 20 campos -durante toda la vida de los contratos- por 38 mil 190 millones de dólares, 82.7 por ciento del total estimado a ejecutarse.
Esto equivale al presupuesto de tres años del gobierno de la CDMX o la inversión que realiza Pemex en dos años.
El próximo 12 de julio se llevará a cabo la sexta y séptima subasta de campos petroleros, las Rondas 2.2 y 2.3, en las cuales participarán 25 firmas para ganar alguna de las 26 zonas de hidrocarburos en tierra que se licitarán.
Para ejecutivos de las ganadoras en las subastas el triunfo es mérito de sus geólogos y directores financieros al definir -con base en las reservas de hidrocarburos de los campos- la mejor oferta de regalías que dejarán al gobierno cuando inicie su producción petrolera.
También destacaron la elección ideal de un socio para formar el consorcio.“Fue un trabajo fuerte del consorcio y nuestros equipos, nos sentimos felices con los resultados obtenidos”, dijo Iván Sandrea, director general de Sierra Oil & Gas, después de ganar junto con Repsol el bloque 11 en aguas de la licitación de la Ronda 2.
Juan Manuel Rojas, director corporativo de nuevos negocios de EcoPetrol, destacó la importancia de que los intereses de las empresas socias sean comunes para generar una sana alianza. “(Normalmente) se busca un socio con capacidades y particularidades diferentes a las propias, pero que tengamos simetría con sus intereses”, añadió.
Gabriel Gómez, country manager de Murphy Exploration & Production, dijo que México ofrece oportunidades únicas a diferencia de otros mercados de América Latina.
LOS JUGADORES
Sierra Oil & Gas es la gran triunfadora de las subastas petroleras y nació a partir de la reforma energética. Ejecutará una inversión aproximada de 150 millones de dólares junto con sus socios Repsol, Talos Energy y Premier Oil para exploración de los campos.
Tiene el apoyo de tres fondos de inversión: EnCap Investment, River Stone e Infraestructura Institucional (subsidiaria de BlackRock).
ENI es la segunda empresa que más zonas contractuales de hidrocarburos ganó en las licitaciones con cuatro, donde aún está en proceso de exploración.
“En México los resultados son muy positivos. Avisamos a la autoridad sobre una producción temprana de los campos. Sin embargo, vamos a perforar otros tres pozos en 2017 para saber más sobre los mismos”, dijo en conferencia con analistas Antonio Vella, director de upstream de la firma. Esta compañía invierte 9 mil millones de dólares al año en exploración, aunque no ha detallado lo que inyecta en sus proyectos de México.
Después está Renaissance Oil Corp, que lidera Craig Steinke. Es una firma dedicada a la exploración y producción en México, pues además de los cuatro campos que ganó en la tercera subasta también trabaja para Lukoil en el campo que ganó la firma rusa en Veracruz.
La francesa Total también está entre las más triunfadoras con cuatro campos: tres en aguas profundas y uno en someras, éste último lo obtuvo el pasado 19 de junio.
“Tenemos el conocimiento para realizar perforaciones profundas en alta mar. Los precios de los bloques son mucho más razonables que los obtenidos en Estados Unidos. Estaremos iniciando exploración pronto”, dijo Patrick de la Chevardiere, CFO de la petrolera ante analistas.
Originaria de Malasia, Petronas tiene tres campos, de los cuales dos son en aguas profundas. En su reporte anual refiere que estos proyectos le ayudarán a asegurar la sostenibilidad a largo plazo del negocio upstream. La firma invierte alrededor de 2 mil 800 millones de dólares en exploración.
Carlos Slim Domit, presidente de Grupo Carso, presentó dos ofertas en la Ronda 1.2 y cuatro en la Ronda 1.3. Sin embargo, en ambos casos sus posturas fueron superadas por otras compañías.
Para la subasta de zonas contractuales de gas y petróleo llamada Ronda 2.3, la empresa del magnate reaparece como uno de los candidatos para llevarse uno de los contratos.
En conferencia con analistas, José Manuel Díaz, director de fabricación y servicios para la industria química y petrolera de Carso, dijo que buscarán participar en áreas donde ya tienen experiencia, pues se ven en desventaja frente a contratistas internacionales.
PetroBal es otra mexicana que estará en el proceso de la Ronda 2.3. La firma de Alberto Bailléres ganó un campo en asociación con la estadounidense Fieldwood Energy, la cual fungirá como socio operador.
Newpek, subsidiaria de Alfa, es otra de las compañías que intentará ganar un contrato en la subasta del 12 de julio, pues tras presentar cuatro ofertas en la Ronda 1.3 salió con las ‘manos vacías’.
Producción
> Sierra Oil & Gas.-Nace con la Reforma Energética; se quedó con cinco campos.
> ENI.- Es italiana y la segunda “ganona” al quedarse con cuatro campos.
> Renaissance Oil Corp.- En México trabaja para Lukoil, en un campo veracruzano.
> Total.- Francesa. También se quedó con cuatro campos, tres en aguas profundas.
> Petronas PC Carigali.- De Malasia; tiene tres campos, dos son de aguas profundas. 38 mil mdd es el monto de inversión que ejecutarán -con sus socios- las 5 firmas ganadoras.
(DE EL FINANCIERO)
De ciudad próspera a sitio con aire desolado
Algunos carros hasta hace poco de lujo ruedan por sus calles, los cuartos y apartamentos, como los hoteles, no son requeridos como antes; el pueblo se percibe de repente fantasmal la nostalgia la envuelve
Hoy, queda poco de aquella ciudad próspera. Por sus calles, todavía se ven algunos coches de lujo, herencia de un pasado no tan pretérito de riqueza, pero en las fachadas de las casas la imagen es bien distinta: centenares de carteles de “se renta cuarto” pueblan la ciudad, de 250 mil habitantes y que en los días de vino y rosas llegó a duplicar su censo gracias a la numerosísima población flotante. José Miguel Izquierdo, arquitecto de formación de 42 años que trabaja en el puerto, es uno de los carmelitas que optaron, en pleno auge petrolero, por alquilar uno de los cuartos de su casa unifamiliar ante la creciente demanda de los empleados que pasaban la mitad del mes trabajando en una plataforma y la otra mitad descansaban en tierra firme. Obtenía 3 mil pesos (166 dólares) al mes por la habitación, “lo suficiente para pagar los gastos de la casa y algo más”, pero lleva seis meses sin inquilino. El último, un trabajador de una concesionaria de la petrolera estatal, Pemex, fue despedido hace seis meses y decidió regresar a su ciudad de origen. Desde entonces, nadie ha llamado para interesarse por el cuarto en alquiler.
Lo que empezó siendo, a finales de 2015 —con la reforma energética, que preveía la paulatina sustitución de la otrora todopoderosa Pemex por firmas extranjeras con mayor capacidad tecnológica y de inversión—, un rasguño de apariencia transitoria para la economía local se ha convertido con el paso de los meses en un durísimo golpe del que no se atisba final. Lastrado por el agotamiento de Cantarell, que ha llevado a las autoridades mexicanas a poner las miras en aguas profundas en detrimento de las aguas someras, Campeche fue el segundo estado mexicano que más decreció en el cuarto trimestre del año pasado (-8.6% interanual), solo por detrás del vecino –y también petrolero— Tabasco (-10.7%).
En los dos últimos años, las petroleras y las firmas de mantenimiento y apoyo para las plataformas han dejado de contratar ingenieros, técnicos y empleados rasos. También han dejado de comprar insumos en la ciudad: se necesita menos y, la mayoría de lo que se requiere, viene de fuera. “Las pocas empresas que hoy prestan servicios a Pemex no son mexicanas: hay italianas, indias… Y vienen con su tripulación y su abastecimiento. Ni contratan ni compran local”, subraya Moisés Frutos, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas Administrativas de la Universidad Autónoma del Carmen (Unacar). Es un golpe letal para una economía, la de Ciudad del Carmen, que vivía principalmente de los servicios que prestaba al personal de las plataformas. Y eso ya es historia.
Los hoteles se han llevado, quizá, la peor parte. Verónica Ponniah atiende junto con su madre y sus hermanos el Victoria, uno de los más antiguos de Carmen. “La caída empezó en diciembre de 2015, pero la situación se agravó a mediados del año pasado”, relata al otro lado de la recepción. A su espalda, todos los casilleros de llaves están llenos: solo una de las 30 habitaciones está ocupada. “Y lo de hoy no es algo puntual: no pasamos de una o dos reservas por noche pese a haber bajado los precios en un 25%”. Ahogados por la escasez de ingresos —el 70% de quienes se hospedaban trabajaban en las plataformas—, en 2016 se vieron forzados a cerrar el restaurante del hotel y a despedir a 16 de sus 17 empleados. El próximo paso, dice Ponniah, será poner fin al negocio. “Si no lo hemos hecho ya es por una cuestión puramente sentimental”.
No muy lejos de allí, el primer centro comercial que abrió en Carmen, Plaza Real, luce hoy fantasmal. La tercera parte de los locales están vacíos y la afluencia de clientes se ha desplomado. En esta mole de tiendas, la crisis se nota mucho más que en los establecimientos a pie de calle: aquí, los comerciantes tienen que pagar rentas, a diferencia de lo que ocurre en las tiendas del centro, muchas de ellas en los bajos de sus propias viviendas. “Las de ropa [las más sensibles al ciclo económico] fueron las primeras en cerrar”, dice Andrés Rodríguez, antiguo empleado de Oceanografía y, desde su despido, guardia de seguridad del recinto. Tuvo, dice, más suerte que sus antiguos compañeros de trabajo: en su mayoría tuvieron que regresar a sus estados de origen.
El aeropuerto, hace no tanto un hervidero de viajeros, también evidencia el declive. Las aerolíneas han reducido frecuencias, sustituido aviones medianos por otros de pequeño tamaño y, en última instancia, han sufrido un fuerte descenso en las cifras de viajeros.
“La ciudad todavía sobrevive al auge de 2005 a 2015. Fue una década muy buena, que transformó la ciudad por completo”, relata Frutos. Más allá de la crisis del crudo, dice, “el problema ha sido el modelo de desarrollo extractivista: como el camarón, el petróleo es una simple extracción extensiva de los recursos sin un modelo integral de largo plazo. Y no se han creado alternativas para cuando se acabase el petróleo”. Hasta ahora, los infructuosos planes de reactivación económica le dan la razón. “Han sido errores de planeación: hubo un boom y no se gestionó bien. No se pensó en un plan B para después del auge”, añade Esther Solano, también profesora de la Unacar.
“Y el renacimiento de la industria petrolera está en el discurso oficial, pero no volverá”.