Usted está aquí
Descifrando a la Doctora Corazón
Cuando en la Librería del Fondo de Cultura “Carlos Monsiváis” comenzaron con los preparativos para el ciclo de presentaciones “Los Tercos Viernes de Junio” acordaron no acarrear gente a los eventos ni invitarlos personalmente. Por ello, entre broma y no, dijeron que esperaban un total de cero asistentes.
Para su sorpresa la expectativa fue superada y con mucho más valor, porque quien acudió lo hizo porque quiso, algo que en ocasiones es fácil de distinguir cuando la mitad de la sala está llena de adolescentes ruidosos que el dueño del recinto cultural u organizador del evento encontró platicando en la acera de enfrente y los invitó a pasar.
Chuy de León no perdió la oportunidad para en broma, comentar que hubiera preferido menos personas, unas dos o tres, así “las subo a la mesa, junto conmigo, y hablamos todos para las sillas vacías, como en la Comedia de las Sillas”, y añadió, “parece que no fue así y tengo el público que me merezco”.
El escritor saltillense y exalumno del maestro de León, Livio Ávila, introdujo a los presentes a esta recopilación de textos, publicados en la revista “Agárrense” de 2001 a 2009. Hablando de varios ejemplos del mismo libro e incluso uno sobre sí mismo, al enviar una carta a la consejera con sus inquietudes. Fue presentando a esta “mujer” que dedica su pluma no sólo a responder las preguntas de aquellos enfrascados en situaciones sentimentales complicadas -al menos para ellos- ,sino también y especialmente a escritores y artistas aquejados por penas que suelen caer en lo absurdo.
Y aunque todas las preguntas son ficticias, y las respuestas parte de esta misma ficción, no pierden por ello cercanía con circunstancias reales a las que nos hemos enfrentado o hemos visto a otros enfrentarse. Son, por esto, también una sátira de la realidad.
“Más bien deberías apodarte ‘zopilote’, porque te la pasas planee y planee, pero nunca aterrizas”. Este es el tipo de respuesta que la doctora Corazón (de León) le daría a un escritor joven. Pero, ¿quién es la doctora Corazón? Le preguntó Livio a su maestro.
“La doctora Corazón podría pasar por un pseudónimo”, explicó el maestro de León, “¿un heterónimo? Es un nombre diferente al tuyo con el que firmas una obra cuando adoptas una personalidad fingida. Entonces, ¿Qué es la doctora Corazón? Pues es todo eso, pero también es un personaje literario”.
También aclaró que a estos textos decidió darles un lugar aparte, fuera de un recopilatorio de su obra, pues tal idea le parece más una “miscelánea, digno de un puesto de abarrotes”. Sin embargo, eso no quiere decir que en el libro se encuentren todas las cartas que la doctora contestó. Es sólo una muestra y “ya si en el futuro algún alumno quiere reunirlas todas, que lo haga. Los jóvenes tienen mucha vida por delante”, expresó.
“Tratándose de consejeros hay de muchos tipos. Hay unos a los que se les llama asesores”, se ríe, “y son una especie de consejeros para los famosos. Todos necesitamos consejeros, hay consejeros políticos, morales, ilegales, profesionales, de moda, y también hay consejeros sentimentales, los más populares”.
Estos consejeros no sólo son escuchados, atendidos y nos convertimos en ellos en la primera oportunidad, sino que también comparten su actividad con otro tipo de guías: los horóscopos, que tienen una característica particular: su ambigüedad.
“Si una mujer le escribe a su consejera, quejándose de que está harta de su marido, la consejera nunca le dará la respuesta más lógica: Córrelo, ponle el cuerno, sobregírale las tarjetas, abandónalo, pero no se dan esos consejos. La consejera, apelando a la prudencia y que la demandarían si alguna de estas soluciones prácticas no funciona, opta un estilo ambiguo y elegante y dice: ‘Eres afortunada de tener un hombre en tu vida y de que Dios te lo haya conservado tanto tiempo, si la relación ha llegado a ese punto en que los atractivos se han perdido ha llegado el momento de sentarse a conversar”, explicó el escritor.
Recordó a Encarnita Sánchez, quien, en su programa de radio “Un Corazón en el Aire”, otorgaba este tipo de consejos a sus radioescuchas. Después Sylvia Pinal haría una parodia sobre él llamada “Un Cucharón en el aire”, donde la conductora se hacía llamar “Encarnita Maciza” y en la cabina literalmente colgaba un cucharón sobre su cabeza que “flotaba exactamente arriba de su cabeza, con el consecuente riesgo de que, como si fuera la espada de Damocles, le cayera encima, dejándola noqueada.
Cosa que afortunadamente nunca pasó, para decepción de algunos telespectadores”.
Luego llegó la “Tía Alma”, cuyas respuestas estaban cargadas de un sentido común aplastante. En una de ellas, una chica que firma como ‘Solterita Inquieta’ le pregunta dónde podrá encontrar un hombre inteligente con el que se pueda casar. Ella le responde “Estimada Inquieta: No pierdas tu tiempo, los hombres inteligentes no se casan”. O el ejemplo de un hombre que ha quedado vetado de la casa de su novia y a donde él no puede “poner un pie”. La Tía Alma con presteza le responde: “Aprende a caminar parado de manos”.
“Dije que esos consejos tenían un gran sentido común, no que fueran prácticos”, se excusó el maestro de León, para diversión de los presentes. “El sentido común no es más que operar con una premisa lógica. Y eso se debería enseñar en las escuelas.
Es una premisa que aconseja la solución más sencilla e inmediata. Desafortunadamente los seres humanos no somos lógicos cuando se trata de nuestros sentimientos”.
Explicó que el sentido común en estos casos tiene el efecto de una terapia de choque. “El consejo es útil no porque sea aplicable, sino porque exalta la esencia absurda o ridícula del conflicto sentimental”.
Gil Gamés es uno más reciente que demuestra que los consejeros no están muertos. El consejero político, “opina desde la penumbra”, así lo describe De León, “y todo lo que vemos de él es el alipús que se echa cuando termina de hablar. Y aunque sus consejos no son sentimentales, sí nos dan ganas de llorar al ver reflejado el estado de nuestro país”.
Para concluir con la presentación, La Terquedad Ediciones otorgó algunos obsequios a quienes asistieron a todos los eventos de “Los Tercos Viernes de Junio” y reiteró que en la Librería Monsiváis se pueden encontrar éste y otros volúmenes de la editorial que han sido presentados durante estas sesiones en las que se ha enriquecido a sus lectores.
EL DATO
> Los ejemplares presentados durante ‘Los Tercos Viernes de Junio’ pueden ser adquiridos en la Librería del Fondo Carlos Monsiváis