Episodios de una calamidad en 3 actos
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Episodios de una calamidad en 3 actos
ACTO PRIMERO. “El día 4 de junio”. Se les había advertido, las elecciones se ganan ese día, ni antes ni después. Las afiladas sierras de operación del PRI y el hasta hoy Gobernador de Coahuila estuvieron preparadas durante el día para actuar eficientemente, pero dejaron huellas del atraco.
Las maniobras fueron burdas: Chuy Ochoa ordenó, a la víspera, poner cadenas en las escuelas que serían usadas como casillas en aquellas zonas en donde peligraba la votación del PRI; la Fuerza Coahuila de Víctor Zamora se posicionaba en las periferias de las casillas a fin de amedrentar a los votantes; en Acuña de plano se robaron paquetes electorales y reventaron la votación. Luego, ya después del mediodía, cuando en el búnker regalado de San Alberto se dieron cuenta de la derrota, se ordenó a la cuadrilla de “borradores” para sustituir los votos de la oposición por sufragios por parte del PRI.
El cuidado de la elección era un elemento prioritario para el triunfo de la oposición, sin embargo, se optó por el camino de la impugnación de la elección.
Desde la Fundación Colosio, Aguillón se sobaba las manos ante la evidente novatez de los panistas, que en lo único que fueron cuidadosos fue en la recaudación de evidencias, que probablemente salve el propósito.
Hoy día, Rubén ganó la partida incluso al Gobierno Federal, se quedó con los bats y las pelotas; la calamidad apenas comienza. Aun con el triunfo de su candidato, de por mientras, no se le ve sonriente, más bien remojando las barbas, por lo que viene y a negociar.
ACTO SEGUNDO. “El árbitro electoral”. Fieles a su amo, los consejeros electorales de Coahuila hicieron todo lo posible para que el PRI triunfara. (¡Ay, de ti si no!)
La tamaulipeca López y Alejandro González fueron los alfiles que desde el escritorio de la fundación Colosio hurgaron en el plan.
La entrega (ilegal) del padrón ocurrió por allá del mes de marzo a fin de que los mapaches pudieran ir haciendo su trabajo, luego la contratación de dos hackers que colocaron en el sistema de conteo electrónico un algoritmo que a la par de los votos del PAN se reflejaran en el otrora invencible y, por último, la utilización de lápices y no de crayones al momento de votar, para que por la tarde “los borradores” hicieran su función.
Bueno, tan burda la operación que una funcionaria del Instituto fue sorprendida cuando llevaba en su auto boletas electorales ya tachadas a favor del PRI.
Y la cereza del helado fue la suspensión del PREP cuando se dieron cuenta que el triunfo de Anaya era inevitable, cuando faltaban de computar más de mil casillas, en un hecho que denigra a la democracia. (Hasta al INE le pareció raro el hecho, digo mejor la trapacería).
La llamada del caudillo Moreira a la sorprendida presidenta del IEC, a eso de las 19:00 horas del domingo, fue determinante: “lo suspendes, a ver cómo le haces”.
ACTO TERCERO. “La dignidad”. Fuera de la actitud del no se pudo, la ciudadanía acudió a votar en forma histórica en el Estado y lo hicieron en contra del PRI, repudiando el régimen represivo del caudillo y su cónyuge hidalguense.
Nunca imaginaron en Palacio Rosa lo copioso de la votación, a ello la necesidad de arrebatar la democracia, atentando contra la voluntad de los pobladores de esta noble tierra. Por ello, cuando termine todo esto, que se larguen. (¿Podrás ir, compañero Rubén, de nuevo a las librerías de Saltillo después del 1 de diciembre?, por ahí te espero).
Los ciudadanos no sólo votaron, ahora defienden su decisión. La muestra son los más de 100 mil manifestantes en todo el Estado en la Marcha de la Dignidad, reprimida por los Gates en Saltillo.
Todavía queda un largo camino judicial, que avizora caras largas en el delfín, cuyo rostro no adivina si está contento o enojado (mal encarado el individuo). Las pruebas son contundentes y el miedo en el búnker de San Alberto es mayor.
La calamidad surgió del Gobierno y el que la pague entonces. “Nadie se nos montará encima si no doblamos la espalda”. La frase es de Martin Luther King, la dignidad es de los coahuilenses hoy y siempre.