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El mundo planta cara al silencio de las balas
Por Francisco Pazos
World Association of Newspapers and News Publishers, una de las asociaciones con mayor peso internacional, asegura que la situación de los reporteros en México es insostenible y ante ello ejercerán la denuncia
En México hay zonas de un silencio completo y profundo. Regiones enteras controladas por el crimen organizado o sumergidas en la corrupción de autoridades municipales y estales que desaparecen del mapa a fuerza de balas, golpes y amenazas hacia sus periodistas.
La violencia en contra del periodismo mexicano, principalmente en estados como Tamaulipas, Veracruz, Sinaloa y Guerrero es insoportable. En México se mata a periodistas, pues cada crimen cometido en contra de un reportero, fotógrafo, editor, directivo o columnista queda impune.
Ese es el panorama que visualiza sobre México una de las asociaciones más importantes y con mayor peso a nivel internacional: World Association of Newspapers and News Publishers (WAN IFRA), con socios y aliados en 120 países, y con el respaldo de 18 mil publicaciones.
Esta asociación ha decidido generar mecanismos de presión y plantear la situación de los periodistas mexicanos a diferentes gobiernos para que lo incluyan en sus agendas, adelantó Rodrigo Bonilla, representante de WAN IFRA en México y Latinoamérica.
La movilización de los asociados, añadió busca hacer saber a las autoridades que “los grandes medios y los pequeños, toda la prensa a nivel mundial está atenta a lo que está sucediendo en su país”, monitoreando y definiendo mecanismos de presión y de denuncia, “ya que la situación en México es insostenible”.
Desde el 3 de mayo pasado WAN IFRA envió una carta al presidente Enrique Peña Nieto, en la que ya advertía su preocupación por la crisis de seguridad que engulle al periodismo nacional y la profunda impunidad que la acompaña.
Pero el asesinato de Javier Valdez después de 12 días, el 15 de mayo pasado, en Culiacán, Sinaloa, detonó, por primera vez una movilización internacional que está exigiendo al gobierno federal y estatal atención al tema.
Para proteger a los periodistas, detalló Bonilla, es necesario que el gobierno mexicano invite a los relatores especiales de Naciones Unidas y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Apagones informativos
La violencia que silencia al periodismo nacional es cambiante y se mueve de estado a estado y de municipio a municipio, de acuerdo a los “frentes” que los distintos grupos criminales abren para pelear por territorio o para buscar alianzas con las autoridades. En medio de este ajedrez criminal queda el periodismo.
Las regiones de mayor peligrosidad para ejercer el periodismo en México son ahora Veracruz, Sinaloa, Guerrero y Tamaulipas, entidades en las que el periodismo calla o huye de la violencia; sin embargo, los tentáculos del crimen organizado viajan y alcanzan a periodistas en cualquier rincón del país. En estas entidades se forman zonas del silencio. “Apagones informativos” que han perpetuado con los años a fuerza de balas, golpes y amenazas, “en los que no se sabe qué está pasando, no sólo en temas de seguridad, sino en muchos otros que tienen que ver con las sociedades”, aseguró Bonilla.
La estructura de WAN IFRA ha colaborado para que en el país se conforme una red para denunciar estas agresiones, a través de los testimonios de sus asociados que revelan que en México existe una situación crítica para el periodismo, en la que no se informa por miedo o por autocensura que finalmente lleva al exilio a los reporteros, que huyen de estas regiones del país.
Bonilla explicó que desde 2014 la asociación detectó que los supuestos mecanismos de protección estatal para reporteros, editores y directivos son inexistentes debido a que “los gobiernos estatales son parte del problema”, pues no sólo protegen a los criminales, se corrompen y se coluden en algunos casos con el crimen, sino que son en 50% de las agresiones los responsables.
“El nivel de impunidad es tal que ya no dudan (el crimen organizado) en asesinar a un periodista que incluso es reconocido a nivel mundial (el caso de Javier Valdez), muchas veces son periodistas poco conocidos o retirados. El asesinato de Valdez revela que no tienen ningún miedo”, señaló.
Los periodistas se sienten amenazados, de acuerdo con los testimonios que WAN IFRA recibe de sus socios y aliados, quienes atrapados por la violencia criminal, se encierran en ciclos de indefensión ante la imposibilidad de acudir a un Ministerio Público para denunciar o buscar protección de las autoridades. Las medidas que el presidente ofreció como reacción al asesinato del Javier Valdez para garantizar la protección del periodismo nacional y la justicia en casos de violencia sólo resonaron entre los integrantes de su gabinete y en los gobernadores que acudieron la tarde del 17 de mayo pasado a Los Pinos.
No sólo porque quienes son directamente amenazados, la prensa, no estuvo presente en la reunión con Peña Nieto y con los integrantes de la Comisión Nacional de Gobernadores, sino porque las “medidas urgentes” que anunció el mandatario, nacieron muertas por su ineficacia probada. El mensaje que ofreció el titular del Poder Ejecutivo federal encendió las alertas para WAN IFRA, pues el gobierno federal debería asumir la responsabilidad y la voluntad política para impulsar un cambio, “si no sale de aquí creemos que será más complicado”.
Romper la sectarización
México es un ejemplo de la división del sector, pues a diferencia de países como Brasil, Argentina, Colombia y Chile, no existen sindicatos serios que conglomeren a los periodistas, ni tampoco asociaciones de editores, directivos o dueños que levanten la voz ante este tipo de hechos. “Al gobierno que es el responsable de garantizar la seguridad de los periodistas y a los criminales les conviene que estemos divididos, les hacemos el trabajo. Si estuviéramos unidos sería mucho más difícil”, advirtió.
En la muerte de Javier Valdez, consideró, existe la esperanza de que, como ocurrió en Colombia con el asesinato del periodista Guillermo Cano, en diciembre de 1986; su ejecución sea el hecho que modifique la realidad de violencia que calla al periodismo y el inicio de un proceso de cohesión y solidaridad entre reporteros, editores y directivos a nivel nacional.