Tema complejo es el terrorismo en Estados Unidos y sus implicaciones. Un asunto que va del drama humano a los intereses políticos. Del patriotismo ciego de un lado y el fanatismo religioso de otro. Cuando se tratan estos temas en la pantalla grande, no es extraño ver un ángulo particular: los terroristas son los villanos que atentan contra el bienestar de los buenos ciudadanos estadounidenses. Se podrán decir muchas cosas al respecto, pero “Día del Atentado” (“Patriots Day”) no pretende analizar nada. Se podría ver como la clásica cinta cursi sobre las víctimas inocentes, pero tiene una particularidad interesante. Sabe manejar su acción, la tensión es tal que sobrepasa el drama y se vuelve un relato sorpresivamente más emocionante que emocional.

La cinta está basada en los atentados terroristas del Maratón de Boston en 2013, durante el Día de los Patriotas. En esa ocasión, dos bombas caseras estallaron cerca de la línea final, matando e hiriendo tanto a corredores como espectadores. La película se enfoca en un policía que se encontraba ahí, pero también nos muestra la vida de otras personas involucradas. Víctimas, oficiales y gente que a veces no sabemos bien cómo ni cuándo afectará la trama. Tras los estallidos, la policía y el FBI se dedicarán a buscar a como dé lugar a los responsables, en una cacería de varios días, analizando imágenes de seguridad y con agentes por todos los rincones dispuestos a entregar todo de sí para dar con los culpables.

Esta película me sorprendió gratamente. No lo digo en broma. No voy a negar que me hizo sentir incómodo al principio. La historia comienza con el recurso más barato de sentimentalismo, señalándote con el dedo de manera explícita: estos son los malos y estos son los buenos. A estos los debes odiar, a estos querer. Cualquiera que pueda ver este evento (u otro ataque terrorista reciente) a cierta distancia, no puede evitar pensar en los intereses políticos que hay detrás. Sí, lo que sucedió fue horrible, pero el asunto debe ser mucho más complejo de lo que esta película nos muestra. Estados Unidos desplegando su fuerza militar sobre otros países que no son tan afortunados para tener una gran industria cinematográfica, las declaraciones racistas de Donald Trump… Todo eso pasaba por mi cabeza mientras veía las banderitas estadounidenses agitándose con entusiasmo.

Pero lo que más me hacía sentir incómodo era que, conforme avanzaba, la cinta se volvía más interesante. Es decir, es una cinta bien hecha que, de pronto, se sale del molde que aparentemente estaba repitiendo. Uno pensaría que se encuentra viendo diversas historias de gente buena e inocente, para luego ver cómo las bombas del maratón los dejan inválidos o muertos. Y si bien ese llega a ser el caso en algunos de los personajes, la mayoría tiene una distancia tal, que sólo vemos su peso en la trama hasta mucho después. Podrá parecer un recurso fácil al principio, pero pronto la película nos muestra que es mucho más inteligente de lo que pensábamos. Aunque es inevitable reflexionar sobre todo lo que hay detrás, no puedo negar sus méritos. Claro, nos podemos poner muy políticos, pero no hay que negar que la cinta es efectiva en muchos aspectos.

Quizá su mensaje sea negativo, quizá su punto de vista es plano y no profundiza como debería. Uno puede criticarle mil cosas, pero no se puede evitar dejarse llevar por los eventos y la ejecución de los mismos. Cuando comienza la búsqueda por los terroristas, comienza la diversión. No quiero decir que se trate de una comedia o un tema que no es delicado, pero la película lo trata como si fuera poco menos que una cinta de acción. El melodrama se queda un poco relegado y entonces es como si estuviéramos viendo una emocionante aventura cualquiera. Es decir, si pudiéramos olvidarnos que estamos viendo una historia basada en hechos reales, podría ser un muy buen filme de persecución e intriga. Y no lo digo como menosprecio, lo digo como un halago. Tiene un objetivo y lo cumple: hacer que nos sintamos emocionados por los policías que buscan a los criminales.

Creo que esto es sobre todo gracias a la dirección de Peter Berg, en su tercer trabajo con Mark Wahlberg en el protagónico después de “Lone Survivor” (2013) y “Deepwater Horizon” (2016), ambas también basadas en acontecimientos de la vida real. No voy a decir que es el director apropiado, ni que alguien no pudo hacerlo mucho mejor, pero tiene un estilo muy particular que funciona. Se trata de un director un tanto predecible y hasta cursi, que sabe ejecutar escenas muy emocionantes. Sabe crear tensión y retratar de cierto modo las acciones para lograr transmitirlas como un golpe, exagerando la realidad y levantando lo que quizá en la vida real no sucedió de esa manera, para darnos un espectáculo. A final de cuentas, eso es el cine (o al menos el de este tipo): es fantasía para pasar cerca de dos horas con la vista fija en la pantalla.

En pocas palabras, se trata de un director que sabe lo que hace. Por si fuera poco, siempre es un placer ver en un mismo lugar a Kevin Bacon, John Goodman, J.K. Simmons y Michelle Monaghan. Aunque tampoco piense que esta es una gran película. Si usted es una persona inteligente, sigue las noticias y sabe sobre el tema de Estados Unidos y la guerra, quizá no le parezca tan buena. Y quizá tenga razón, posiblemente las implicaciones de esta cinta son mayores y no es correcto verla de una forma tan simplista. Hay mucho que discutir. Pero es una película entretenida y eso no lo puedo negar. Funciona por lo que es y es mucho más que un simple melodrama. 

> Director: Peter Berg.
> Elenco: Mark Wahlberg, Kevin Bacon, John Goodman, J.K. Simmons, Michelle Monaghan.
> Género: Drama/acción.
> Clasificación: B15
> Duración: 134 minutos

Calificación: 8 de 10