La urgencia de dotar a la sociedad y al individuo…

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La urgencia de dotar a la sociedad y al individuo…

“No tenía miedo a las dificultades: lo que la asustaba era la obligación de tener que escoger un camino. Escoger un camino significaba abandonar otros”. 
Paulo Coelho

Lo único que recuerdo es que fue de mañana, en el escenario del salón 4 del Ateneo Fuente, cuando aprendí del sabio profesor Eliseo Torres, la indescifrable concurrencia entre el acto y la potencia. Esa conjunción filosófica referida a las posibilidades y las carencias.

Con la renovación a cuestas y la competencia como medida, el ser humano de estos vagos tiempos denominados de avanzada se tropieza  intermitentemente con conceptos y situaciones que lejos de entender, repele y lejos de absorber, expulsa. Lo anterior en un ejercicio pleno de realidades, pero también de prematuro dolor y a veces de entusiasmo.
Nuestro papel en la sociedad es cambiante y lleno de mareas que nos hacen recorrer playas de incertidumbre y de negación, de veracidad y de mentira, de confianza, pero a veces de enfrentamientos.

La teoría de Ortega y Gasset, viejo profesor, en el sentido de que el hombre es él y su circunstancia, nos rebota cual dieta mal llevada y nos integra a escenarios en los que nuestro medio ambiente es de vacilación y de incertidumbre.

En este medio nos desarrollamos y al parecer la carrera es no pasar desapercibidos y sí considerados, al menos, ya no en nuestras peticiones, pero sí en las opiniones.

La gente enlaza su pensamiento al de muchos, pero al mismo tiempo reniega de este proceso y difícilmente toma provecho de las bondades que pudiera tener en el ínter.

La circunstancia nos asecha y en ella convivimos, pero sin darnos cuenta; es difícil el arte de penetrar en las culturas y los afanes, pero es fácil el entendimiento de lo que nos invita a ser más y mejores cada día.

De la potencia al acto, el paso es gigante, pero en ocasiones es imperceptible; la simple semilla tiene la potencia de generar el acto de la creación en el majestuoso árbol.

En la circunstancia, el ser humano tiene la potencia de la creación del arte, de las reglas, de las obras y de las maneras, para ser en aquélla, el ambiente propicio en que el ser humano encuentre su área de realización.

Qué lejanos los tiempos de la reflexión, si no académica, al menos interna sobre lo que somos y pretendemos ser, para así heredar la manera en que el futuro sea más llevadero e incluyente.

Potencializar al individuo será la tarea del futuro, ya que en el presente no queda tiempo.

Las labores cada vez más arduas y agotadoras no dejan el suficiente tiempo para que la persona piense en sus proyectos y sus metas, a dónde va su familia, en su actitud ante la vida, en su preocupación por el prójimo, por sus amigos y sus similares.

Darnos el tiempo para inyectarnos el maná en conocimiento, en realidad y en actuación ante los retos de la vida, que no son sobrevivir, sino traspasar esa grave barrera entre el sobrellevar la vida y vivirla en plenamente.

Potencializar al ser humano para ser mejores ciudadanos, hijos, cónyuges, padres, amigos, vecinos, similares o distinto que sea el término, es la tarea que ha quedado inconclusa en las fuentes de este proceso: escuela, fábrica, familia, sociedad o ambiente.

Recibir gente que con el correr del tiempo cambie su actitud, sus metas y compromisos, y retornarlos a una circunstancia que pueda enfrentar fácil y sigilosamente.
Crear, integrar y favorecer los ambientes y las instituciones que a eso se dedican es también una tarea y una necesidad.

Potencializar al individuo, recordarle, pues, que tiene capacidades, que a la par de su habilidad para ser y dar, puede mejorar su papel en la familia y la sociedad. Energía necesaria para dotar a este mundo de un ambiente más justo y con seres mejorados y de ahí a la sociedad. ¿Les parece?