El mal hábito de suponer
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El mal hábito de suponer
Ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos” Buddha
Hace poco escuché esta conversación… “Dejé de hablarle a fulana, pues ya estaba cansada de ser siempre la que la buscaba, se preocupaba o estaba al pendiente de ella. Supuse que estaba sentida, enojada por quién sabe que y yo no le había hecho nada. Pues ella se la pierde, eso pensé… hasta que meses después me di cuenta que le estaba enviando mensajes a otro celular.” Un ejemplo de miles que nos suceden en el día a día, ya que suponer crea problemas que solo existen en nuestros pensamientos.
Suponer significa dar por hecho algo sin buscar pruebas que apoyen nuestro razonamiento. Y el problema es que nuestra cabeza comienza a cavilar ideas, inventarlas, reinventarlas y suele terminar creyendo ese hecho que ya deformó. Recordemos que nuestra mente también se domestica y no hay peor tormenta que la que se arma uno solo en la cabeza. Es tan fácil alimentar una mentira o un resentimiento dando cabida a los pensamientos negativos.
Según Claudio Navarro, desde nuestra naturaleza humana siempre pensamos lo peor. Y es que la mayoría de la suposiciones que hacemos son negativas y en general solemos darle mayor importancia a las noticias malas. Pero, ¿por qué pasa esto? Una teoría dice que esto se debe al instinto de supervivencia, porque a través del desarrollo del ser humano se prestaba más atención cuando alguien decía: “Esa serpiente es venenosa”, que cuando alguien decía “¡Qué hermoso atardecer!”
Preguntar es una facultad que nos ha sido dada para la búsqueda y para encontrar respuesta ante lo desconocido. Si no preguntamos, perdemos la posibilidad de obtener respuestas. Muchas heridas, rupturas, rompimientos… son causados por suposiciones erróneas. Cómo decía Gerardo Schmedling, suponer es el ladrón de tu paz, es el vicio mental que te roba la paz interior y limita la posibilidad de actuar acertadamente, ya que al suponer preferimos armar una película mental, en lugar de entrenar la mente en pensar siempre lo mejor.
Así cómo aprendemos a pensar mal o aplicamos el “piensa mal y acertarás”. Rompamos con esa creencia y dejemos de suponer. Si comprendiéramos el tesoro que perdemos, los minutos desperdiciados, las experiencias desaprovechadas, las personas valiosas que perdemos, dejaríamos de suponer más, haríamos a un lado el orgullo y preguntaríamos. Si te interesa esa persona: habla, busca, pregunta, averigua, experimenta, verifica, aclara. Suponer te hace inventar historias increíbles que solo envenenan tu alma. Tenemos una vida para explorar y comprender. Entre más eliminemos el juicio y pensemos positivo de otros y las circunstancias, más cabida le damos al bien, a la comprensión y al entendimiento.