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Ganador

Nada de acarreos, nada de lideresas, nada de andar llevando a la gente a votar a cambio de apoyos en efectivo o en especie

Fue una espera agonizante (o una agonía exasperante) de largos e incontables días. Pocos durmieron la noche previa, pero las horas más angustiosas se vivieron desde el amanecer del domingo hasta que pudimos conocer finalmente el resultado.

La competencia estuvo reñidísima. El final más apretado que los pantaloncillos de Hulk. Por un instante parecía que el favorito no se alzaría con la victoria, luego que sí, luego que siempre no, y después…

Aquello fue de no creerse. Y no le culpo si usted mismo tiene sus reservas. Hasta el momento muchos están convencidos de que todo estuvo arreglado de origen y que tanto drama no es sino puro circo mediático para cautivar nuestra cada vez más incrédula atención.

Pero los votantes emitieron su opinión y ése es el fallo máximo, inapelable, incontestable. Aquellos que acusan un proceso amañado tienen que presentar evidencia fehaciente o acatar la voluntad de quienes sufragaron por su mejor opción.

La noche del domingo conocimos –¡al fin! – al que será el abanderado del Partido Revolucionario Institucional en el histórico proceso electoral de este año.

¡Estábamos con un pendiente, con una méndiga angustia y con un hambre (bueno, yo tenía hambre)!

Mas hoy sabemos al fin quién es el bueno, el ungido por la voluntad popular, el candidato del PRI a la Gubernatura coahuilense.

Nada de tapados ni destapados, nada de jugarnos el dedo en la boca, eso es cosa del pasado, la moda ahora es elegir al candidato mediante un proceso democrático abierto a toda la militancia y simpatizantes del partidazo tricolor.

Nada de acarreos, nada de lideresas, nada de andar llevando a la gente a votar a cambio de apoyos en efectivo o en especie, nada de extorsionar a la nómina burocrática para que voten y además le envíen evidencia fotográfica a sus superiores de que ya acudieron a sufragar. ¡Pos qué es eso!

Pero sobre todo, nada de procesos turbios, nada de simulaciones para que el delfín del Góber haga precampaña a sus anchas y el PRI ejercite los músculos de su portentosa cola de saurio, acompasando tiempos y movimientos, para que el día de la elección buena todo les salga perfectamente cronometrado. Nada, le repito, nada hay de eso.

Prueba de todo lo anterior es que el vencedor y virtual candidato a Gobernador de Coahuila resultó ser, contra todos los pronósticos, don Jesús Berino Granados.

Don Chuy, como le llaman sus cuates, es un hombre de rancia, rancia, muy rancia prosapia tricolor. Aunque lo más destacado de su trayectoria es sin duda su servicio al gremio obrero desde diversos cargos desempeñados, durante más de tres décadas, en la gloriosa CTM.  

¡N’ombre! Haga de cuenta que si don Jesús no nacía, lo dibujaba Rius.

Pero sus méritos en el deporte nacional, la charrería de corte sindical, palidecen junto a sus otras cualidades: su presencia y carisma.

Como ya expresé en otros medios, Berino Granados es sin duda el rostro joven del PRI: dinámico, renovador, amigo de la transparencia y las prácticas democráticas. Y se perfila hoy no como futuro Gobernador, sino como un auténtico estadista.

Da gusto saber que el PRI le apuesta a la sangre nueva  y ver cómo esto le ha redituado, pues de la votación obtenida el domingo y sobre cuya afluencia aún no existe consenso (unos hablan de 500 mil votantes, Verónica Martínez dice que fueron 500 mil billones; se espera el cálculo de la Universidad de Princeton en unas horas), Chuy Berino se adjudicó la apabullante mayoría.

¡Habemus candidato! Pronto veremos el lozano rostro de Chuy Berino tapizando la entidad de proa a popa y de cabo a rabo, solicitándonos el voto, un mero trámite, pues los cálculos más conservadores apuntan a que en la elección oficial triplicará fácilmente el número de votos en su favor.

Jesús Berino Granados es virtualmente el próximo Gobernador de Coahuila. Un cargo no exento de grandes retos, pero precisamente por ello la gente ha depositado su confianza en este experimentado hombre. Chuy Berino vendrá a devolverle su antiguo lustre al cargo y hará a Coahuila grande nuevamen...

¡Hey! Un momento… disculpen. ¡¿Qué?!

¡Esperen! Olviden lo que dije. El ganador fue Riquelme. ¡Ahora sí ya todo valió salchicha!

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