Javier Fernández conquista su quinto Europeo consecutivo

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Javier Fernández conquista su quinto Europeo consecutivo

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El oro no se le ha escapado a Fernández a pesar de no dejar una de sus mejores noches con el programa libre

Javier Fernández (Madrid, 25 años) ha logrado lo que no hacía ningún patinador desde 1973: proclamarse por quinto año consecutivo campeón de Europa. Entonces fue un checo, Ondrej Nepela, el que marcó el registro que se ha mantenido inalcanzable durante más de cuatro décadas. Ahora, en territorio checo, el patinador que ha puesto patas arriba el sistema, ese en el que hace menos de cinco años nadie contemplaba la mera posibilidad de que un español pudiera alzar los títulos que dominaban nórdicos, asiáticos y norteamericanos, ha cerrado el círculo y se ha colgado tantas medallas como aquel mito del patinaje, fallecido cuando solo tenía 38 años.

El oro no se le ha escapado a Fernández a pesar de no dejar una de sus mejores noches con el programa libre, a ritmo de Elvis y con tres cuádruples, el elemento más difícil. Ejecutó el primero de forma impecable, el segundo lo salvó con un sobregiro, y en el tercero se fue al hielo. Además, apoyó una mano en el último triple. Los jueces premiaron su programa con 190.59 —su récord está en 216,4—, lejos del nivel mostrado la noche anterior con un soberbio programa corto, con el que batió el mejor registro de Europa, que él mismo ostentaba, en una de las mejores actuaciones de su carrera. Los dos programas juntos sumaron 294,84, por delante de los rusos Maxim Kovtun (266,80) y Mikhail Kolyada (250,18). El otro español, Javier Raya, solo pudo ser 18º (195,54), y no se metió entre los 12 mejores, lo que le hubiera dado a España una tercera plaza en 2018.

Fue insólito ver a un patinador español participar en los Juegos Olímpicos, en los de Vancouver 2010, algo que no ocurría desde los años cincuenta. Y luego fue histórico observar cómo se iba convirtiendo en pionero en cada logro conquistado: campeón de Europa en 2013, 2014, 2015, 2016 y 2017; campeón del mundo en 2015 y 2016, y dos platas en finales del Grand Prix. Fernández es ya, si no lo era antes, uno de mejores patinadores europeos de todos los tiempos. Solo cuatro en la historia tienen más títulos continentales que él. Ganó el joven madrileño que había tenido que emigrar a Estados Unidos y a Canadá en busca de una preparación que no iba a encontrar en España, sin tradición, recursos ni licencias. Ganó el adolescente rebelde e indómito al que le costaba la disciplina del entrenamiento, que estuvo a punto de dejar el patinaje por el hockey. Su talento natural despertó el interés de entrenadores de campeones como Nikolai Morozov, primero en Estados Unidos, y Brian Orser, ya en Canadá.

Nadie hubiera adivinado su proyección cuando se plantó en Zagreb hace cuatro años. Entonces, la batalla por el Europeo se vendió como una lucha generacional: el joven español, 21 años, contra su admirado Plushenko, ya en la treintena, ganador de siete oros.

El pentacampeón se ha mostrado en Ostrava con un espíritu nuevo tras la decepción de la final del Grand Prix de diciembre, el único grande que le falta junto a la medalla olímpica, cuando se quedó fuera de un podio por primer vez desde 2014. Y ya puede poner la vista en el futuro inmediato, consciente de que para defender el trono en el campeonato Mundial de Helsinki de marzo tiene subir el listón.  Allí tendrá rivales más jóvenes, con cuatro cuádruples en el programa libre, una dificultad que el entorno del patinador descarta para esta temporada, aunque busquen ya soluciones creativas para sumar puntos. Allí, en esa lucha generacional, Fernández ya estará en el bando contrario.