‘Nunca volverán a ser ignorados’, dice Trump

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‘Nunca volverán a ser ignorados’, dice Trump

Foto: EFE
El magnate convertido en Presidente, llega a la Casa Blanca enarbolando la prédica populista

WASHINGTON.- El populismo más agresivo y el nacionalismo más desacomplejado se instalaron en la Casa Blanca. Donald Trump dio el tono a su presidencia con el discurso apocalíptico y antisistema de su campaña.

En la ceremonia inaugural, Trump arremetió contra las élites de Washington, se postuló como representante de los perdedores de la globalización y prometió colocar el eslogan América primero en el centro de sus políticas.

No habló en términos de izquierda y derecha, y eludió las propuestas más ideológicas, como la construcción del muroa. Articuló, con su lenguaje de frases breves y eslóganes memorables, una visión que oponía el pueblo contra las élites, y la nación contra el extranjero.
“Los olvidados y olvidadas de nuestros país dejarán de estar olvidados”, dijo en un discurso de 15 minutos muy parecido a la versión más extrema de los que pronunciaba en la campaña electoral. “Nunca volveréis a ser ignorados”.

Rodeado de los máximos representantes del poder en Washington Trump retrató a EU como un país en un estado de crimen y caos en el que las élites se han enriquecido y han maquinado a espaldas del pueblo.

Al escuchar al nuevo presidente cargando contra “el pequeño grupo que cosecha los premios del Gobierno en la capital mientras el pueblo soporta su coste”, era difícil pensar que las autoridades que le acompañaban ante el Capitolio no se sintieran aludidas.

 “Vamos a quitarle el poder a Washington y devolvéroslo a vosotros, el pueblo americano”, añadió

En algunos momentos el discurso parecía inspirado en la retórica de Ronald Reagan. En su primera inauguración, el republicano Reagan dijo que había que resistir a la tentación de creer que “el gobierno por un grupo de élite es superior al gobierno por y para el pueblo”, y que “el gobierno no tiene otro poder que el que le concede el pueblo”.

Pero el tono de Trump era muy distinto, no optimista y confiado como el de Reagan, sino pesimista y tenebroso. “Esta carnicería americana se detiene aquí y ahora”, dijo después de describir un país azotado por los cierres de fábricas, la educación deficiente y la plaga de las drogas. Fue un discurso más populista que conservador, y también nacionalista, con acentos victimistas y autárquicos.