Política de vecindario

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Política de vecindario

Se tienen ocurrencias, no planes. Las campañas para los puestos de elección popular en México y en Coahuila suelen transitar de las promesas grandilocuentes y mediáticas de sus candidatos, y cuando ganan, al más completo olvido; claro, jamás recuerdan dichas promesas ni el candidato ni el ciudadano. Es demagogia, pues, hacer en privado lo que se niega en público. O viceversa. “Gobernaré con los mejores hombres y mujeres de mi partido”, mire usted cómo terminó el par de sexenios del clan Moreira. “Blindaremos las elecciones” (¿alguien sabe qué significa esta mamada?). El crimen organizado todo lo pudre. Parece literatura medieval, pero no, es la realidad de Coahuila: los dragones aceitaron sexenios enteros con dinero mal habido. Lo están probando, como siempre, en Estados Unidos, no aquí (detenido está Luis Carlos Castillo-Cervantes, apodado “El rey de los dragones”); en fin, todos los males caen sobre Coahuila en estas horas infaustas.

Se tienen ocurrencias, jamás planes. Han pasado cinco años y entramos a la sucesión estatal tal como se inició: se debe a los bancos 37 mil millones de pesos. Con esta ingente deuda (parte fue robo, ya lo probaron en los Estados Unidos), no hay margen de operación por parte del Gobierno Estatal. Rubén Moreira administró la pobreza. Bien no lo fue. Bien, y a sus anchas en el Gobierno, nunca estuvo. Tenía ocurrencias, pero nunca hubo un plan de Gobierno certero y eficaz. Los ciudadanos se suicidan a puños. No hay que comer, los magros salarios que se pagan en la entidad no alcanzan para nada; se presume la inversión extranjera, pero lo que buscamos los que aquí vivimos es eso llamado “calidad de vida”. Una calidad de vida que por ningún lado se avista. En fin, nada nuevo le cuento, lector.

Lo que sí mueve a llanto y risa (las dos cosas y al mismo tiempo), es la revuelta en el Partido de los Vividores (el PRI, pues). Los dados desde siempre han estado cargados. Desde hace cinco años el ahijado de Rubén, Miguel Ángel Riquelme, recibió todos los privilegios. ¿Alguien no lo vio? Se le llama miedo, cobardía. Comodidad, si usted quiere un eufemismo, pero al final de cuentas, todo mundo lo sabía, lo padecía y sí, lo avivaron. ¿A qué viene entonces esa basura de “piso parejo”, “equidad en la contienda”, “garantías de equidad”? Bla, bla, bla. Enfrentarse con el Gobernador tiene sus bemoles. Nadie lo hizo, ahora todo mundo se rasga las vestiduras. Ya es demasiado tarde. Cuando se supo de las intenciones de Humberto Moreira de contender por una diputación local, Javier Guerrero espetó a VANGUARDIA, “no tengo opinión”.

Esquina-bajan

Ése es el pedo con Javier Guerrero y otros políticos del PRI, no tienen jamás opinión propia. No son duros cuando deben ser de acero y roca. No levantan la voz en forma crítica, cuando deberían hacerlo y abjurar de su credo e ideología, y respetar la voz de los ciudadanos y ponerse de su lado, de nuestro lado. ¿Dónde esta hoy Noé Garza Flores? De ser el compadre favorito del Gobernador, ahora son enemigos jurados. Ambos tienen información importante uno del otro. Dos priístas amargados con larga trayectoria en el amasijo de puestos, sueldos e intereses, ahora se dicen “independientes”: Javier Guerrero y Noé Garza. Justo hoy, luego de lustros de gran vida.
¿Qué le sabe el Gobernador a Garza Flores y a Guerrero García para combatirlos? No lo sé. Pero de un protagonismo extremo del entonces titular en la Secretaría de Desarrollo Rural, se pasó a un secretario invisible, Alfio Vega. Al final empleado, sólo acata órdenes. ¿Ya lo vio? En el priísmo no hay voz propia. No son “personas”, en el sentido etimológico del vocablo: suenan, sonar por sí mismos. Estamos ante una literal y pinchurrienta política de vecindario. ¿Hay un patrón rudo? Los empleados son dóciles.

Lectores como usted que hacen favor de leerme, una y otra vez preguntan de mi pronóstico, de mi vaticinio electoral. En cualquier lugar me hacen la misma pregunta: ¿quién va a ganar la gubernatura, la Alcaldía de Saltillo, la de Ramos, la de Arteaga…? Como tengo fama de profeta y que no pierdo (casi) una, pues la pregunta es ubicua. El problema, señor lector, es que aún no hay candidatos. Cuando estén registrados todos los aspirantes, aquí daré mi pronóstico. Pero bueno, ahí le va un adelanto, y gracias por su insistencia: el candidato a modo del PRI es Guillermo Anaya. Al Gobernador y a los medios de comunicación afines les urge que sea Anayita. Lo tienen medido y pesado. Es un loser. Si va a la urna Guillermo Anaya, pierde el PAN. 

Letras minúsculas

En Ramos, retando al sistema, al status quo, el joven-adulto, Ramón “Moncho” Oceguera, va depredando colonia tras colonia. ¿Hace lo mismo Javier Guerrero, amén de quejarse? Espere mi predicción electoral.