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Jesús de León y Alejandro Cerecero presentan su ‘códice’
Hubo un día en el que al escritor Jesús De León, bien trajeado y perfumado, se le ocurrió aventarse a una palmera. De la anécdota que sobrevivió magullado surgió un experimento gráfico que conjunta un episodio extraordinario narrado textualmente por él y gráficamente por los acertados trazos de Alejandro Cerecero.
A la usanza de los antiguos códices con historias contadas a imágen y texto, el sello independiente La Terquedad Ediciones presenta su nuevo libro ‘Meciéndome en la palmera’, el relato sobre un día no muy común ni afortunado en la vida de Jesús de León.
Cuando ambos se sientan a hablar, abundan las charlas sobre cine, fotografía, literatura, anécdotas, pero pocas veces sobre el trabajo.
“Somos como los albañiles, si vamos a juntarnos, no nos ponemos a platicar de la obra, que yo sepa los albañiles no se van a echar una cheve y se la pasan hablando de la obra”, bromeó (pero no tanto) De León mientras Cerecero se carcajeaba con manchas de pintura en las manos.
Aunque lo intentan, para ellos es imposible ignorar que son artistas y además complementarios, pues desde hace más de 20 años se dedican a hacer proyectos donde aportan cada quien lo suyo: Jesús las letras y Alejandro las imágenes.
Así ha sido con ‘Compact desk’, un cd (cuando esto era lo nuevo) con fotografías y textos, o el ‘Paliacate literario’, un pañuelo que al abrirse contenía textos de varias personas.
“Nosotros partimos de algo totalmente distinto, desde hace mucho tiempo que nos dimos cuenta de cómo trabajar de una manera más interdisciplinaria, en este caso tratar de fusionar la literatura con la pintura”, dijo de León.
“Los trabajos que hemos hecho juntos han consistido en salirse un poco de los cauces normales o acostumbrados para trabajar [...], aquí las ideas también fueron evolucionando, desde que nos las planteamos empezamos a jugar con ellas, y en siguientes reuniones salen las propuestas”, explicó Cerecero.
Como en esta ocasión, pues el escritor primero hizo de su anécdota un cuento que publicó en Monterrey, para más adelante presentárselo al pintor, comenzando a trabajar en conjunto para darle el formato resultante y con el que Jesús aseguró, “me siento como víctima de un cómic y un dibujante”.
Cerecero fue minucioso: realizó una suerte de reportaje recogiendo fotos de los escenarios, haciendo el recorrido guiado por la casa y finalmente traduciendo la anécdota de De León en una serie de 16 imágenes, originalmente hechas sobre papel bond de 40 x 60 centímetros y bolígrafo, trabajando cerca de una semana en cada una.
“Se acostumbra hacer las ilustraciones grandes para luego reducirse y que los detalles se aprecien bien, pero cuando vimos el resultado, decidimos hacerlo de su tamaño original, así que se nos ocurrió hacer la ‘novela mural”, explicó Cerecero.
Esta novela se trata de un vinil de 8 metros de largo por 60 centímetros de alto que se estrenó y se exhibió en la Feria Internacional del Libro en Arteaga 2016, pero de nuevo la idea cambió, pues como el mismo pintor aseguró, ambos continuaron trabajando esta propuesta.
“Jesús De León siguió revisando, corrigiendo, añadimos una imágen más y reacomodamos alguna en pos de que tuviera una buena autonomía, una buena calidad, fue un proceso en el que nos tardamos varios meses”, señaló.
Proceso que culminó precisamente este diciembre, por lo que fueron invitados por la organización del bazar navideño de la Escuela de Artes Plásticas Rubén Herrera para presentarlo este miércoles a las 18:00 horas en el Centro Cultural Vito Alessio Robles.
Con este libro, ambos quieren aludir no sólo a la autonomía del artista para echar adelante su propia obra, sino lo hecho a mano, pues La Terquedad Ediciones se apega a la idea de que el libro en papel y el oficio de hacerlos es algo que se mantiene vigente.
“¡Bill Gates nos traicionó!, nos dijo que el ebook y que el libro virtual iba a ser aaah… no es cierto, mi casa está llena de libros y yo creo que lo último que voy a hacer es sacarlos al corral y echarles fuego porque aunque me puedas dar una enciclopedia en una memoria, no renuncio al libro en su forma manual”, dijo de León.
Esto además de que el libro, que tiene una longitud de cerca de 3 metros, fue hecho en imprentas tradicionales, de barrio, plegado manualmente y por tanto con un tiraje reducido.
Uno no sabe qué tan probable sea sobrevivir una caída de 4 ó 5 metros de altura, pero lo que a Chuy lo llevó a escribir un cuento y ahora sacarle un libro a este episodio, es que como él dice, uno no espera que un hombre mayor de 60 años con “cuerpo de maestro retirado” viva para contar (y de qué manera) que se cayó de una palmera y trajeado.
“Habla mucho sobre la cuestión del artista que le ha jugado limpio al oficio, sobre un maestro retirado al que la literatura lo ha llevado a todo eso: mi esposa más amada es la literatura y mis hijos son los libros, pero en un momento dado realmente estás solo y eso no te salva”, aseguró de León.
Por su parte Alejandro asegura que él se enganchó porque consideró a esta una historia digna de contar, una historia que cuenta con aquello que exige la narrativa: un acontecimiento extraordinario.
“Somos un par de seres con el síndrome de Peter Pan que nos negamos a envejecer porque en el artista esa es una función muy importante, no quiero crecer, siempre que tenemos que huir de esa muerte llamada madurez”, finalizó el escritor.