Tigres avisa que encontró a Gignac

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Tigres avisa que encontró a Gignac

Foto: Cuartoscuro

Tigres no tenía necesidad de hacer cinco goles para clasificar frente a un rival incompetente. Lo que sí necesitaba era recuperar a Gignac y aceitar su oxidado gatillo en esta instancia caliente del torneo.

Al final de la noche consiguió todo y la fiesta fue completa. El festín de goles que se autorecetó el francés justificó con creces la tremenda paliza a Pumas, pero también sirvió para confirmar la vigencia del delantero y demoler las especulaciones sobre la vida útil del europeo.

La resurrección de Gignac llegó en el momento menos pensado dada la tendencia que traía, pero oportuna al fin. El francés venía avisando que su umbral de la desesperación estaba rozando el suelo y se estaba llevando de encuentro a todo el equipo.

Es por eso que el hecho de que Gignac se haya quitado el tapón para dejar fluir los atributos de ese “matón” que lleva dentro fue más estridente que la victoria misma.

Y lo fue porque Tigres, de alguna manera, responde a los estímulos del francés. Durante su prolongado ayuno sin goles, el equipo recortó ciertas garantías relacionadas a la seguridad y a la confianza. No supo cómo sustituir ese vacío de su referente ofensivo, pero sobre todo, perdió influencia en los partidos.

Gignac ha vuelto a sonreír, porque ha vuelto a ser el diferencial dentro de un equipo que maneja una dualidad futbolística como ningún otro adversario.

Un equipo que se apoya en la capacidad individual para romper a los rivales –incluso, casi sin anunciar-, y luego utiliza todo su asentado y rocoso empaque colectivo para proteger la cosecha. Y esta fórmula le ha dado resultado a Tigres en toda la era Ferretti, pero mucho más en las Liguillas.

Tigres es un implacable aprovechador de las circunstancias y a Pumas lo demolió al minuto 3 con una delicia de Gignac. Ni Pumas esperaba semejante anestesia, ni Tigres se la creyó que la tendría tan fácil de entrada.

Los 87 minutos restantes fueron puro formalismo para efecto del resultado, pero demasiado tiempo para elaborar una masacre que estaba anunciada.

Sin equivalencias futbolísticas, Tigres sólo se dio el gusto de armar su propio carnaval de futbol y goles que tanto se debía y le debía a su gente.

Redujo a Pumas a una expresión de papel y lo pisoteó con una propuesta exageradamente vertical donde todo el equipo se vio involucrado –desde Estrada hasta Damm-, pese a los reflectores que se llevó Gignac.

Tigres dio otra clara muestra de su capacidad de ejecución cuando las circunstancias le crean un escenario favorable para la emboscada. Se siente con mayor autoridad y es mucho más controlador cuando juega con las urgencias de sus rivales.

Pero a esas urgencias las provoca para luego capitalizarlas. Es su “modus operandi”, su forma de ser, su arma que, bien aplicada, se traduce en ventajas operativas.

A Pumas se la aplicó por triplicado. Le puso la serie cuesta arriba a base de latigazos determinantes. Lo hizo con el tempranero gol de Sosa en el arranque del partido de Ida. Lo refrendó con la estocada de Damm antes de los 15’ del segundo tiempo.

Y, para ser consecuente con su peculiar fórmula de sometimiento antes de que el partido crezca, fulminó a Pumas con el 1-0 de Gignac en el Universitario.

En esta Liguilla, Tigres no sólo recuperó a Gignac, sino también su solvencia y su manual de ataque. En su estado puro, es una amenaza para cualquiera.