Violencia de género: una lacra que enferma

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Violencia de género: una lacra que enferma

Foto: Archivo
La mujer llega al punto de justificar el comportamiento machista porque “dentro de esa normalidad ya establecida, la mujer ha sido educada para cuidar, para cumplir el deseo del otro y para el sometimiento”, asevera la especialista

Con motivo del Día Internacional contra la Violencia de Género, en “El Bisturí” tratamos este gran problema con María Teresa Villota, psicóloga especializada en el tema y trabajadora en el punto de violencia de la Mancomunidad de Servicios Sociales del este de Madrid; y con África López Illescas, médico especializada en medicina deportiva.

En lo que llevamos de año, 40 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas. La violencia machista es una lacra continúa cada año y deja huellas, a veces, imposibles de borrar.

Normalizado en la sociedad

La psicóloga María Teresa Villota  afirma que vemos como algo común la violencia de género porque, añade que “vivimos en una sociedad patriarcal” que tiene como base “la desigualdad entre el hombre y la mujer, donde se le da valor a todo lo que hace él y no ella”.

La mujer llega al punto de justificar el comportamiento machista porque “dentro de esa normalidad ya establecida, la mujer ha sido educada para cuidar, para cumplir el deseo del otro y para el sometimiento”, asevera la especialista.

“Cuando es educada para todo eso, normaliza que vale menos, que tiene que obedecer al hombre y se invisibilizan muchas conductas, tanto para la propia mujer como para la sociedad”, explica la psicóloga.

En películas y series escuchamos frases como “te necesito” o “no puedo vivir sin ti” y nos han educado en un “amor idealizado que se basa en la entrega de la mujer al hombre completamente”. 

Además la experta añade que los celos o el control “se ven como un acto de amor y no como algo patológico”.

“El amor no es maltrato, no es sometimiento, no son celos. Hemos crecido con la idea de que somos princesas que buscan sus príncipes”, y sentencia que eso acaba mal.

Como trabajadora en un punto de violencia, garantiza que a las víctimas les es muy difícil acudir a esos sitios de ayuda “porque como la mujer ha sido educada para aguantar y cumplir el deseo del otro, se siente desleal y culpable”. Asevera que confunden el defenderse con atacar.