¿Qué tiene Fidel?
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¿Qué tiene Fidel?
Ante la andanada de reportajes, noticias, historias y consideraciones sobre Fidel Castro expreso aquí algunas informaciones que, de seguro, no aparecerán en otros artículos.
Es evidente que todos oímos hablar de la llegada a La Habana de los barbudos el primero de enero de 1959, pero yo era muy chico como para valorar en todo lo que cabía ese hecho que cambiaba la historia. Recuerdo que se hablaba con simpatía de Fidel, el Che y Camilo Cienfuegos. El nombre de Raúl Castro era ignorado por completo.
Yo era adolescente cuando vino a Saltillo Juanita Castro, hermana de Fidel, y fue recibida por una muchedumbre de gente rica y de clase media en el Casino de Saltillo. En el periódico (debe haber sido El Sol) se resaltó una frase de la señora: “mi hermano es un monstruo”. ¿Quién la trajo a Saltillo?, no tengo idea, pero fue bien recibida. El imaginario sobre la Revolución Cubana empezó a generar pros y contras en una ciudad absolutamente desinformada.
Cuando estudiaba en Lovaina encontré una fuerte comunidad latinoamericana. En general todos eran de izquierda, sobre todo los uruguayos, chilenos y brasileños cuyos países tenían dictadores violentos en el poder. Pero había 23 cubanos, todos ellos, sin excepción, furiosos anticastristas y todos blancos. En mi tercer año en Bélgica llegaron alrededor de 17 cubanos de la Revolución, entre ellos algunos negros. Todos eran muy buenos estudiantes que cursaban diversas carreras en una universidad católica (de excelencia, hay que decirlo).
En mi vida en Chiapas conocí a los hermanos maristas, que tenían en San Cristóbal un centro de formación para indígenas de los Altos. Entre los maristas estaba un anciano, don Tachito, que había sido profesor de química de Fidel Castro. Sabemos que Fidel cerró las escuelas católicas y sus maestros debieron emigrar. Ese viejo era muy querido por los tojolabales. Y uno de los dirigentes del EZLN adoptó, en honor de quien lo alfabetizó, el nombre de Comandante Tacho.
El periódico nacional que leía en Chiapas era El Día, uno de los pocos diarios inteligentes y abiertos. Apareció en él una larga entrevista de la gran reportera norteamericana Bárbara Walters a Fidel Castro. Muy buena, muy clara, una muestra de la inteligencia del dirigente (guardo en algún lugar ese periódico). Walters le dijo: “su hermana Juana dice que usted es un monstruo”. Su respuesta fue “¡figúrese!”
Se escribió que Humberto Moreira, como gobernador, inició sus relaciones con Castro. No es totalmente cierto, empezaron antes. Como candidato electo fue a La Habana con, al menos, 19 de los que serían sus más cercanos colaboradores. Uno de ellos me lo contó. Hablaron con el viejo líder durante 23 horas, sin parar, hasta que tuvieron que salir corriendo para tomar el avión a Monterrey. Me dijo que estuvieron fascinados con Fidel, que éste tenía una especie de hálito que lo hacía diferente, una especie de santón del que no querían perderse una palabra. Fidel les dio mil consejos de cómo manejar el poder en Coahuila: no permitan nada, no perdonen la más mínima desviación, deben crear un
Estado socialista dentro del Estado burgués, etcétera. De esto no me hago cargo, puede ser verdad, puede ser interpretación de un alucinado.
Es imposible negar que Humberto tuvo asesores cubanos disfrazados de médicos o educadores. ¡Figúrese!, como dijo Fidel, que la campaña de alfabetización de Coahuila estuvo al cargo de cubanos.
Por último. Hubo un primer viaje de intercambio cultural entre Coahuila y Cuba. Fuimos algunos 30, no lo sé, tal vez más. Se entregó un acervo de libros de Coahuila a una biblioteca donde conforman el Fondo Coahuila. Quien los entregó fue don Arturo Berrueto, en ese momento director de publicaciones del Gobierno. Yo metí en la donación los 53 libros que había editado el Archivo Municipal de Saltillo. Fuimos tres los historiadores que impartimos una conferencia: el mencionado, Javier Villarreal Lozano y yo. Yo hablé de los esclavos indios del noreste mexicano enviados a Cuba. Ahí nació un proyecto que acabaría como libro “La ruta del horror”, de Hernán Venegas y mío.
Después empezó la cubanización coahuilense. Moreira envió a más de dos mil a conocer la Revolución. Evidentemente esos viajes costaban mucho dinero, mismo que Humberto pagaba. Nuestra deuda creció. Y… a mí me faltó espacio.