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El Prado reivindica la maestría de Ribera como dibujante
No era habitual que un pintor caravaggista se interesara tanto por el dibujo, y mucho menos que lo dotara de la entidad propia que emanan las sanguinas o tintas de José de Ribera. Ahora, coincidiendo con la publicación del primer catálogo razonado con los dibujos del "Españoleto", el madrileño Museo del Prado dedica a esta faceta la primera exposición monográfica en casi 25 años.
"Antes de Goya, Ribera es el gran dibujante español", dijo hoy el director de la pinacoteca, Miguel Zugaza. Y prueba de ello son los en torno a 160 dibujos conocidos que salieron de su mano, que dan cuenta no sólo de su habilidad técnica, sino también de la enorme variedad de su temática. De ellos, 52 podrán verse a partir de mañana y hasta el 19 de febrero en el Museo del Prado, desde donde luego viajarán al Meadows Museum en Dallas.
La presentación de "Ribera. Maestro del dibujo" supuso, además, un reencuentro muy especial: el de la pinacoteca y su antiguo director de conservación, Gabriele Finaldi, que abandonó Madrid para ponerse al frente de la National Gallery de Londres. El experto en pintura barroca es director y coautor del catálogo, además de comisario de la muestra. Y con ella, cierra un ciclo: empezó a trabajar en el dibujo de Ribera hace más de 25 años, con su tesis doctoral.
Siguiendo un criterio cronológico y temático, la exposición se completa con diez pinturas, ocho estampas y una pequeña escultura en cera de un alma en pena que sirven para contextualizar los dibujos de Ribera. Una docena de ellos, entre los que destacan las "Adoraciones" procedentes de Berlín o Nueva York y el "Hércules descansando", que llega desde Malta, nunca antes habían sido expuestos en España.
Nacido en Xátiva (Valencia) en 1591, Ribera se formó como pintor en Roma, a la que llegó con apenas 15 años. Aunque recientemente se han identificado varios cuadros de esta etapa, por ahora sólo se conoce un dibujo, la "Cabeza de guerrero". En él "vemos ya a un dibujante de carácter académico, que maneja la sanguina con enorme seguridad", explicó Finaldi. El resto de su obra fue realizada en Nápoles, donde se estableció en 1616 al servicio de los virreyes españoles y donde falleció, en 1652.
Del dibujo de Ribera, además de la precisión en su trazo -en la que ya ahondó el British Museum con su muestra "Renaissance to Goya: Prints and drawings from Spain"- destaca su alto nivel de acabado, como en "Sansón y Dalilia" o "David y Goliat". Y es que como destacó Finaldi, muy pocos fueron concebidos como preparatorios de una pintura, sino como obras de arte en sí mismas. Y entre su corpus de dibujos, hay un tema que domina por encima del resto: la representación del sufrimiento.
Uno de ellos es el célebre "Eremita atado a un árbol", que además está fechado y firmado. "Esto es muy inusual y demuestra la intencionalidad del artista", afirmó el comisario. El motivo es recurrente en la obra del "Españoleto", que aprovecha esos hombres desnudos para realizar estudios anatómicos en diferentes posturas. Sin embargo, esta fascinación por los suplicios le valió también la fama de cruel y sádico, especialmente durante los siglos XVIII y XIX.
Entre los pocos dibujos sobre temas mitológicos que se le conocen destaca una de sus obras maestras, el "Aquiles entre las hijas de Licomedes", mientras que entre los más originales figuran sus cabezas, muchas de ellas con deformidades. "Le interesaba mucho la fealdad, la consideraba digna de estudio", explicó Finaldi apuntando a los exagerados bocios, verrugas o rasgos grotescos que presentan estos trabajos.
Pero además de un gran artista, Ribera también era un maestro en el sentido pedagógico. Tres aguafuertes anatómicos, seguramente destinados a un manual de dibujo, ponen de manifiesto ese compromiso del "Españoleto" con la enseñanza, con transmitir a sus aprendices la importancia de los diseños. Un compromiso que también demostró Finaldi: "Si la publicación de este catálogo da lugar a que haya más debate y aparezcan más obras de Ribera, habrá cumplido su misión”.