Prácticamente sin anuncio previo, el ex dictador filipino Ferdinand Marcos fue enterrado hoy en el Cementerio de los Héroes de Manila durante una ceremonia privada a la que asistieron su viuda, la diputada Imelda Marcos, junto con sus hijos y nietos.

La Policía anunció los planes apenas horas antes de la llegada del ataúd y desplegó frente al cementerio cientos de agentes antidisturbios por si se producían manifestaciones.

El cortejo fúnebre del ataúd cubierto con una bandera fue acompañado por militares y hubo 21 salvas a modo de homenaje. La hija de Marcos, Imee, colgó en Facebook videos de la ceremonia.

En varias zonas de Manila y en otras regiones de Filipinas estallaron protestas contra el entierro de Marcos. Los manifestantes, que vestían camisas, brazaletes o cintas en la cabeza de color negro, enarbolaron pancartas con textos como "Marcos no es un héroe" y "No olviden nunca".

En Manila, los manifestantes marcharon hacia el lugar donde se produjo la revuelta popular en 1986 que acabó con la dictadura de Marcos, al tiempo que miles de estudiantes y empleados abandonaron sus aulas y oficinas para denunciar las exequias.

"Este es un día negro en la historia de la nación, porque un tirano, un asesino y un ladrón es celebrado como un héroe por un Estado de oligarcas y traidores", dijo en un comunicado el grupo defensor de los derechos humanos Karapatan.

El senador Franklin Drilon afirmó que Marcos fue enterrado como el "ladrón en la noche que fue durante 21 años". Agregó que "este entierro es todo menos noble porque incluso muerto (Marcos) sigue siendo un ladrón".

El entierro se llevó a cabo diez días después de que la Corte Suprema de Filipinas desestimara las peticiones presentadas por víctimas de la dictadura para impedir que Marcos recibiera sepultura en el Cementerio de los Héroes (Libingan ng mga Bayani, en filipino).

Uno de los abogados de los peticionarios, Barry Gutierrez, calificó la ceremonia de "chocante y horrorosa".

El presidente Rodrigo Duterte, quien se encuentra en Perú para participar en la cumbre del foro de cooperación Asia-Pacífico (APEC), llamó a los grupos anti-Marcos a que "se conformen con el entierro". Duterte prometió permitir las protestas "a condición de que estas sean legales y pacíficas", dijo el portavoz presidencial, Ernesto Abella.

Durante su campaña electoral, Duterte había prometido un entierro como héroe para Marcos al considerar que ya era hora de resolver una disputa que ha dividido al país durante décadas.

Imelda Marcos luchó durante 25 años para conseguir este entierro para su esposo. Marcos fue presidente de Filipinas entre 1966 y 1986, cuando fue expulsado del poder por una revuelta popular que lo obligó a exiliarse en Hawái, donde murió en 1989.

Sus restos volvieron a Filipinas en 1993 y desde entonces se encontraban en una cripta refrigerada en un mausoleo en su localidad natal, Batac, provincia de Ilocos Norte, a 470 kilómetros de Manila.

Presidentes anteriores a Duterte se negaron a trasladar el cuerpo de Marcos al Cementerio de los Héroes en vista de las acusaciones por corrupción, violaciones de los derechos humanos y otros abusos que pesan en su contra.