El Tri despierta justo a tiempo

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El Tri despierta justo a tiempo

Foto: AP

La Selección Mexicana de futbol rescató su figura justo a tiempo. En Columbus, una sede históricamente esquiva a sus ambiciones, el Tri no sólo recuperó una bocanada de credibilidad en cuanto su funcionamiento, sino que también dio señales de cambio.

Y los cambios están ligados a lo conceptual, futbolístico y emocional. El seleccionado se mostró como un equipo más serio, importante, con convicciones, competente, pero por sobre todas las cosas, fuerte.

Y hablar hoy de madurez y fortaleza no son cualidades menores para un seleccionado que después de la última tormentosa eliminatoria y el terremoto que le provocó Chile (7-0) en la reciente Copa América, había ingresado en un estado de desconfianza con una fragilidad competitiva peligrosa en la órbita internacional.

Era lógico que después de meses de calvario y cargando con la cruz de la indiferencia popular, el Tri estaba obligado a encontrarse a sí mismo antes de reconciliarse con su gente.

Y lo hizo en el momento justo, en el arranque del Hexagonal y frente a un rival como Estados Unidos que siempre ofrece jugosas regalías en todos los sentidos en caso de una victoria.

Y lo logró, apoyado en la cuota individual de un grupo de jugadores probados que, mejor acomodados en un plan colectivo, sugieren ofrecer un perfil y un nivel de ejecución razonable y aceptable.

Muchos de ellos estimulados por esa hambre de revancha; otros, -casos Carlos Vela y Giovani Dos Santos- han entendido que la Selección está por encima de todo y que es el mejor conducto para canalizar el orgullo.

También cambió Juan Carlos Osorio, quien dejó de experimentar y finalmente se inclinó por hacer coincidir en un mismo 11 a lo mejor que hoy puede ofrecer México como cara visible de su futbol.

Y lo mejor que tiene, definitivamente, está en el exterior, principalmente en Europa.

La legión europea en su conjunto, más Dos Santos y la siempre vigente cuota de experiencia que aporta el inoxidable Rafael Márquez, avisaron que si la horma futbolística que pretende el DT colombiano se trabaja y se sostiene sobre esta base, las aspiraciones de México podrían superar fácilmente los límites prestablecidos.

Este “renovado” Tri se sintió desafiado en Columbus y respondió a la altura de las circunstancias. Jugó un primer tiempo aceitado, convincente y práctico. Al margen de algunos sobresaltos, redondeó un partido y un triunfo directamente proporcional a sus atributos y a su funcionalidad.

Hay quienes desde la crítica analizaron esta victoria desde una posición emparentada con la sumisión. Se dijo por ahí que México ganó porque le supo proponer un juego al “tú por tú” a los estadounidenses.

Una postal de que aún reinan las dudas en el ambiente sobre la real proyección de este equipo de Osorio, tan cuestionado por sus vaivenes y la falta de certezas en época reciente.

Sin embargo, el seleccionado ha dejado una imagen de querer resurgir de la mano de la seguridad y ambición para volver a ser el de siempre en la región.

México no necesita ni debería ir detrás de nadie en este Hexagonal para alcanzar una equivalencia futbolística con sus rivales. Al contrario, debe conservar como en Columbus su personalidad y buscar dilatar la distancia con el resto.

El Tri revivió y volvió a creer que puede sentirse poderoso. No fue quizás la táctica ni la estrategia su mayor valor. Los detalles terminaron siendo simples accesorios. Lo mejor fue su actitud y mentalidad ganadora.

Ahora la cuestión es sostenerse en el mismo envase donde la mezcla de la filosofía del entrenador y la capacidad colectiva del equipo, logre consolidar frente a Panamá su despegue de cara a todo lo bravo que se le viene en su camino hacia Rusia.