EUA: la semana del ‘Día D’

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EUA: la semana del ‘Día D’

la aparición de Trump en el escenario político norteamericano ha cambiado la forma en la cual se conciben y se realizan las campañas electorales allende el Bravo

Dentro de pocas horas presenciaremos el desenlace de la que no pocos analistas han calificado como “la elección más violenta” de la historia de los Estados Unidos. Cualquiera que sea el resultado que surja de las urnas, será uno de carácter histórico: o los estadounidenses eligen por primera vez a una mujer para dirigir su país, o llevan a la Casa Blanca a un individuo “políticamente incorrecto” que dista mucho de ser un político profesional.

Los análisis de los expertos en elecciones –de acuerdo con el sistema estadounidense– daban hasta anoche poco más de 98 por ciento de posibilidades a Hillary Clinton de convertirse en la sucesora de Barack Obama como ocupante del Salón Oval, pero los analistas más conservadores llaman a no descartar ninguna “sorpresa” en los resultados comiciales, lo cual quiere decir que no debe darse por muerto a Donald Trump.

Se trata, a no dudarlo, de una de las elecciones más relevantes de las últimas décadas en el mundo. Y la relevancia realmente no estriba en el hecho de que quien gane las elecciones represente un cambio radical del paradigma que domina la vida pública del vecino país del norte: la importancia estiba realmente en el significado de los votos que el candidato republicano obtenga, más allá de su termina ganando o no.

Porque aún cuando pierda, el magnate neoyorkino habrá logrado atraer una porción muy importante de los votos del electorado norteamericano y uno de los escenarios posibles es que, tal como ocurrió en la elección de Al Gore y George Bush, el republicano conquiste el voto popular pero pierda la elección presidencial, debido al sistema indirecto de elección que se utiliza en los Estados Unidos de Norteamérica.

El inmenso respaldo popular que su campaña ha recibido implica que la aparición de Trump en el escenario político norteamericano ha cambiado –acaso para siempre– la forma en la cual se conciben y se realizan las campañas electorales allende el Bravo.

Trump ha cambiado el discurso, las formas y el comportamiento general de la política norteamericana y le ha ofrecido al mercado de votos estadounidense un producto que en realidad se parece más a lo que solemos ver en las contiendas de Latinoamérica: desafíos abiertos al sistema; crítica sistemática a la “política tradicional” y la promesa de rectificar el camino en el cual han errado los gobernantes clásicos.

No importa si al final las encuestas terminan teniendo razón y Trump pierde la carrera en el último metro: el monstruo que despertó su campaña se quedará ahí, despierto y seguramente esperando a que venga el siguiente candidato dispuesto a seguirlo alimentándolo.

Habrá que esperar a la noche de mañana para conocer su dimensión real de forma exacta. Lo que puede adelantarse sin duda es que, por muy pequeño que resulte ser al final será lo suficientemente grande como para que nadie pueda ignorarlo. Y eso, desde luego, contando con que Trump no gane la elección.