El calentamiento estatal

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El calentamiento estatal

Necesitamos un cambio radical: una nueva Constitución que acabe con los abusos del poder y someta a la burocracia

La angustiosa espera de los comicios en los Estados Unidos ha dado un respiro a los locales, pero en dos o tres semanas, o en unos meses más, tendremos en Coahuila un hervidero político que no habíamos conocido. Nuestra entidad pasa hoy en día por ser el último bastión priísta del País y lo van a pelear a muerte. El nuevo dirigente impuesto al partido por el Presidente no ha ocultado su preocupación por el futuro del PRI acá y por el suyo propio.

En un inicio el gobernador Moreira pareció tener el dominio absoluto sobre quién sería su sucesor. La gran fiesta de Miguel Ángel Riquelme el día de su cumpleaños, con mil 500 invitados, fue el obligado besamanos al que acudieron todos los que antes hubiesen deseado ser escogidos. Riquelme jamás conoció al 99.5 por ciento de quienes le cantaron “¡éstas son las mañanitas!” No puede caber duda de que una fiesta que normalmente es familiar o entre amigos ahora se había convertido en un acto litúrgico, en una consagración del escogido de los dioses. ¿Cuánto gastó Riquelme en su fiestecita?, impensable. No faltó gente de ninguno de los 38 municipios.

Realmente no sospechábamos los coahuilenses que teníamos entre nosotros al esperado, al Mesías prometido.

Para asombro de muchos, la mazorca empezó a desgranarse sin previo aviso. El primer disconforme fue Javier Guerrero que exigió “piso parejo” en las elecciones y se anotó como candidato a Gobernador. No tardó en aparecer el otro que tiene años suspirando por ese puesto: Jericó Abramo Masso, quien también tuvo un cumpleaños principesco con mil alegres compadres, entre los que estuvieron los más encumbrados del PRI en ese momento. Nadie sabe quién pagó la comida ni los pasajes de avión de tantos convidados. Y ahora surgió de las cenizas el Fénix coahuilense, Hilda Flores Escalera. Ella se cuelga de las declaraciones incesantes del partido, que exige lugares para las mujeres en cada oportunidad que se abra: por cada varón una mujer. Hilda, sin la menor delicadeza, fue a los terrenos de su enemigo principal para ahí mismo declararle la guerra. Riquelme quedó herido. Pero Hilda tiene un pasado de entreguismo al poder con el que va a tener que luchar. Nadie olvidará que ganó una elección para entregarle el puesto a un varón. Así que la cuestión de género no va a ser elemento definitivo.

Por parte del PAN sucede algo parecido aunque ellos digan que son diferentes. La lucha por el poder se abrió también con demasiados descomedimientos. Isidro López exhibe ahora sin recato sus ansias de novillero y anuncia sus cualidades por todo el Estado ofreciendo sus bríos para 2017. Por el norte Evaristo Lenin abrió su pecho para ponerse en un altar y ser considerado por los electores. Y, en otro caso, todavía no está claramente definida la lucha por el puesto en Morena donde el perfil más evidente le tocó a Armando Guadiana.

Aún no hay manera de tener claridad sobre tantos candidatos y sus posibilidades reales. Faltan elementos, debe pasar un tiempo suficiente que lleve a cada uno, y a los que broten, a ganar electores. Pero, por lo pronto, la maquinaria más poderosa está en el PRI y van a luchar sin descanso, porque en caso de derrota quedarían miles de personas sin trabajo. No se trata, pues de quien gana sino también de quienes perderán.

Los escándalos recientes (recientes es un término retórico; debe decirse “de las últimas décadas”) han sido tan vulgares que ya los mexicanos sentimos vergüenza de reconocernos tales. Cuatro gobernadores priístas actuales con las peores calificaciones y el cinismo más rampante llevaron al PRI a la ignominia. Pero no están solos esos cuatro sino que otros cuatro exgobernadores están haciendo fila en las páginas de la historia como ejemplo de náusea, saciedad, exceso, cinismo e insolencia. Ahora el nuevo procurador va en persecución de un priísta y un panista: Duarte y Padrés. Está bien, pero eso no es más que un recurso mediático. Me alegraría que fueran todos a la cárcel pero eso no arregla al País. Necesitamos, sin duda, un cambio radical, algo que ahora promueve el obispo de Saltillo: una nueva Constitución que acabe de una vez con los abusos del poder y someta a la burocracia.