Un viaje que cambia 500 años

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Un viaje que cambia 500 años

El próximo 31 de octubre, el Papa Francisco viajará a Suecia para participar en el inicio de las conmemoraciones de la “Reforma” de la Iglesia Católica que condujo Martín Lutero. El 31 de octubre de 1517, este humilde fraile agustino publicó en la Iglesia de “Todos los Santos” de Wittenberg, Alemania sus famosas 95 tesis.

Fue el inicio de la separación de millones de cristianos que profesaron (y aún hoy profesan) una única fe en Jesucristo. Regiones enteras del norte de Europa (Alemania, Suiza, Suecia y Noruega) siguieron a Lutero que, aunque fue un perseguido político, en realidad era un reformador que inició la “reforma en la Iglesia Católica, tanto en la cabeza como en los miembros”.

¿Porqué obtuvo tal credibilidad que logró tantos millones de seguidores? El Papa Francisco, en su viaje de retorno a Roma el 26 de junio, dio la respuesta en unas cuantas palabras: “En ese tiempo la Iglesia no era un modelo digno de imitar. Predominaba la mundanidad y el apego al dinero y al poder”.

Ésta es una declaración y una autocrítica que revela la prioridad que tiene decir y aceptar la verdad como valor fundamental del Papa y de la Iglesia (un valor que no admite “silencios prudentes”, ni “falsas defensas” de lo que era evidente en esa época). Reconocer la verdad lleva a una sana autocrítica que es el primer paso para un cambio personal y una “reforma de la Iglesia”.

El Papa de entonces, los obispos y el emperador Carlos V en lugar de aceptar la corrupción del clero, la contradicción de su vida mundana y licenciosa con el Evangelio de Jesús, el afán por conseguir dinero con la venta de las indulgencias, la codicia del poder de los  obispados y demás posiciones clericales, denunciados no sólo por Lutero, sino por otros adalides de la verdad y críticos como Savonarola, protegieron a los corruptos y a los príncipes codiciosos, mantuvieron el status quo (el sistema de poder político, se diría hoy) a costa de abandonar a los que eran fieles al Evangelio y generar un tremendo cisma en el pueblo de Dios.

Durante siglos la Iglesia Católica satanizó a Lutero y los protestantes. Como un simple partido político que condena a los opositores y los describe como destructores del régimen que poseen por poder y no por convicción. Así la Iglesia Católica condenó a los reformadores como enemigos de la religión, a pesar de que durante siglos mostraron con su vivir y actuar no sólo la misma fe cristiana, sino que crearon obras, instituciones y misiones para ejercer lo fundamental del cristianismo: el amor y servicio a  los pobres, enfermos y marginados.

Aún hoy, el pueblo católico tiene una actitud no sólo de separación y desconfianza respecto de los protestantes, sino que los considera enemigos peligrosos que pueden hacer que los católicos cambien y los admiren por su testimonio y compromiso con la palabra de Dios y su ejercicio cotidiano. Esto revela que la fe de los católicos se mantiene gracias a Dios y a la tradición pero no por un conocimiento y comprensión de adulto maduro.

El viaje del Papa a Suecia y los 500 años de Lutero son un vigoroso mensaje para reformar la mentalidad belicosa y adversa de los católicos hacia los protestantes que, con su testimonio de 500 años de fe auténtica y ejercicio del amor a los demás, nos muestran el ejercicio de su fraternidad cristiana que nos integra a ellos y salva cualquier diferencia que nos impida imitarlos.

Un viaje de acercamiento y una oración en común con los luteranos purifica a la Iglesia de sus prejuicios históricos y construye la unión fraterna de un pueblo de Dios que tiene como norma no excluir a nadie.