La competitividad que fomenta la educación
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La competitividad que fomenta la educación
La visita que realizó el día de ayer a Coahuila el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, sirvió para reafirmar el compromiso gubernamental con la educación y para hacer un recuento de las distintas estrategias que los tres órdenes de Gobierno despliegan en México para coordinar acciones y concretar proyectos en este rubro.
El objetivo central de la visita presidencial fue la inauguración de tres universidades politécnicas en nuestro Estado, pero la ocasión sirvió de pretexto para hacer un recuento de los objetivos alcanzados en este rubro a lo largo del sexenio.
Sin duda es relevante que en Coahuila –y en otras regiones del País– hoy tengamos instituciones de educación superior en las cuales la formación de los futuros profesionistas nacionales se da en términos de una visión más global y menos localista; más internacionalista y menos doméstica.
Y es que tal hecho implica que somos capaces de responder en forma más adecuada a las exigencias de la competencia globalizada y a los requerimientos de un mercado que demanda profesionistas mejor preparados, término que no solamente implica conocimientos académicos, sino también capacidades y aptitudes.
Un detalle que llama la atención del evento en el que ayer el Presidente de la República se reunió con universitarios de distintas regiones del Estado, es el número de estudiantes que dijeron ser los primeros miembros de sus familias en alcanzar el nivel superior de educación.
Se trata, sin duda, de un buen indicador, pues ello quiere decir que estamos abatiendo no solamente un rezago en materia educativa, sino saldando una deuda histórica que implica cerrar la brecha entre aquéllos para quienes el problema está en decidir cuál de todas las opciones que tienen a su alcance es más conveniente para sus intereses, y aquéllos para los cuales el acceso a la universidad constituye la cristalización de un sueño generacional.
Se ha dicho en múltiples tonos, pero siempre será importante repetirlo: la mejor inversión que una sociedad puede hacer, de cara al futuro, es aquélla que implica gastar dinero en la educación de sus jóvenes. Nada reditúa más –en el corto, mediano y largo plazos– que la inversión en educación, pues se trata del instrumento más eficaz en el propósito de igualar a los miembros de una sociedad.
Por ello, es pertinente saludar el hecho de que la más reciente visita presidencial haya estado enfocada en la educación y en revisar los avances concretos que en este rubro se han logrado en los últimos años.
La tarea, por supuesto, siempre está incompleta y por ello no debemos detenernos demasiado en el festejo. Lo que sigue ahora es revisar los indicadores de calidad y asegurarse de que no solamente estamos respondiendo adecuadamente a las exigencias del mercado en materia educativa, sino que lo estamos haciendo enviando a nuestros jóvenes a competir de tú a tú con quienes se forman en cualquier otra universidad del mundo.