Jugar con los tiempos: estrategia del desgobierno

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Jugar con los tiempos: estrategia del desgobierno

La estrategia es, en apariencia, sencilla: reconocer que los temas no pueden resolverse hoy, pero que se trabaja para algún mañana. 

En el reconocimiento hay cierto toque de humildad y buena voluntad; en la promesa, hay la esperanza. Con el tiempo, algo sucederá con el asunto: o se olvida o cambian las circunstancias. Si lo primero, la administración sigue; cuando lo segundo, el ciclo se repite permanentemente: hoy no hay solución, mañana sí. 

O algo sucede y el problema deja de existir: momento propicio para que el Gobierno se adjudique la medalla. 

El éxito de la estrategia depende del aguantar como única competencia. 

Depender tanto del éxito del todo, que tan sólo considerar separarse del grupo compacto sería contraproducente; ser contundentes contra quienes tomaron distancia, por cierto, declarando su muerte política.

Aguantar no es sencillo y por eso la estrategia tiene sus puntos débiles. Requiere de un tejido de complicidades y recursos a disposición, tanto para apoyar en las dificultades como para mostrar la fuerza cuando se requiere.

Ahí, la única promesa que debe respetarse es la del grupo. Podría decirse que es como venderle el alma al diablo, pero no puede afirmarse que haya uno solo: cada integrante lo es a su manera, hace y se deja hacer en el equilibrio para mantener al grupo compacto y todos sus beneficios. Al paso del tiempo ya son familia. O algo así, porque suceden cosas que harían pensar en otro ejemplo.

Los demás, los desechables de la estrategia, son los que hacen fila para tomarse una foto y subirla a redes sociales. Hacen fila, quieren la foto, tienen hambre. 

Hágase una lista de las promesas de esta administración, la que todavía despacha en Coahuila. 

¿La promesa de la tenencia? Por cinco años no se cumplió la palabra firmada ante notario. Ahora se reaviva la promesa y la esperanza. ¿Se compusieron las finanzas estatales? No: siguen prácticamente igual que cuando llegó el segundo, el hermano mayor.

¿Empresas fantasmas? No hubo respuesta inmediata. Se dieron 10 largos días porque el asunto no les pareció urgente. ¿Se resolverá? Para nada. Pero de alguna manera, con la modificación de alguna ley, se dirá que mañana no sucederá de nuevo. 

¿El Registro Público en Saltillo? Aún hay quienes dicen que no está completamente resuelto. Y eso que hubo compromisos verbales de que el problema no pasaría los dos meses, los seis, los ocho. Eso sí, cuando el fedatario reclamaba le recordaban una lista de narco-notarios o le caían auditorías o le reformaban la ley para cumplir imposibles o simular.

¿El asunto de la clínica del Magisterio? Ni 60 días de plantón, ni promesas firmadas, ni mesas dominicales con quien todavía cobra como Gobernador sirvieron para solucionar el asunto. Las medicinas siguen faltando, las enfermedades siguen castigando, las pensiones siguen con huecos que nadie sabe. Pero se está atendiendo, dicen; ya empezó la auditoría.

Jugar con los tiempos les permite ganar elecciones, vivir como nunca lo imaginaron. 

Todos afuera están (estamos) desorganizados, peleados, tratando de sobrevivir, ocupándose en lo suyo. ¿Habrá entre todos alguno que resista? 

Así, hasta ahora, la democracia es el Gobierno de unos pocos organizados sobre los muchos desorganizados.

@victorspena