Postal desde Belgrado

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Postal desde Belgrado

Desde siempre, Belgrado (Serbia) ha sido puente entre Europa y Asia, entre Oriente y Occidente. En el siglo XX, para no ir más atrás, fue bisagra entre los bloques capitalista y comunista: es un país muy del este para estar en oeste y muy del oeste para estar en el este, dicen los geopolíticos de viejo cuño. 

Esta semana el clima cambió tremendamente: de un sol constante todavía el domingo, a lluvias interminables a partir del lunes. Ando por acá pues fui invitado por la Universidad de Belgrado para exponer, en panel magistral, sobre políticas públicas y su relación con los derechos humanos. Es un evento organizado por la escuela de mayor tradición de aquella Casa de Estudios, en funciones desde 1893, la Facultad de Geografía. 

Nunca antes he estado en este país. Amplia es la fama de los serbios en asuntos de hospitalidad. Pero una cosa es tener el dato y otra es vivirlo.  

Por su posición estratégica, la capital de Serbia sabe lo que es estar en medio de las mareas que chocan. Lo bueno y no lo tanto. A diferencia de lo que sucede en prácticamente toda Europa, acá las edificaciones más antiguas apenas superan los ciento veinte años. Hay algunos vestigios de romanos, turcos y hasta del Imperio Otomano, pero la mayor parte es, puede decirse, nueva. Belgrado ha sido reconstruida más de cuarenta veces. 

Las razones, casi siempre, relacionadas con las guerras. 

Entre los ataques más reciente, el de 1999 cuando esto todavía era Yugoslavia. El momento estará en la mente de algunos: sin la autorización previa del Consejo General de la ONU, la OTAN inició un ataque en el marco de la Guerra de Kosovo. Como testimonio de este abuso, algunos edificios aún se mantienen como quedaron: partidos a la mitad, quebrados. 

Contrario a lo que pudiera pensarse, el ánimo de las personas en Belgrado no se agrió. Recuerdan su historia y honran a sus muertos pero celebran la vida y disfrutan el momento. Así, tal cual. Esto es lo que los hace buenos anfitriones, creo.  

Acá no se andan con juegos. Veamos la historia, repasemos lo que se han traído entre serbios, croatas, kosovares. No la han tenido sencilla.

Pareciera, además, como si Europa no los quisiera aceptar como iguales. Pero, de nuevo, lejos de lo que pudiera pensarse, el ánimo está arriba y en las calles no se ven malas caras. 

Una fortuna poder platicar por acá. Conocer sobre la tolerancia en serio. Ver cómo se edifica una vida con la claridad de lo frágiles que somos. Aprender de mentes privilegiadas, compartir algunas inquietudes.  

La invitación obedeció al eje de nuevas perspectivas para el análisis de problemas internacionales y a mi pertenencia a una red de investigación sobre gobernanza social global fundada hace dos años en Londres (Reino Unido), con el auspicio del Consejo Internacional de las Ciencias Sociales (ISSC, por sus siglas en inglés). 

El panel magistral fue ubicado en el salón más importante de la Universidad de Belgrado. Un espacio para unas trescientas personas, flanqueadas con los retratos de los rectores de este centenario centro universitario, coronado todo con enormes candelabros de cristal. Por supuesto que fue un honor para mí compartir tan hermoso recinto con Rinus Penninx (Universidad de Amsterdam, Holanda), Daniel Göler (Universidad de Bamberg, Alemania) y Alfonso Giordano (Universidad LUISS, Roma, Italia). 

Acá ya fue misión cumplida. Hago las maletas y regreso. Ya la próxima, a los temas.  
@victorspena