Juanga y Trump: una semana de color (II) recargada

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Juanga y Trump: una semana de color (II) recargada

Y el show continuó. Después de la accidentada reunión del candidato republicano con Peña Nieto y una vez que los mercados financieros se tranquilizaron, según el “yuppie” Videgaray; los mexicanos regresamos a nuestra semana de duelo y continuamos con los homenajes al Divo de Juárez. Dicho sea de paso, sus cenizas se han de estar revolviendo de coraje en la urna por los reflectores que le robó el tramposo de Trump.

Las susodichas cenizas recorrieron medio país en un avión de la Fuerza Aérea Mexicana, hasta llegar al hangar presidencial del aeropuerto de la Ciudad de México (esos homenajes no los tendrá ni Obama cuando deje la Casa Blanca). La carroza fue escoltada por motociclistas, patrullas y por elementos de todas las corporaciones de seguridad; desde el aire, el cortejo fue seguido por una flotilla de helicópteros que monitoreaban el tráfico vehicular. Las televisoras interrumpieron su programación habitual, de por sí aburrida, para trasmitir en vivo y a control remoto los pormenores del trayecto del aeropuerto al Palacio de Bellas Artes.

Los seguidores de Juan Gabriel inundaron las calles. El Divo de Juárez es muy querido por los mexicanos: “Lo vamos a extrañar”, decía la gente a los reporteros de espectáculos.

Parafraseando al filósofo del entretenimiento del siglo pasado, Raúl Velasco: “Aún hay más”. Mejor dicho, cayó la mosca en el atole.

Estábamos entretenidos con los funerales del Divo de Juárez, cuando lady Hillary Clinton declinó de plano la invitación a visitar el país. El desaire cayó justo en el momento cuando filtraban la fotografía de los presidentes de Estados Unidos y México en China, con un pie de foto en donde el mandatario mexicano le explicaba al presidente norteamericano por qué había invitado a Donald Trump a venir a México. La gente se pregunta: “¿pediría el señor Obama explicaciones…?”

Como decíamos, el fallecimiento de Juanga conmovió a todo México. El Gobierno no escatimó recursos para que el pueblo despidiera al artista que tocó el corazón de varias generaciones de mexicanos. Bueno, el fúnebre acontecimiento hasta sirvió para artistas que estaban en el cajón de los tiliches, se colgaron del homenaje y aprovecharon las cámaras y micrófonos, sacando juventud de su pasado, parafraseando a José Alfredo Jiménez.

El cortejo recorrió las calles del Aeropuerto al Palacio de Bellas Artes, y convocó más audiencia que el mismísimo Sumo Pontífice en su pasada visita a la Ciudad de México. En particular, me hizo recordar la película “Mecánica Nacional” (producción de inicios de la década de 1970, que retrata con una fidelidad única el carácter festivo y la conducta del mexicano ante la muerte).

Entre llanto y alegría, aderezadas con el coraje y las carcajadas de la crisis diplomática, esta estrepitosa semana nos unió a todos los mexicanos. Por una parte, lloramos la muerte del artista y por la otra, lamentamos las pifias del gobierno.

En la Secretaría de Hacienda, a mitad de semana se escuchaba la tonadita de uno de los éxitos del Divo de Juárez: “Mira mi soledad, que no me sienta nada bien...”.

Al paso del cortejo, la gente coreaba: “ya lo sé, que tú te vas, y que ya no volverás…”. Las cenizas de Juanga fueron a su última morada entre el llanto de los mexicanos a Ciudad Juárez. Luis Videgaray Caso al cementerio político.

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