Lluvias en Saltillo ponen en riesgo el Templo de San Esteban; necesita atención urgente

Usted está aquí

Lluvias en Saltillo ponen en riesgo el Templo de San Esteban; necesita atención urgente

Historia. Las columnas exteriores probablemente son las construcciones más antiguas de la ciudad. / Foto: Omar Saucedo
El templo que nació casi a la par con la ciudad, está ‘herido’ y requiere de urgente atención para evitar un daño mayor en su estructura

San Esteban, el primer templo católico construido luego de la fundación de la ciudad en 1577 resintió daños con las más recientes lluvias; sus muros, llenos de historia reclaman atención inmediata antes de que el tiempo y la humedad continúen con su labor destructora.

Entrar a San Esteban es como abrir un libro; cada rincón, imágenes y muros representan el pasado tangible con sólo observar detenidamente los detalles del templo.

La historia

Mucho se habla de la Villa de Santiago, nombrada así por la colonización a cargo de un grupo de españoles. Los primeros exploradores al norte enviados por la Nueva España, que estaban al mando de Alberto del Canto.

La Villa de Santiago llegó en un momento a ser sólo un pedacito de tierra para lo que hoy conocemos como Saltillo. De la calle Ignacio Allende hacia el oriente, se desdoblaba la pequeña pero majestuosa villa. De Ignacio Allende hacia el poniente la historia llegó poco después…

Todo comenzó un día de septiembre hace casi 425 años cuando la Colonia que había llegado a explorar la Villa de Santiago, poco antes, se vio en aprietos. Se hizo un llamado al virreinato acerca del riesgo de despoblación que se vivía en la tierra explorada y otras recientemente fundadas a partir del siglo 16. La Nueva España, para los años de 1580 dejó clara la intención de conservar todos los terrenos que ya habían ocupado y al tambalearse su reino, optó por una decisión que cambiaría el rumbo del territorio norteño, a través del Camino Real. 

1981 fue el año en el que el templo pasó a formar parte del Obispado de Saltillo./ Foto: Omar Saucedo

La opción del virrey Lorenzo Suárez, fue “repartir” 400 familias de indios tlaxcaltecas, provenientes de los 4 señoríos del estado de Tlaxcala que ayudaran a probar suerte nuevamente, en San Luis Potosí, Zacatecas, Querétaro y posteriormente en Coahuila.
Los colonizadores, al mando de Alberto del Canto, también temían a los frecuentes enfrentamientos que tenían con los indios nómadas de la región, en su caso, huachichiles y borrados o rayados, que en términos generales pasaron a llamarse “chichimecas”. Estos indios, formaron parte de la resistencia a la Colonia en Coahuila.

Varios mitos se han creado alrededor de lo que actualmente conocemos como “La parroquia de los indios” que habita en los adentros del templo San Esteban. A sus inicios, en 1582, se dice que fue atacada por chichimecas que iban contra la imposición de una nueva religión, y por otro lado la ocupación de sus tierras. De la capilla sólo quedaron ruinas y campanas.

La construcción del templo de San Esteban había empezado en 1582 con una modesta capilla que formó parte de un convento ubicado a las afueras de la Villa de Santiago, en un terreno que abarcaba desde Xicotencatl y Victoria, hasta la calle de Aldama. Este gran terreno fue proporcionado a los franciscanos por Francisco de Urdiñola, pero los problemas de despoblación persistían e hicieron que el mismo convento de Fray Lorenzo de Gavira no funcionara. 

Así es como Joaquín de Velasco y Buenaventura de Paz, líderes de las familias tlaxcaltecas provenientes de Tizatlán, Tlaxcala, toman rumbo hacia el norte; a pie, y con pocas carretas jaladas por bueyes y caballos en las que depositaron semillas y gérmenes con las que cultivaron más tarde la cosecha en sus nuevas tierras.

La llegada a la Villa de Santiago a inicios de septiembre en 1591 fue de 90 familias: 72 hombres casados y 18 solteros, en su totalidad, familias puramente tlaxcaltecas. Para ese entonces ya habían sido totalmente cristianizadas y sus nombres cambiados de aztecas a “santos”, por lo que, según el virreinato, esto ayudaría a “reconducir” a los chichimecas hacia una vida sedentaria y “ordenada”.

A su aterrizaje, la sociedad tlaxcalteca se dio a la tarea de revisar todo el territorio antes de construir sus huertas, oficinas de Gobierno, casas e iglesia. 

Debilitamiento. La Capilla de los Indios quedó dañada luego de los aguceros hace una semana./ Foto: Omar Saucedo

Ahí mismo nació la decisión de tomar la nave principal del convento para transformarla en “La capilla de los indios”, la primera piedra del templo San Esteban, misma que por el callejón Ocampo, podemos observar. 

Le pusieron San Esteban gracias a una historia que se origina del pueblo del que provenían, Tizatlán. Albergaba la historia de un niño que fue evangelizado por el clero cristiano a la llegada de la Colonia que, como cualquier travesura, en el proceso de evangelización, destruye las imágenes de un templo local, causando la furia del fray que más tarde lo asesinó. Él, quedó siendo el mártir del cristianismo indígena que fue adoptado para la fundación de la iglesia que se asienta en la calle Victoria y su santo se celebra el 26 de diciembre, mismo día de la fiesta de la iglesia.


Una de las características de los tlaxcaltecas, es la magia. El misticismo que persiguió las ideas para la toma de decisiones al hacer construcciones y cosechas de aquellos tiempos. Ejemplo de ello, fue la decisión que tomaron para la conservación del templo, donde fuera el convento. Éste se encuentra como punto de partida que forma una cruz desde una vista panorámica, formada por la ubicación de cuatro cruces cristianas, que están postradas sobre cerros o lugares elevados del pueblo: al norte una en el cerro del calvario, hacia el sur la cruz de Santa Anita, hacia el poniente, la cruz de la cofradía rumbo a el Santuario de Guadalupe y al oriente la cruz del Santo Cristo. Fue por ello, que a las afueras del templo San Esteban y con vista hacia la Catedral, se ubicó La Plaza de las Cruces, lugar que ahora es un banco. Además, se dice que en el sótano de la Sacristía, se escucha el rugir del agua, como si a los arededores yaciera un manto acuífero que provocó la gran cosecha de la Nueva Tlaxcala.

Reliquia. El templo de San Esteban en 1632 figuraba como el centro de la vida religiosa de la la Nueva Tlaxcala.

Ventana al pasado

La idea original era construir el templo en un terreno ubicado desde la actual Xicoténcatl y Victoria hasta la calle Aldama.

1582: Se construye una modesta capilla en las afueras de la Villa de Santiago.

1591: Con la construcción de “La capilla de los indios” se da forma al templo en lo que es la actual calle Ocampo.

1634: Es demolido el templo para construir uno nuevo, que sería el que actualmente se conoce.

1777: El templo pertenecía al nuevo Reino de León,

1891: Pasa a formar parte del obispado de Saltillo.

Acceso. La entrada principal al templo no siempre ha sido por la calle Ocampo. / Foto: Omar Saucedo

Templo y cementario

La entrada principal al templo de San Esteban no todo el tiempo fue por la la parte norte.

Ahí, justo donde actualmente se ubica el coro, en 1932 aún se ubicaba el altar principal.

Por el callejón Ocampo, en algún momento fue un estacionamiento para carretas de caballos a las afueras, por lo que los curas de la época decidieron cambiar el altar de modo que la entrada fuera por el callejón Padre Flores, debido a los malos olores que emanaban de las heces de los caballos.

Además, San Esteban tuvo su propio cementerio en el siglo 17. Se cuenta, que todo mundo quería tener un espacio en este cementerio, por lo que los costos variaban y pronto pudo convertirse en un negocio para el pueblo. Después llegaron las pestes en 1833 y se decidió construir un nuevo cementerio para alejar el contacto con la enfermedad, por lo que el nuevo se ubicó en ese entonces en las afueras del pueblo, en lo que conocemos como el Lago de la República, en la Alameda, donde también se construyó una capilla a San Caralampio, el Santo de las Pestes.

En el siglo 17 la iglesia de San Esteban contaba con su propio panteón, que años más tarde fue reubicado a lo que hoy es el lago de la Alameda/ Foto: Omar Saucedo

Al pasar de los años, en 1634 el sacerdote de la época certifica que han demolido el templo original para volver a construir la última versión del templo que conocemos ahora a partir del siglo 18.

La iglesia perteneció eclesiásticamente al inicio al Nuevo Reino de Galicia, en 1777 al obispado del Nuevo Reino de León, y por último a partir de 1891 al Obispado de Saltillo.

Según los historiadores, la identidad del templo ha sido saqueada; incendiada, baleada, robada y demolida, por lo que ahora conserva muy poco de sus riquezas, acerca del patrimonio tangibles: dos pinturas originales, 4 muros resanados, dos esculturas y el archivo parroquial que conserva las actas firmadas de defunción, nacimientos, bautizos y bodas más antiguas del pueblo tlaxcalteca.

Actualmente, el templo de San Esteban, una de las reliquias más preciadas del Centro Histórico, se encuentra en buenas condiciones, pero faltan más cuidados. Las torrenciales lluvias han hecho que existan más afectaciones en gran parte del Centro Histórico, entre ellas, la Capilla de los Indios.

Esta es la historia del templo católico más antigo de Saltillo, un lugar que, pese a las adversidades sigue de pie a más de 434 años de haber sido construido.

(Con información de Carlos Recio, Arturo Villarreal y Esperanza Dávila).