Debilidades

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Debilidades

La señorita Peripalda cometió un error de esos que cambian la vida: subió sola al coro de la iglesia parroquial. Ahí estaba maese Pélez, el organista, quien aprovechó la sacra soledad del templo para incautarse a la incauta catequista. Consumado que fue aquel erótico trance el salaz músico le preguntó en tono nasardo a la señorita Peripalda: “¿Le contarás esto al padre Arsilio?”. “Desde  luego –respondió ella–. Se lo diré en confesión”. “¿Qué le dirás?” –se inquietó el organista. Contestó la catequista: “Le diré que usted se aprovechó de mí dos veces. Claro, si no está muy cansado”… Brindó Capronio: “Por las mujeres a las que amamos; por nuestras esposas”. Bebió de su copa y añadió: “Y porque nunca se conozcan”… Babalucas se enteró de que un amigo suyo había pasado a mejor vida. Trabajaba en una empresa cervecera, y le cayó encima un barril de 200 litros de cerveza oscura. “Qué mala suerte –se condolió el badulaque–. Si ha sido cerveza ligera a lo mejor la libra”… El marido le dijo a su mujer: “Ya no recuerdo la última vez que hicimos el amor”. Replicó ella: “Yo sí la recuerdo. Por eso ya no lo hemos vuelto a hacer”… De tumbo en tumbo el prigobierno sigue cavando su tumba. Terca la CNTE en joder, y terca Gobernación en permitir que joda. Esa culpable lenidad llega a lo absurdo, a lo ilegal, y aun a lo ignominioso, cuando para colmo de males la administración les paga a los facciosos que la joden. Eso indigna no sólo a los empresarios: toda la ciudadanía está irritada por las constantes embestidas de los cenetistas y el permanente recule (o patraseo, para que no se oiga tan feo) del sector oficial. ¿Y así quiere Osorio Chong ser candidato a la Presidencia? Nadie da oídos ya a su gastada cantaleta del diálogo, pues no hay diálogo ahí donde una de las partes está en pie y la otra de rodillas. Pocas veces se ha visto un gobierno tan débil como éste; regañado afuera, y contra la pared adentro. Lo dicho: estamos ligeramente jodidísimos... Una mujer acudió a la consulta del doctor Duerf y le dijo que estaba preocupada por su salud mental. (Por la de ella, aclaro, no por la del célebre analista). El siquiatra le dio un muñequito de chocolate y le pidió que lo comiera. Ella empezó a comerlo por la cabeza. “Es suficiente –la detuvo el médico–. El hecho de que haya empezado usted a comerse el muñequito por la cabeza me hace pensar que es una persona normal. Si hubiera empezado a comerlo por los pies, eso me habría hecho pensar que padece usted un complejo de inferioridad”. Preguntó, traviesa –y curiosa–, la paciente: “¿Y si hubiera empezado a comerme el muñequito por cierta parte?”. Respondió el doctor Duerf: “Eso me habría hecho pensar que no es usted casada”. (No le entendí)… Don Chinguetas, atufado, le dijo a su esposa doña Macalota: “Me gustaría saber a dónde se va el dinero que te doy”. Replicó ella más amoscada aún: “Mírate la panza y lo sabrás”… Un señor le comentó a cierto político: “He oído hablar mucho de usted”. “Sí –replicó el hombre–, pero nunca me han probado nada”… Dos compadres, Inepcio e Impericio, intercambiaron confidencias acerca de sus respectivos matrimonios. Ambos se mostraron poco satisfechos de la relación conyugal con sus esposas. Acordaron que sería conveniente un cambio de pareja: esa interesante variación podría evitar que la rutina y el aburrimiento hicieran peligrar su vida de casados. Hablaron con sus mujeres, y las dos estuvieron de acuerdo en poner en práctica la idea. Se llevó a cabo, pues, el experimento; se hizo el intercambio. Ya en la alcoba le preguntó Inepcio a su nueva pareja: “¿Cómo la estarán pasando nuestras esposas, compadre?”… FIN.