De Funes Mori a Gignac
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De Funes Mori a Gignac
Que Funes Mori haya recuperado su efervescencia goleadora en un Rayados que venía aturdido es una buena noticia. Y que Gignac se haya convertido otra vez en el factor de quiebre de un Tigres impotente, también lo es.
Funes Mori y Gignac se parecen, pero no son lo mismo. Hay cuestiones posicionales, de movimientos y de temporización que lo hacen diferentes. Pero los dos son delanteros que cuando ingresan en la órbita del gol son intimidantes.
Quizás el francés participe más de la trama del juego buscando el sitio idóneo para descargar las balas. Puede fabricarse los goles por sí mismo. El argentino, por su parte, es más de área y tiene un lenguaje geométrico que invita a sus compañeros a entregarle los balones a modo para definir.
El sábado, en dos partidos simultáneos, quedaron expuestas sus virtudes de las que aquí retratamos. Gignac, frente a Chiapas, acompañó con la mirada el jugadón de Aquino y esperó el pase hacia atrás para, de primera intención, gatillar. No falló.
En León, Funes Mori ofreció un racimo de goles bajo un mismo patrón: Basanta, Chará y Ayoví le sirvieron un pase con ventaja que el exRiver aprovechó en cada una de sus anotaciones. Finísimo, el delantero centro preferido de Mohamed, demostró sus cualidades de gran definidor.
Funes Mori y Gignac coinciden en esa obligación de ofrecerles a sus respectivos equipos una cuota de eficiencia cuando las condiciones se presentan. Y en ambos reposa esa singular responsabilidad de pensar y resolver ante la primera oportunidad.
Funes Mori y Gignac ya habían sido contemporáneos del gol en el Apertura 2015, ocasión en que cada quien firmó 11 tantos y quizás en ambos equipos hubo una dependencia a sus actuaciones.
Pero esta vez, Rayados jugó para Funes Mori y no al revés. El equipo que venía en plena involución ha tomado un giro drástico en León. Fue más consciente de sus aptitudes individuales y esto provocó un efecto positivo en la modulación colectiva. El futbol le pagó bien ese cambio.
Rayados se vio más ambicioso, achicó los recorridos entre las líneas, fue más intenso en la marca, y mucho más fértil en zona de volantes. En general, hubo un compromiso más integral sumado a una alta dosis de efectividad. La actitud por encima de todo. El rival también favoreció al contexto.
En Tigres, en tanto, Gignac le ayudó al equipo a descomprimir un partido que se conducía a la monotonía y a la frustración. El acierto del francés, incluso, pareció ser suficiente para un equipo de Ferretti que amenazó con hacer mucho y se conformó con poco.
Tigres volvió a tener en Aquino el centro de gravedad y tuvo a un Zelarayán más auténtico a la hora de conducir y generar. El argentino, con más libertades y sin tantas ataduras tácticas, es mucho más preponderante y ello se traduce en un accionar más punzante y hasta vertical.
Pero lo que aún no logra contrarrestar Tigres en ciertos partidos es su desesperación por querer ganar antes de acertar. Siente que puede, pero su constante desvanecimiento en el momento de la puntada final lo orilla a los arrebatos, a las precipitaciones, a tomar decisiones más emotivas que racionales. Le pasó ante Chiapas, pero ya lo había demostrado ante Atlas.
De todos modos, con Gignac, Tigres tiene ciertas garantías de éxito, aún y cuando se enreda en los laberintos de su propio plan. Lo de Funes Mori en Rayados es más particular: necesita que todo el equipo responda y le arme un escenario ideal. Es aquí cuando sus atributos se notan más. Definitivamente.