Yo sexteo, tú sexteas…
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Yo sexteo, tú sexteas…
Son las once de la noche, el senador de la República está en cama, su amante le manda mensajes eróticos, él le responde con pasión de quinceañero. Ella le manda una foto en ropa interior, él envía foto con su mano sosteniendo su pene. Siguen enviando mensajes a través de Whatsapp hasta que caen rendidos en un ejercicio de sexting. El senador va a trabajar al día siguiente, su asistente (que es quien en realidad lee y analiza los documentos), le informa que hay dos iniciativas contra el sexting. El legislador de la mano de una veintena de hombres y mujeres se horrorizan con los números: México es el país número uno en sexting según la investigación llevada a cabo por la empresa Mattica; además la Alianza Por la Seguridad en Internet (ASI) asegura que el 8% de quienes se envían mensajes con fotografías sexualmente explícitas tienen entre 12 y 16 años. La mayoría de las fotos de las chicas son en ropa interior o sin brassiere, rara vez ellas envían fotos de sus genitales. En cambio los chicos casi siempre se toman fotos con el pene en erección. El otro 12% de imágenes de desnudos y semidesnudos lo producen jóvenes de entre 17 y 20 años. Es decir, en México el 80% del sexting lo producen y comparten personas adultas mayores de 21 años.
Una tuitera rabiosa se enteró de la discusión y exigió que el poder legislativo mantuviera sus manos fuera de las comunicaciones privadas, por #MiDerechoalSexting, hashtag que nunca se viralizó. Lo que ella no sabe es que circular imágenes de contenido sexual o desnudos de personas menores de 18 años constituye el delito de pornografía infantil que amerita entre 4 y 7 años de prisión. Las complejidades de este tema ameritan otro texto.
En los últimos tres años congresistas del PAN, PRI y Morena presentaron un exhorto a fin de que la SEP y el Instituto Mexicano de la Juventud diseñaran una estrategia educativa para erradicar el sexting. Temen que las fotografías subidas por chicas y chicos caigan en manos de pedófilos o tratantes o que se conviertan en material para extorsionar a chicas y chicos. Al mismo tiempo un colectivo ciudadano basado en datos de la PFP explicó que el 30% de chicas cooptadas por tratantes fueron enganchadas vía redes sociales, en especial Facebook; sin embargo, ellas no aparecían desnudas sino simplemente en poses sensuales.
Se documentaron cinco casos de niños a los que hombres adultos les pidieron, vía redes sociales, fotografías desnudos a cambio de patinetas y teléfonos celulares.
El 5% de denuncias de extorsión entre adolescentes se basa en que chicas que enviaron fotos privadas o videos de contenido sexual a sus novios, sufrieron ciberacoso, humillación y hostigamiento sexual después de que ellos socializaron el material con otros chicos. Otro 10% son de chicas que nunca supieron que el que las besaba estaba filmando con su teléfono.
El hecho de que México sea el país de la OCDE con menor seguridad cibernética no significa nada para la gran mayoría de usuarios de Internet; la ignorancia sobre el manejo de información tanto en adultos como en niñas, niños y jóvenes juega un papel fundamental en la pulverización de la privacidad e intimidad. Quienes ganan cada vez que alguien compra una app o abre una red social son las empresas que compilan toda la información vital de sus clientes. Ganan quienes saben hackear y robar material o usarlo para fines de justicia social o informativos. Ganan los pedófilos y pederastas que circulan en la red buscando enganchar niñas y niños tal como lo haría el robachicos de la esquina que ofrecía caramelos para atraer a sus víctimas. Lo cierto es que si las personas adultas no hablan con sus hijos e hijas sobre lo que la intimidad significa y el riesgo que cualquiera corre al enviar sexting, casi todo es inútil una vez que alguien utiliza las imágenes para hacer daño a quien le confió material íntimo. El 96% de las personas no saben cómo borrar completamente ese material.
Lo cierto es que resultaría muy grave de las autoridades escolares o judiciales se pusieran a perseguir a niñas y jóvenes por enviar mensajes eróticos a sus parejas mientras la mayoría de criminales circulan sin mayor problema por el País e Internet. Lo mejor es hablar abiertamente sobre el riesgo de perder la privacidad a través de socializar un mensaje íntimo. Moralizar nunca funciona con las y los jóvenes, lo mejor es hacerles saber que son dueñas o dueños de su intimidad y que aunque el amor no dura para siempre las imágenes privadas una vez en el ciberespacio o en los chats siempre serán públicas.
Aquí un par de recursos educativos: http://asimexico.org/sitio/archivos/Revista_baja_Sexting_5.pdf
Guía A.S.I. para prevención del Ciber-bullying.
@lydiacachosi