Gracias por la paz
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Gracias por la paz
En el marco de la visita presidencial se montó, por la entrada al municipio de Piedras Negras, un espectacular (en fondo blanco y los colores de la bandera, el escudo y emblema de Coahuila) agradeciendo por la paz al titular del Ejecutivo Nacional.
Con una inversión anunciada superior a los 300 millones de pesos, el Presidente de la República visitó el norte de la Entidad con motivo de la inauguración de un cuartel militar. El contexto de la visita, por cierto, es insuperable. Por esos mismos días, en tribunales texanos, se hablaba de ese mismo escenario pero con fines muy diferentes: el penal de ahí sería, según el dicho de un testigo en juicio desahogado por allá, el matadero del narco (VANGUARDIA, julio 9, 2016).
Al siguiente día la nota fue cómo el invitado de honor destacó la seguridad coahuilense lograda por el actual gobierno. Todos sacaron un diez de calificación.
El asunto tiene tantas capas de interpretación que es difícil intentar contarlas. No termina una cuando otra se sobrepone. No hay buenos contra malos, sino personas en distintos roles según el momento, el interés, la agenda.
En principio, lo que me parece claro es que el tema de la seguridad será la bandera electoral que jugará el PRI.
El espectacular a la entrada de Piedras Negras, la campaña que seguramente se orquestó en redes sociales para destacar la paz y la presencia del Presidente son, me parece, una medida bastante bien calculada. El (supuesto o real) desencuentro entre el invitado y el todavía Gobernador aminoró voces críticas que se guardaron para mejores días.
Al día de hoy, lo único que parece más o menos sólido e indiscutible es lo relacionado con la seguridad en la Entidad. Y si bien es la tónica seguida en casi todo el territorio nacional, acá se le ha sabido sacar provecho repitiendo hasta el convencimiento de que fue el gobierno estatal (y su buena relación con el gobierno de la República) los elementos que lo hicieron posible.
De la seguridad, solo puede hablar el gobierno del Estado. Así se diseñó el sistema. A los alcaldes no les quedó de otra más que acudir a las mesas convocadas por quien cobra como Gobernador. Ahí no hay competencia.
La presencia del Ejército en las calles, como lo más visible y valorado por el actual gobierno. Más ejército, mejor seguridad. Por ahí, más o menos.
Con el riesgo de ser demandado por su antecesor por daño moral (léase con ironía), el actual dijo por allá de noviembre de 2013: “Cuando yo entré a mi gobierno, me di cuenta que estábamos a punto –si no es que ya había sucedido– de que el monopolio de la autoridad no lo tuviera el Gobierno, sino lo tuviera la delincuencia” (en entrevista para VANGUARDIA, retomado por Animal Político, noviembre 27 de 2013). El semanario Proceso rescata otro dicho de esos tiempos: “… la presencia del crimen organizado en Coahuila llegó a tal extremo que intervino para apoyar a un partido político para que ganara elecciones” (en su versión electrónico, fecha ya señalada). Uff.
Al menos en la arena electoral, habrá que ver si levantar encuestas en Twitter puede hacer algo en contra de este tema…
¿O será que la estrategia de la oposición será escarbarle a los asuntos sin resolver que son, al menos, llamativos? En lo de los desaparecidos, mesas interminables con avances insípidos; lo de Allende, que como con lo de la deuda habían decretado vuelta a la página, sigue dando de qué hablar.
@victorspena