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A su cuidado, los Martínez tienen desde hace medio siglo la Ciudad Deportiva
En medio de la Ciudad Deportiva, entre los jardines, vive la familia Martínez
Javier, cuyo padre era el encargado del tradicional tren que recorría el lago, es quien abre y cierra el parque a diario, por lo que recuerda anécdotas como la de una mujer de vestido blanco que caminaba junto al lago en medio de la noche y desapareció en el faro.
La casa donde vive la familia Martínez tiene más de 60 años de estar ahí, incluso antes de que se construyera la Ciudad Deportiva.
Javier cuenta que cuando su padre Antonio llegó ahí, Saltillo terminaba donde actualmente está la tienda del ISSSTE sobre el bulevar Nazario Ortiz, por lo que esa casa ya estaba considerada en las orillas.
“Aquí era auténticamente un llano, nada más había una casa grande de dos pisos, como un galerón que ahorita ya no está y la casa de mi papá. No había más que una especie de presa y huertas por todos lados, era todo lo que había, yo crecí aquí”, cuenta.
Recuerda que lo primero que construyeron en esa zona fue el parque de béisbol Francisco I. Madero, luego el Estado Olímpico y las canchas de frontón. Siguieron con la formación del lago, las vías del tren, los resbaladeros y entonces la casa de la familia Martínez quedó en medio de todo.
La construcción del hogar, hecha de materiales antiguos, cuenta con un pequeño patio en la parte de atrás y una cerca, pero lo rodea el patio más grande de Saltillo, con sus propias canchas de futbol, beisbol, tenis, sus juegos infantiles, dos lagos, resbaladeros y unas vías del tren que eran controladas por don Antonio, el padre de Javier.
“Empezaron a construir todo y nos fuimos quedando aquí. Desde niño yo he sido testigo de todos los cambios que le han hecho al parque, por ejemplo mi padre fue el que sembró todos los árboles que ahorita vemos aquí en la Ciudad Deportiva y que están muy altos”, cuenta Javier.
AISLADOS Y CON HISTORIAS DE MIEDO
Entre las anécdotas de vivir en el espacio deportivo, además de no compartir espacio con vecinos, están los sustos que se ha llevado la familia, desde la señora de vestido blanco que vio don Antonio perderse en el faro, hasta las sombras que cotidianamente ve Javier a diario, pues él se encarga de abrir el parque todos los días a las 05:30 horas y cerrarlo alrededor de las 23:00.
“Nosotros vivimos muy tranquilamente, sin vecinos, pero sí nos hemos llevado nuestras anécdotas. Mi papá platica que una vez vio a una señora vestida de blanco, era noche, como las 11, la fue siguiendo, entonces allá por el faro se le perdió la señora. Yo sí le creo porque sí he visto cosas medias raras como sombras, de noche veo una sombra que se pierde entre los árboles”, dijo.
CUIDAR EL PARQUE ES TRABAJO DE TODOS
Tras la remodelación a la que fue sometido el parque, Javier pidió a los usuarios cuidar las instalaciones para que pueda ser usado por más tiempo.
“Sí hubo cambios con la remodelación, el piso estaba muy deteriorado, los juegos carcomidos, estaban dañadas las estructuras, ahora que metieron pasto se ve mejor.
Lo que sí (les pido) es que cuiden el parque, está empezando, el domingo se metió mucha gente al pasto, está empezando a brotar, lo pisan y se pierde, entonces que no se metan mucho al pasto ahorita”, pidió.